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“Pedimos la tutela de Pilar porque queremos que tenga una oportunidad en esta vida”

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(Autor: Guerrero)

Le salvó la vida cuando aún no había nacido porque su deber como guardia civil se lo exigía. Ahora, casi cuatro años después, su generosidad y humanidad han hecho el resto para abrirle la puerta a una vida mejor. Es la historia del cabo melillense Javier Ferrón y la pequeña Pilar Gbmale, la niña que estando en el vientre de su madre fue rescatada junto al resto de su familia tras caer de una patera en mitad de la noche y pleno invierno. Una historia que habla de gratitud desde el minuto cero y que ahora sigue con una segunda parte, en la que el cabo Ferrón se encargará de educar y dar un hogar a la niña que se llama Pilar gracias a él y la labor humanitaria de la Guardia Civil. Hay que remontarse al 10 de noviembre de 2011 para encontrar el origen del vínculo entre Javier Ferrón y Pilar. Aquella noche, una familia de Costa de Marfil se embarcó en una patera rumbo a Melilla sin saber nadar. Al llegar al muelle, el nerviosismo de los inmigrantes por pisar suelo europeo desequilibró la lancha neumática y Lydie Vanina Gbmale, embarazada de casi seis meses, cayó al mar junto a su hijo pequeño y su marido. El cabo Javier Ferrón, de servicio aquella noche con el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, los salvó con enorme riesgo y valentía de una muerte segura. Esta familia de inmigrantes quisieron agradecérselo llamando a la niña que esperaban como la patrona de la Guardia Civil.
La historia dio la vuelta a toda España y el rescate heroico del guardia civil melillense ha estado presente en multitud de discursos y reconocimientos como un ejemplo de la entrega sin medida de la Guardia Civil ante el drama de la inmigración irregular. Una entrega que en el caso del cabo Ferrón se ha mantenido porque nunca ha perdido el vínculo con Pilar y su familia, ni siquiera cuando fueron trasladados a la península para emprender el sueño europeo al que aspiraban cuando se montaron en aquella patera que terminó volcando a su llegada al muelle del puerto.
Este agente del GEAS siguió teniendo contacto con la familia, a la que iba a ver al CETI en sus días libres. En el bautizo, Lydie Vanina le pidió que fuera el padrino y él aceptó encantado, haciéndose cargo de la celebración junto a Pilar García Gutiérrez, que ejerció como madrina. Incluso poco después, cuando estos inmigrantes costamarfileños cogieron el barco rumbo a la península, el cabo Ferrón continuó interesándose por la pequeña Pilar y su familia, una relación que se ha mantenido a pesar de la distancia.

Un verano con su padrino
Al contrario de lo que suele ocurrir con los inmigrantes que llegan de manera irregular a Melilla, que tienen como objetivo inmediato salir de la ciudad para llegar a Europa, Pilar Gbmale ha regresado a la ciudad donde nació el 27 de febrero de 2012 para pasar unos días con su padrino. Sus vacaciones de verano las ha disfrutado por completo en Melilla, donde ha visto por primera vez la playa y la Feria. Pero sobre todo, han sido unas semanas estivales en las que la niña ha dado un giro de 360 grados en su desarrollo a todos los niveles.
El cabo Ferrón se dio cuenta de que la vida que Pilar en la península no estaba siendo fácil y eso estaba condicionando su manera de ser y de crecer. Hasta ahora estaba viviendo en el País Vasco, más concretamente en Mondragón, donde su madre encontró un trabajo precario que apenas le da para subsistir. Su hermano, que iba en la patera con la que llegó a Melilla, vive en Suiza con su abuela paterna, mientras sus otros tres hermanos siguen en Costa de Marfil y su padre trabaja de lo que va encontrando en Francia.
En definitiva, una vida familiar difícil a la que se une el ambiente en el que se está criando, en una escuela donde las clases se dan en euskera y su madre le habla en francés cuando está en casa. “La niña apenas sabía español, llegó a Melilla este verano muy retraída y con carencias a todos los niveles”, explica el cabo Ferrón a MELILLA HOY.
Este verano en su ciudad natal le ha permitido dar “un cambio espectacular” y coger un camino que su padrino no quiere que pierda. Por eso pensó en que podría ser buena idea pedir su tutela para que Pilar pueda desarrollar su infancia en Melilla, junto a él y su pareja, Marina, que se ha encargado en todos estos años de enseñar a la pequeña cosas tan elementales como hablar, prescindir de los pañales o comer en la mesa.

Nueva vida en Melilla
Los padres de Pilar dieron su aprobación sin dudarlo, conscientes de que su hija pequeña tendrá un mejor futuro con el cabo Ferrón. “La madre se echó a llorar porque no se lo esperaba, pero dijo que sí porque quiere lo mejor para su hija y que no la puede mantener”, comenta este guardia civil melillense, que ya ha empezado a hacer todos los trámites para obtener legalmente la tutela de la niña.
En la práctica, será una custodia compartida porque los padres biológicos podrán ver siempre que quieran a su pequeña Pilar, que también irá en vacaciones a visitarlos para no perder ese vínculo familiar aunque desde enero vaya a cambiar de tutores, de casa y de ciudad.
“Mi pareja y yo hemos hecho esto porque queríamos que la niña tuviera una oportunidad en esta vida”, subraya el cabo Ferrón, que no tiene hijos y para el que ahora se abre una nueva etapa que, reconoce, le hace “muchísima ilusión”. No en vano, podrá estar más cerca de Pilar, la niña que para él es “la cara de la Guardia Civil”.
“Cuando la miro, veo la cara de la Guardia Civil porque es lo que hacemos día a día. Gracias a que ese día y en ese momento la Guardia Civil estuvo allí, su madre, ella y su hermano pueden contarlo. Otras personas, desgraciadamente, no lo pueden contar”, apunta el cabo Ferrón, que ha tenido que realizar muchos rescates en los 20 años que lleva en el Cuerpo.
Además, también es consciente de que la historia de Pilar “es un ejemplo para que aquellas personas que critican a la Guardia Civil vean que eso es lo que hacemos, salvar vidas”.
La realidad es que este rescate del cabo Ferrón, que fue condecorado en 2012 con la Medalla de Oro de Melilla y la Cruz al Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo, fue mucho más allá de otros casos que ha tenido que abordar la Benemérita en las fronteras de Melilla.
De hecho, la decisión del cabo Ferrón de pedir la tutela de Pilar ha dejado a todos “con la boca abierta” en la Comandancia de la Guardia Civil de nuestra ciudad. “Ya cuando me vieron en verano con la niña se quedaron asombrados, no se esperaban que yo hiciera eso”, subraya el cabo melillense, que ya está deseando que la niña a la que salvó de una muerte segura empiece una nueva etapa a partir de enero. Sabe que en Melilla, la ciudad donde nació dos veces, lo tendrá mucho más fácil para encontrar el futuro que su familia buscaba para ella en Europa.

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Redacción

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