Como recuerdo los tiempos del ayer y no abro mucho la puerta para no cerrarla de golpe. Admito que noto los arañazos del recuerdo que comparto con mi soledad. Cuantas personas dedican su tiempo para cosas que no son importantes y no les queda tiempo para lo más urgente. Me gusta la lentitud del amanecer, descubrir el día y adivinar si el sol llegará o estará perdido entre nubes. A veces es como un amante
. ¡Nooo, Melilla, tú eres como una novia resplandeciente aunque la noche haya sido muy corta! Cuántas bombillas, cuánta alegría, cuántos ¡Viva Melilla!… Vaya alegría, cuántas mujeres bonitas. Eso es muy cierto. Eso lo dicen los que antaño venían a cumplir el servicio militar aquí.
Cuanta juventud en Melilla, mejoras un poco más cada día. Aunque he de reconocer que me gustaba más aquellas ferias, aquellos cabezudos, aquellos barrios en feria, con la incógnita de quien sería la miss de ese año o quien el más feo.
Me encuentro con amistades, ¡ay qué alegría me da verte! y le pregunto: ¿Cómo te va? No me val pero como en Melilla no hay otra igual y pienso estarán locos y si lo están sólo los locos dicen la verdad.
La Patrona
Recuerdo aquel día cuando la coronaron como patrona de Melilla. ¡Qué calor, qué cansancio, qué pesadez de acto! Pensé que era la primera vez que yo veía el Pueblo. ¡Cuánto cantaron, cuánto rezaron,…! Vi que era una virgen tan guapa como las demás. Si es que apenas lo recuerdo, era una niña. La coronaron con una corona de oro. Yo seguí los rezos y le supliqué ¡Ay, Virgencita mía! Cuida de mi padre que trabaja tanto y pensé y si se me muriera…. Él me duró mucho tiempo. Llevo muchos años rezándole, no digo mis años, y aún le rezo a mi Virgencita de la Victoria.
Cuanto me gustaría una ermita para ella. Con esa carita, la corona no es necesario que fuera de oro, con que fuera de plata o incluso de hojalata. Anda que no hay sitio en lo pinos. Yo no te llevaría flores, pero si romero y mucha alegría. Yo preguntaría a la gente a dónde vais vestidas de gitana y me responderían a los pinos a la ermita a ver a la Virgen que estamos en feria y vamos a hacer una barbacoa. ¡Ay que ver lo divertida que es la gente de Melilla! Leñes, pero si estoy pensando y es todo una fantasía. Entonces recuerdo a las monjas que me decían ¡baje Ud. de las nubes! Es cierto que me gustaría y le rezo a la Virgen de la Victoria. ¡Virgencita que de todo salgamos victoriosos y tú estés más guapa cada día! Salgo de mis pensamientos y veo una compañera mía del colegio. ¡Ay cuánto tiempo Adelita! Sabes lo que te digo, que no sé lo que tiene Melilla que como ella no hay otra igual. Entonces es cuando pienso otra apasionada más de Melilla.
Santa Teresa
Esto anterior lo escribí hace dos semanas, en feria. Hoy he pasado una mañana no sé como lo diría, como en una nube. Aunque no, en realidad estaba sentada en mi sofá. Aquello de las monjas me da igual. Hoy he llorado. Las lágrimas me invadieron han hecho santa, aunque para mí ya lo era, a aquella monjita tan cortita. Tanta ternura me daba, siempre pensando si a Dios le agradaría, siempre curando a los enfermos de por vida, consolando a los que tenían el alma herida, pidiendo dinero,… ¡Qué manía tienen estos santos!, Pedir y pedir, es que no se cansan… Alguien me insinuó: ¿Tú crees que el dinero llegará? Pero que lengua tan larga… Qué manera de hablar. A ella no le importo pedírselo, a los que de ellos decían que de dónde esto procedería. Creo que ella diría este es un hombree como los demás. Y la manera de dar vale más de lo que se da. Esta ha sido mi mañana del domingo, he pensado pobre misionera porque la matarían. Como soy creyente he pensado estará con Santa Teresa, un besito, no un abrazo para todos por igual.
