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LA SEMANA. Sociedad sin ideales. El mal uso de la lengua.

Gobierno de Melilla

Las Polis griegas celebraron, hace siglos, lo que para nosotros actualmente son las Olimpiadas o Juegos Olímpicos. En aquellos Juegos no solo había reglas, sino que también se tenían que respetar valores como el honor y la competencia sana entre deportistas. No se aceptaban trampas, ni tampoco un maltrato de unos con otros; todo era en favor de los dioses y la gloria eterna. Ahora que estamos inmersos en los Juegos Olímpicos de Tokio, conviene recordar los valores de estos: respeto, amistad y excelencia. ¿Podemos afirmar que estamos en una sociedad con ideales/valores (sean los olímpicos u otros)? No soy capaz de afirmar que no hay ideales/valores en un sentido absoluto, pero sí de decir que los valores e ideales no están en su mejor momento. Si miramos a la política vemos que no hay ningún respeto entre los políticos y sus ideas, siendo la descalificación del adversario político lo habitual y la confrontación tranquila de propuestas la excepción (por no decir que no ocurre nunca); de la amistad en política mejor no hablamos porque, si pueden sacar algún rédito, se apuñalan entre los miembros de los diferentes partidos y también entre los del propio partido; lo de la excelencia relacionado con la política suena a broma porque, con honrosas excepciones, se ha convertido esta en un refugio/asidero de personas con nula experiencia y conocimientos (empezando por Pinocho Sánchez) que tienen como único objetivo vivir de la política. Ya lo dice una profesora de un instituto público en una carta que se mueve como la pólvora por las redes: No es lo mismo ser un “cargo público” que ser una “carga pública”. En Melilla tenemos, en nuestro gobierno local, varios cargos que son cargas y que tendremos que padecer un par de años más (esperemos que luego se les bote).
En nuestra sociedad actual hay poco honor o respeto y no digamos ideales, sin embargo, hay mucho maltrato, falta de educación, homofobia y odio a los inmigrantes o distintos. Las recientes palizas por parte de grupos de jóvenes cobardes habidas en España, por razones tan “graves” como estar grabando, ser homosexual o recriminar actitudes vandálicas, demuestran que algo se debe estar haciendo mal y que la educación, que tanto usa nuestro inútil gobierno nacional como moneda de cambio con nacionalismos varios para poner permanecer en el poder, es algo muy serio. Si cualquiera puede ocupar una casa y no le pasa nada; si un menor puede matar a una persona y casi no le pasa nada; si los participantes en una manifestación pueden atacar a la policía con adoquines, piedras o cócteles molotov, y  los policías no pueden hacer nada por orden de nuestro gobierno; si mucha gente sale por la noche para pelearse o para agredir a otros; si el héroe es el que grava una agresión o participa en ella; en definitiva, si no hay honor, respeto por los demás o amistad y encima nuestro gobierno, que poco hace por solucionar todo lo anterior, fomenta el odio volviendo a temas pasados (que muchos no hemos vivido) con cosas como la “ley de memoria histórica”, no hay futuro. Un consejo a nuestros políticos: menos prohibir y más educar.

El mal uso de la lengua
Explica en su carta la antes citada profesora que en castellano existen los participios pasivos como derivados de los tiempos verbales y que, por ejemplo, el de atacar es “atacante”, o el de cantar es “cantante”. Es por ello que, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación “ente”. El que preside es el “presidente” (nunca “presidenta”), se dice “capilla ardiente” (nunca “capilla ardienta”), se dice estudiante (nunca “estudianta”), se dice “paciente” (nunca “pacienta”), etc. No tiene nada que ver con el machismo o el feminismo (por mucho que le pese a Irene Montero), tiene que ver con la gramática.
Se pregunta la profesora, en referencia a nuestros políticos y muchos periodistas (los hombres y mujeres que ejercen el periodismo, que no son “periodistos”), si “¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de Gramática de la Lengua Española? Su respuesta es: por ambas razones. Yo estoy totalmente de acuerdo.
Irene Montero, a la que tanto preocupa el machismo (un problema real que ella magnifica para dar sentido a su “trabajo”) debería salir de inmediato a exigir que, al igual que le gusta usar médico y médica, presidente y presidenta, paciente y pacienta  y un largo etc., se empiece a usar de inmediato el término “machisto” porque con machista nos quedamos cojos.

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