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La mochila de las expectativas

A veces se nos presentan momentos en los que no podemos estar al cien por cien, sentimos que necesitamos nuestro espacio y mirar hacia adentro para seguir adelante. Nos encerramos en nosotros mismos y priorizamos en la tranquilidad del silencio. En ese momento todo lo que se mueve a nuestro alrededor pasa a un segundo plano y lejos de importarte lo que piensen los demás, piensas en ti, por eso voy a partir de este pensamiento:
“Mi disponibilidad tiene intuición propia”
No siempre tenemos buenos días, aunque busquemos de todas las maneras la posibilidad de que lo sean, podemos ser muy fuertes en el intento pero no por serlo tenemos la obligación de cumplir con las expectativas ajenas.

No es egoísmo en algún momento recordar que somos humanos, que a veces es necesario poner límites y tener nuestro espacio para no dedicar más tiempo a nada que no sea a nosotros mismos, escucharnos, aclarar lo que sentimos y volver a avanzar. Poner límites cuando el mundo te exige más de lo que puedes cargar en ese momento no es sinónimo de debilidad sino de inteligencia emocional.

Frenar y reflexionar nos ayuda a ver si nuestros pasos son los correctos en nuestro camino; no pasa nada si para ello tienes que dejar lo que hasta ahora pensabas que era lo correcto, no tenemos que cumplir las expectativas de nadie y por lo contrario sí luchar por lo que esperamos de nosotros mismos.

Cuando llegas a ese punto de que no esperas nada de nadie, pero todo de ti, las decisiones son más certeras, dejas a un lado el qué dirán y te centras en lo que realmente te hace feliz, gestionas mejor tu tiempo y no estas para todo, sino para lo que realmente sientes que es importante. Algunos a este estado le llaman alcanzar la plenitud, otros amor propio o simplemente saber lo que quieres tener en tu vida sin dejar que nada del exterior pueda negociar con ello.

Es difícil actuar de esta manera cuando vivimos en un mundo en el que nos enseñan a cargar primero con el peso de los demás y luego el nuestro, en buscar más la aprobación de los demás que ser nosotros mismos, pero cuando te das cuenta de ese error social, reaccionas, miras hacia atrás y te das cuenta del tiempo que has perdido, pero igualmente sonríes, piensas que igualmente has aprendido y no te importa empezar de cero, estás convencido de que perder a veces también es ganar.

Es maravilloso cuando entiendes que la felicidad no exige tanto de uno mismo, que es necesario a veces dejar de remar para saber el rumbo al que debes llegar, que todo lo grande lleva su tiempo y si te cansas debes aprender a descansar, pero no a renunciar. Dejo unos consejos que os pueden ayudar a liberar esa mochila llena de expectativas:

  • Aprender lo que es controlable y lo que no.
  • No añadas a tus acciones la palabra “debería”.
  • Cambia tu diálogo interno por “me gustaría, pero quizá no sea así y tampoco lo necesito”.
  • Sé consciente que una expectativa puede traer frustración y debes saber tolerarla.
  • Puedes con todo, pero no con todo a la vez.
  • Practica el dar sin esperar nada a cambio, sé altruista hacia el mundo.
  • Vive el presente, el futuro es incierto.

Recordad, no estamos aquí para complacer a todo el mundo, que nosotros construimos la realidad que queremos tener en nuestra vida a través de nuestras decisiones y acciones, que marcar límites es amor propio y nuestra felicidad debe estar presente.

Me despido con un proverbio que muestra una sabia reflexión:
“Lo pasado ha huido,
lo que esperas está ausente,
pero el presente es tuyo”
Atte. Nora

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