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Los diabéticos se organizan ante los abusos de las aseguradoras médicas

La bomba de insulina tiene el tamaño de un teléfono móvil

Un grupo de pacientes diabéticos usuarios de bombas de insulina se ha unido en las redes contra la decisión de Asisa de retirar de su cobertura médica los filamentos sensores que dichas bombas necesitan para poder funcionar. Esta directriz, que los pacientes califican de “unilateral y sin previo aviso”, se lleva aplicando desde enero y supone un coste de 330 euros al mes para los pacientes (recordemos, crónicos) de diabetes tipo 1 o insulinodependiente. Ramón Carrasco, promotor de la iniciativa, ha tratado de recurrir sin éxito la medida -que sólo está siendo aplicada por la delegación provincial de Asisa en Málaga- pero avisa de que los pacientes no se conformarán con un “no” por respuesta, y ya ha puesto la reclamación en manos de un bufete de abogados.

Un grupo de ciudadanos melillenses -afectados de diabetes y usuarios de bombas de insulina-, encabezado por Ramón Carrasco, usuario y padre de una niña también usuaria de esta solución médica, se han unido en Facebook para denunciar lo que consideran un auténtico atropello a sus derechos como enfermos por parte de la aseguradora Asisa.
Según afirma Carrasco, principal promotor de la iniciativa, “de manera unilateral y sin avisar”, la aseguradora dejó de cubrir los costes derivados de los sensores de glucosa de las bombas de insulina que los pacientes utilizan para controlar su diabetes. Estos filamentos, sin los cuales la máquina sencillamente no puede funcionar, tienen un coste mensual para el paciente de 330 euros (precio del paquete de 5 filamentos que consume la máquina al mes).
Tras recurrir la polémica decisión al ISFAS y a la propia compañía, que sólo ha emitido tal directriz en su dirección provincial de Málaga, no así en el resto del país, la respuesta que han recibido los pacientes ha sido la negativa a recular en la medida; “las compañías se acogen a que esto no lo cubre la Seguridad Social”, afirma Carrasco, quien recuerda que por contrato Asisa se compromete a cubrir los gastos derivados de cualquier tratamiento impuesto por el endocrino; “y tanto mi bomba como la de mi hija -recuerda- han sido recetadas por un médico endocrino”.
Carrasco ha querido también llamar la atención acerca del “abandono” de la diabetes; “mientras que el Gobierno suelta miles y miles de euros para celíacos, Teama y otras asociaciones, se olvida de la diabetes, que afecta a una gran parte de la población y es una de las principales causas de muerte en el mundo”.
Ramón avisa de que los pacientes no se conforman con el “no” de la aseguradora, y ya ha puesto la reclamación en manos de un bufete de abogados.

El “milagro” de la bomba de insulina

La bomba de insulina es un pionero sistema de regulación de la glucosa en sangre que, por su efectividad, suele prescribirse a pacientes difíciles o a menores de edad, aunque su uso se está generalizando. La bomba es un pequeño dispositivo del tamaño de un teléfono móvil que administra insulina de forma continuada, y que avisa al paciente cuando los niveles de glucosa en sangre están por encima o por debajo de unos límites previamente fijados.
Este tratamiento supone una auténtica liberación para los diabéticos, ya que no sólo pueden dejar de hacerse controles glucémicos periódicos (el filamento sensor de la máquina ofrece valores cada 5 minutos), sino que también pueden hacer “vida normal”, sin preocuparse de ajustar cuentas entre las raciones de hidratos de carbono que van a consumir y las unidades de insulina que deben pincharse.
La bomba de insulina es especialmente eficaz en niños, y supone apostar por la salud futura de estos, ya que la diabetes es una enfermedad insidiosa, en la que los desequilibrios desgastan el organismo y provocan numerosas complicaciones a lo largo de la vida.

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Fernando Lamas Moreno

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