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Unos venden y otros animan. Algunos se ganan la vida y para otros es un hobby, y todos los componentes del Mercado Medieval se sorprenden de la tierra que han conocido aquí, para bien

“No somos pájaros de jaula, nos gusta la calle, es una escuela y, si realmente estás atento, aprendes”

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Algunos se ganan la vida vendiendo de mercado en mercado. Otros lo han intentado y “se han estrellado”, y para los caballeros más jóvenes de la Orden de Calatrava es un hobby. Ellos recrean la historia y enseñan a escribir, como entonces, cuando no había goma para borrar. Bien grabada se les ha quedado Melilla, sobre todo para los que no la conocían. Hoy dejarán la ciudad sin saber, en muchos casos, dónde irán. Muchos de ellos seguirán con esta vida, la mayoría, por elección: “No somos pájaros de jaula, somos nómadas”, y porque la calle es “una escuela en la que, si realmente estás atento, aprendes”. "Bueno, ¿qué, habéis descansado?", preguntaba Carmen. "Poco, la verdad", le respondió su compañero del puesto de al lado. Ni ellos, ni casi ninguno de los que el viernes recogieron todos los bártulos después de las 2 de la mañana y a las 11.30 del sábado estaban de nuevo atendiendo a los melillenses en el Mercado Medieval. Carmen y Antonio son pareja, "somos de la época terciaria, llevamos 25 años haciendo mercados medievales". Se mostraron "encantados" de venir a Melilla. Antonio ya la conocía, "de cuando estaba en el Ejército, venía de vez en cuando a recoger a militares, estaba en un barco de transporte". Os habéis dedicado a otros oficios, entonces, ¿no? "Claro, tenemos sesenta años, en ese tiempo, hemos hecho un montón de cosas". Ahora venden mimbre, cestos, jabones, símbolos medievales montados en hilo de cuero y piezas artesanales, de las que también tienen en una exposición en estos momentos en Murcia, de donde provienen. ¿Por qué se dedican a esto? Antonio lo vio "claro", poder decir "esta semana no trabajo, me voy quince días a Canarias". A Carmen no le gustan los jefes, "ni por arriba ni por abajo" y "esto te da mucha libertad, no tenemos horario". Además, "la calle es una escuela, y, si realmente estás atenta a lo que pasa, aprendes, a nosotros nos gusta la calle". Antonio cree que las profesiones en las que tienes que relacionarte tanto con el público suponen un aprendizaje también enorme, "abrirte y ser feliz, tener un poco de positividad para regalarla a los demás, la necesitamos, y, personalmente, yo quiero estar dando algo, un servicio a los demás".

Para Manuel, también es "una vida muy bonita, no somos pájaros de jaula, somos nómadas". A las 12 de la mañana ya algunos melillenses pasaron por 'El paraíso del sabor'. Así es como él llamó a su puesto, para los amantes del queso y los embutidos, sobre todo. Es manchego y de allí trae el Primer Premio Nacional de Quesos. Éste y el resto pueden probarlo en el Mercado Medieval, para catar antes de comprar, algo que parece que gusta bastante a los melillenses, que desde el primer día están acudiendo al puesto de Manuel. Él lleva cinco años viniendo a Melilla, quince trabajando en mercados medievales y 25 en ferias gastronómicas. ¿Se puede montar una familia así? "Sí, tengo hijos, es verdad que estar mucho tiempo fuera de casa es muy duro, pero hay otras satisfacciones, como conocer gente y culturas nuevas, soy feliz con la vida que llevo, mientras el cuerpo aguante, seguiré".

“Vivir la historia”
En familia es como viene Eloy, con su mujer y su hijo. Pertenecen a la Asociación Nacional de Caballeros y Damas de la Orden de Calatrava, que se dedica a hacer representaciones históricas, recreaciones. "nosotros ni cantamos ni bailamos, cogemos los libros, vemos cómo se vestían, hacemos talleres de época, escribanía, con pluma tallada, acuñamos monedas, fabricamos arcos", y, también, realizan combates de esgrima. Es un equipo montando para "vivir la historia" y mostrársela a los demás. ¿Se vuelcan los melillenses con los talleres? Eloy aseguró estar sorprendido por el interés de todos los que han pasado por el Mercado Medieval, "hemos estado en muchos eventos, pero aquí está siendo impresionante, los melillenses se vuelcan, son cariñosos, atentos y personas muy educadas". Comparó que en otros lugares en los que han estado, algunos iban a "hacer la gracia", pero los que se acercaron en Melilla, preguntaron con verdadero interés, padres y niños, "todos vienen con respeto, los padres les explican a los hijos cómo se escribía y los niños preguntan por qué no hay goma de borrar y si pueden probar, me ha llamado mucho la atención".

