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Buenos días

La matereo…. ¿queee?

Como la luz se ha salido de los cables y se ha puesto ya por las nubes, mi vecino y yo, nos hemos puesto de acuerdo, para paliar un poco ese gasto, que como siga así, vamos a tener que echar mano de nuevo al quinqué, al patromax y al carburo. Así que hemos tomado la decisión, de repartirnos el gasto de la siguiente manera.

De 9 a 12 de la noche, que es cuando la Tele y la Calefacción tiene más audiencia, los lunes, miércoles y viernes se viene el a mi casa con toda su familia. Una tropa compuesta por él, su mujer, la hija Mari Carmen, una nieta que para con ellos, pues sus padres están de viaje y la abuela Jacinta, que con 93 años, todavía parte las nueces con las manos y se toma en ayunas su copa y media de orujo, porque es gallega.

Yo voy a la suya, martes, jueves, sábados y domingos. Un día mas, porque estoy solo y porque él tiene Canal Plus y podemos ver el partido de futbol. Bien. El jueves que estaba el “auditorium” lleno, pues “echaban” Cuéntame, y eso tiene tirón, en esa casa donde hay cinco mujeres y un solo hombre. Solo, pues aunque yo este, ellas son las que están Cada una en su sitio. Y en el sitio de todas, la abuela Jacinta, que como decía su difunto:”había nacido para comandanta, y no para cornetista”, pues él, no paso de sargento en la banda de música de su Regimiento.

Y biografías aparte, el caso es, que la otra noche, al final del Telediario, apareció la señora del tiempo. Una tal Maria Eizaguirre, que entre movimientos, y posturas, ella sabrá lo que cuenta, pues se conoce que debe haber alguien esperándola y va de prisa. A la abuela Jacinta, le hace poca gracia, pues cuando aparece en pantalla, suele decir de mal humor:

-¡Ya está aquí!…¡Menuda ruina tiene metida en España!…¡Hay que ver la muchachita que no se cansa!….

Ante esas expresiones destempladas, yo, que no oigo bien, me mosqueo, y en silencio miro a mi vecino, preguntándole con la mirada si va por mí la cosa. El tampoco se entera y la abuela sigue con su monologo acusador, mientras la esbelta, delgada y cada día vestida de una forma, sigue con sus movimientos, sus milibares, sus nubarrones y sus temperaturas, tocateando los mapas, que un día van a salir volando con estos vientos. La abuela sigue, siguiéndola:

-¡Si! Mucho meneíto y mucho toqueteo, pero España esta cada día mas “descoloria”. ¡Hay que ver la que tienes liada! Tanta lluvia, tanta nieve, y tanto viento… ¡Y tanta leche! Desde luego, que yo no sé cómo no te han puesto ya de patitas en la calle. Sin abrigo y sin paraguas. A ver si te enteras ya, y nos dejas tranquilos, que salga el sol, y podamos salir a la calle como Dios manda.

La nieta Mari Carmen, mirándola le dice:

-Abuela, esta mujer no tiene la culpa del tiempo que hace.

-Del tiempo que hace, que tu tenias que haberte callado. Vamos con la niña, que quiere saberlo to.

-Pero abuela. Esa mujer es meteoróloga.

-Meter…. ¿queee?

-Me te re o lo ga…Que estudia el tiempo.

-¿Estudia el tiempo? ¿Y para que están los relojes? Estudia el tiempo. Eso es lo que tú tiene que hacer: estudiar y dejarte de perder el tiempo. ¡Joder con la juventud, que quiere saber de to!

La nieta no se acoquina. La conoce bien. El resto de la “compañía”, asiste en silencio, mientras la meteoróloga –también se podía llamar de otra forma-sigue anunciando nuevos frentes…

-En la frente había que darte a ti, para que tengas un poquito más de conciencia, que hay gente ya en España, que no saben si viven en su pueblo o en una nevera. ¡Qué desastre!

La hija, viendo el cariz que toma el asunto interviene: Mama, lo que dice la niña lleva razón.

-Tú no te metas. -La abuela corta por lo sano-. Le estas dando muchos vuelos a tu hija y ya veremos a ver donde aterriza.

-No. Abuela no.- El marido entra en escena.

-¿Tu no estás sordo? La abuela interfiere.

-Yo estoy sordo a veces. Ahora no, porque me parece que la cosa se está calentando.

-A ver si es verdad. Porque entre esa de la Tele, y esta casa, aquí no hay quien pare.

-Esa mujer es meteoróloga.

-Ya me lo ha dicho tu hija. Pero a mí no me suena eso.

-Eso quiere decir, que sabe lo que dice el satélite

-¡El satélite¡ ¿Otro más? Lo único que faltaba. Como no hay satélites en España.. No Si es lo que yo digo…

De pronto suena la sintonía. “Cuéntame. como has vivido, si has conocido la felicidad” Todos callan. La abuela dice a su nieta: Mari Carmen, tráeme una copita de orujo que entre la meterenosequé y el “pelañi” que esta cayendo, no estoy yo para muchos cuentos. La nieta se levanta, y sonriendo ajusta bien la manta que arropa a la abuela, para que este calentita. Buenos días y… La abuela es la abuela, diga lo que diga la metereesa.

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