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BALONCESTO - LEB ORO

Oliver Arteaga, el lado más personal del ‘rey’ del tapón

El jugador tiene claro que cuando se retire volverá a vivir en las Islas Canarias
(Autor: CMB)

A través del siguiente reportaje, publicado en la página web del Melilla Baloncesto, los aficionados disponen de la oportunidad de conocer un poco más de cerca al pívot canario, sus inicios en el deporte de la canasta de manera fortuita, cómo ve la vida y qué espera del futuro. El jugador insular acumula 309 puntos y 415 créditos de valoración con el decano.

Oliver Arteaga se convertía el pasado viernes en el máximo taponador de la historia en la LEB Oro. Todo un hito para el canario, que, aún así, no se considera un gran especialista. “No creo que sea un taponador nato. La gran mayoría de las veces cuando intento taponar lo hago por intuición y porque me ayuda ser un jugador alto, más que por tener una gran capacidad de salto”, apuntó.
Aunque no por ello el herreño se siente menos satisfecho de haber escrito con letras de oro su nombre en esta competición, tal y como explicó él mismo: “Es un orgullo ser el máximo taponador histórico de una liga como la LEB Oro, por la que han pasado muchísimos jugadores de gran nivel. Esto significa también que he jugado muchas temporadas en la liga y que voy cumpliendo años”.
Nueve campañas y algo más de trescientos partidos es lo que ha necesitado Arteaga para hacer historia en el baloncesto, un deporte en el que dio sus primeros pasos de forma fortuita, ya que hasta los quince años jugaba a balonmano en su ciudad natal. “La historia de cómo comencé a jugar a baloncesto es un poco extraña. Hasta los quince años apenas había tocado un balón de baloncesto y siempre había jugado a balonmano. Precisamente, con el equipo del colegio fui a jugar unos juegos escolares y allí me vieron entrenadores del Unelco Tenerife, que se fijaron en mi altura y me ofrecieron una beca de estudios para empezar a entrenar con ellos. Una vez allí, la cosa fue muy rápida y en cuatro meses ya tenía equipos interesados en ficharme. Finalmente, me decanté por el Pamesa Valencia, en el que estuve cinco años en sus categorías inferiores ante de convertirme en profesional”, explicó el interior insular.
Todos los entrenadores han ayudado a forjar su leyenda como taponador, pero si alguien destaca por encima de todos ese es Alfred Julbe, con el que coincidió en el CAI Zaragoza en su primer año en la LEB. “Esa temporada éramos varios jugadores jóvenes como Antelo, Mario Bruno Fernández y yo mismo. Julbe trabajó mucho con nosotros de manera individual y uno de los detalles en los que incidió fue en el taponar e intimidar. En ese sentido aprendí bastante”.
En el ámbito personal, Oliver Arteaga se considera una persona tranquila, algo que, quizás, le ha sido de gran ayuda a lo largo de su carrera profesional para encajar a la perfección en todos los clubes en los que ha jugado. “Soy tranquilo, aunque seguro que no tanto como pueda aparentar. Esta forma de ser me ha ayudado a adaptarme con facilidad a todos los lugares a los que he ido a jugar. Por ejemplo, elegí Menorca porque necesitaba un sitio tranquilo donde vivir, y aquí en Melilla me pasa más o menos igual”, resaltó.
El pívot canario es un gran apasionado de su familia, con la que intenta pasar siempre el máximo tiempo posible, sobre todo con su mujer y con su hija. “Creo que en esta profesión, a estos niveles, somos unos auténticos privilegiados, porque nos permite estar bastante tiempo con la familia, o levantarte y poder llevar a tu hija al colegio”.
Arteaga, que cumplía 34 años el pasado mes de enero, asegura que sigue disfrutando día a día jugando al baloncesto. “Cuando vas cumpliendo unos años y ves que luchar por un ascenso es cada vez más complicado, tienes que ir buscando alicientes para ir a entrenar. Personalmente, todavía me divierto mucho entrenando. Lo necesito”, afirmó.
Eso sí, tiene claro que una vez que se retire no cree que siga ligado de manera profesional al deporte de la canasta, porque, en su opinión, “cuando llevas tantos años fuera de tu casa y cambiando tanto de ciudad con tu familia, lo que necesitas es, al menos en mi caso, buscar una estabilidad”. Y nada mejor para ello que hacerlo en sus amadas Islas Canarias. “Tanto mi mujer como yo somos canarios y tenemos muy claro que cuando me retire volveremos a vivir allí. Mientras estemos en esto del baloncesto estaremos donde toque, pero, sin duda, volveré”.
Para eso, todavía queda mucho y para empezar una apasionante final de temporada con el Melilla Baloncesto, al que considera que llegan en un buen momento. “Al equipo lo veo bien. Al principio nos costó más acoplarnos de lo que esperábamos, pero hemos crecido mucho como equipo y en los resultados se está viendo. En casa somos un conjunto al que es muy complicado vencer y llegamos a un buen nivel a la parte complicada de la temporada, en la que nos vamos a jugar todo. Queremos estar arriba y para ello tenemos que mantener el nivel de estos dos últimos meses”, concluyó la entrevista el pívot del Melilla Baloncesto.

Arteaga logró dos ascensos, con el Bruesa GBC (2008) y con el Menorca Básquet (2012), así como también fue campeón de la Copa Princesa con el Quesos Cerrato (2015). De igual modo, este interior de 2.08 centímetros inscribió su nombre y apellidos con letras de oro en la competición durante la campaña 2010 al proclamarse MVP Nacional, con el Palencia Baloncesto, y en 2016 firmó el galardón absoluto con la camiseta del Basket Navarra.

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Carlos R.Busto

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