Eloy tiene montado el campamento con su familia en la Plaza de Armas, como Juli y Sami. Tienen 24 y 25 años, respectivamente, y también son Caballeros de Orden de Calatrava. Para ellos, es "un hobby", tanto que en muchos de los viajes que hacen, aseguraron, tienen que poner dinero encima, más que recibir. Juli es técnico forestal y Sami, técnico en electrónica, pero ambos están desempleados. Ya han pasado por Orense, Medina del Campo, Madrid, Logroño, Ciudad Real, Andalucía, Vitoria y Valencia, de donde son, recreando la historia. Sami había estado en Melilla, pero de pasada y Juli no la conocía y "la gente se está portando muy bien con nosotros, son muy educados, es muy cortés todo el mundo". Lo dijo como… ¿extrañado? "En parte, nos sorprende", respondió Sami. Ambos explicaron que tenían una idea "más o menos" preconcebida de lo que era Melilla, que imaginaban que aquí había "costumbres más extrañas", también "por la idea que se da fuera". Valoraron el patrimonio de la ciudad y lo bien cuidado que está, asegurando que no de todas las ciudades pueden decir lo mismo. "A los que no conocen Melilla, que vengan, porque es preciosa, se nota que está muy cuidada". Ellos paseaban ayer a pleno sol con las vestimentas que vemos en las fotos: "No es lo más cómodo del mundo, pesa treinta kilos, pero estamos acostumbrados". A las 12 de la mañana estaban ya 'protegiendo' todo el recinto, después de una noche larga, como la que, tuvieron ayer, pese a que son conscientes de que esto no da para vivir: "Tengo a conocidos que lo han intentado y se han estrellado". Sin embargo, les compensa, además del hobby en sí, conocer a gente y lugares diferentes. Es lo que casi todos destacan.

Mujer, hija y otra en camino
De Galicia viene José Antonio, a ofrecer empanada, pan y tartas variadas de su tierra. Ya lleva "la tira" de años (20) dedicándose a ello, pero esta es la primera vez que está en Melilla, donde "parece que lo cogen con más ánimos, hay muchas ferias en las que parece que casi molestamos". Tiene 42 años, una mujer, una hija y otra que viene en camino, y, lógicamente, "lo peor de esto es estar fuera de casa". Aún así, por ahora, le es rentable, pese a que este año el negocio está yendo "más flojo". El suyo, el negocio, es de familia, "mi tío es el jefe, empecé en esto y aquí sigo". También empezó Mariano hace nueve años. Llegó de Argentina hace diez, no era mercader antes, pero "tenía unos amigos que se dedicaban a esto, me vine y empecé a trabajar con ellos en mercados medievales". Reconoce que "es difícil montar una familia con esta profesión, estando mucho tiempo fuera, pero algunos lo hacen".

Desde Argentina
Mariano vende bisutería y zapatos y lleva ya varios años formando parte del Mercado Medieval de Melilla, una ciudad "muy linda, por eso sigo viniendo", como hace Manuel: "La gente es muy agradecida, hospitalaria, es gente guapa, más abierta, hay otra salsa aquí". Carmen, en su primera visita, también lo notó. "Sienten que viene gente de fuera y nos lo agradecen, es mi percepción, veo que, de alguna manera, la gente está agradecida de que aparezca gente de la península o de donde sea, que puedan sentir que no están alejados ni dejados de la mano de Dios". Se sorprendió del "movimiento" del primer día, "todo el mundo estaba esperando a que abrieran", de la misma forma que también impresionó esto a Sami y Juli, que explicaron que en otras ferias la gente espera al sábado y el viernes pasa inadvertido. Todos ellos recogerán este domingo sus cosas para partir hacia otro lugar, después de trasladar a los melillenses a otra época, en la que sólo se disfruta, y de que estos muestren a los mercaderes cómo es su tierra, a la que "si nos invitan, volveremos".

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Rosario Lopez

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