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La Guardia Civil intercepta en lo que va de año a 2.130 inmigrantes en el Puerto

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Los barcos que entran y salen cada día del puerto de Melilla son uno de los puentes que conectan África con Europa, la tierra soñada por miles de extranjeros, ya sean magrebíes, subsaharianos o de cualquier otro origen. Por eso colarse en ellos y viajar como polizones hasta Europa es el objetivo con el cada día se levantan decenas de ellos, casi siempre argelinos o marroquíes. Evitar que eso ocurra es uno de los principales caballos de batalla de la Guardia Civil, que en lo que va de año ha interceptado a 2.130 inmigrantes en el puerto, de los cuales solo 210 eran mayores de edad. Los menores extranjeros no acompañados que deberían estar acogidos en el centro de la Purísima son los que mayoritariamente causan este problema, que antes solo se daba en los días posteriores a las fiestas patronales, en la denominada Operación Feriante. Los menores y adultos magrebíes con intención de colarse en el barco aprovechaban sobre todo la recogida de las atracciones de feria para intentar esconderse en los camiones y conseguir su objetivo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte la Operación Feriante es una realidad a diario, ya que los menores han comprendido que cada día hay muchas oportunidades para colarse gracias al movimiento de contenedores y, sobre todo, porque los barcos salen a diario rumbo a Málaga, Motril o Almería.

El destino para ellos es lo de menos. El objetivo es llegar a pisar tierra europea, y por eso no dudan en arriesgar para lograrlo. Cualquiera que observe durante unos minutos el espaldón del puerto puede ver cómo estos chicos trepan a siete o más metros de altura para esquivar las verjas de seguridad y adentrarse en la zona de seguridad del puerto, con la idea de entrar en los contenedores.

Casi siempre para esconderse y tratar de pasar inadvertidos dentro del barco, pero otras veces también para robar el contenido buscando, sobre todo, alimentos que llevarse a la boca. Porque aunque tienen comida y alojamiento garantizados en el centro de menores, ellos lo que quieren es estar cerca de los barcos para probar suerte de manera insistente, sobre todo a primera hora de la mañana, que es cuando mayor trasiego hay.

Un hogar entre las rocas
Eso provoca que muchos hayan construido su propio hogar en el espaldón, fuera de la vista de los trabajadores del puerto y otros transeúntes. Allí, junto a los bloques de hormigón y las rocas, algunos tienen hasta colchones para dormir. Otros se hacen sus propias camas con mantas, junto a las cuales se pueden ver cazuelas, algo de aceite y, curiosamente, algún peluche. Últimamente también duermen sobre el tejado de la antigua terminal de pasajeros.

Ayer por la mañana, mientras en las instalaciones del puerto se desarrollaba la Operación Feriante, la Guardia Civil sorprendía a unos 25 menores magrebíes durmiendo en el espaldón. Eran las once de la mañana y algunos de ellos, enfadados al ver cómo la prensa accedía a la zona, lanzaron amenazas gestuales e incluso objetos a los periodistas porque no querían ser fotografiados.

Una media de 10 al día
Aunque lo intentan en todos los buques que operan en el puerto melillense, el favorito para ellos es el de Peregar porque está destinado a la carga de contenedores, el sitio ideal para esconderse. Este buque, que solo opera en el puerto de Melilla los domingos, miércoles y viernes, atrae a medio centenar de estos inmigrantes en esos días.

Sin embargo, cualquier momento es bueno para intentarlo, tal y como indican las estadísticas que maneja la Guardia Civil. La media es de unos 10 u 11 interceptados cada día, mayoritariamente menores de edad. Pero en esto también hay picos[, llegando a contabilizar en uno solo día hasta 60 chicos con menos de 18 años.

Batalla perdida
Cuando los localiza, la Guardia Civil trata de desalojarlos patrullando por el espaldón y también desde el mar con la embarcación del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), pero los agentes sienten que es una batalla perdida porque a los pocos minutos de haberlos echado, los propios agentes ven cómo los menores vuelven a la zona. Algunos, con descaro, se "entregan" a la Guardia Civil cuando quieren volver al centro de menores para que los lleven en el coche-patrulla, evitándose la caminata y obligando a los guardias a ejercer como taxistas gracias a la Ley del Menor.

Algunos agentes se quejan de que este problema les absorbe el 80% de su trabajo en el puerto, algo que podría evitarse con una pequeña obra en la reja de entrada del espaldón del puerto para que no puedan entrar a una zona que, además, es peligrosa para su integridad física. Más de una vez la Guardia Civil ha tenido que acudir al rescate de chicos que han caído desde el espaldón, situado a más de siete metros de altura, provocándose aparatosas fracturas y otras lesiones que podrían haber acabado peor.

Además, los propios agentes, que lidian a diario con este problema, saben que las condiciones en las que están estos menores no son las idóneas. De hecho, afirman que casi siempre están bajo los efectos de sustancias estupefacientes, habitualmente pegamento. Hace un par de semanas, la Guardia Civil detuvo a un menor por un presunto delito contra la salud pública, ya que lo interceptaron con 62 botes de pegamento y varias tiras de hachís listas para su venta y consumo.

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Redacción

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