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La gran elección melillense

“Feijóo salta a la calle para buscar dos millones de indecisos”, leo en varios periódicos esta pasada semana. Está bien aconsejado -por lo de los indecisos- en este caso. Lo mismo, aunque solo en lo de saltar a la calle, han hecho estos últimos días los 9 partidos (nada menos, para una ciudad del tamaño y de la población de Melilla) que se van a presentar a ese oscuro objeto de deseo que son las elecciones del 28 de mayo. Faltan solo 28 días para que ese oscuro, e intenso, objeto de deseo tome forma, para que se conozca el resultado de unas elecciones que casi todos los melillenses considera (consideramos) como críticas para definir el futuro -o la falta de él- de nuestra ciudad.

La Asamblea de Melilla ya ha designado este viernes, mediante un sorteo, a los miembros de las 87 mesas electorales -nada menos- que ha establecido la Oficina del Censo Elec­toral para los comicios convocados el 28 de mayo. Elecciones precedidas en Melilla por la cada cuatro años habitual pelea PP-CpM-PSOE con respecto al feo asunto del uso y abuso exagerados del voto por correo. Ha habido muchas propuestas partidistas sobre el presunto control e inocultable abuso de esa forma de votar. Todos -incluyendo los políticos que han encabezado las propuestas de control- sabían/sabíamos que no se llegaría a acuerdo alguno, y así ha sido.

Para ganar las elecciones del 28/mayo se presentan como favoritos y declarados aspirantes a lograr la mayoría absoluta -13 diputados- el Partido Popular y Coalición por Melilla. Los cito por ese orden porque ese es el orden cardinal -10 diputados el PP, 8 CpM- que actualmente tienen. En segunda línea aparecen, en las encuestas, PSOE y Vox (mismo comentario sobre lo del orden). A continuación- con posibilidades electorales difíciles, según las encuestas, de obtener 1 diputado, “Somos Melilla”, liderado por el tenaz Amín Azmani. Incluso hay un partido, el de Jesús Delgado Aboy, al que creo que no le votarán ni los 24 candidatos que -de una manera que prefiero no mencionar- ha conseguido reunir el denunciado ex presidente del Colegio de Médicos de Melilla. Los Verdes de Nourdine Ahmed suenan bien -eso de “Verde” siempre tiene buena acogida- pero parece muy improbable que superen el listón de los 1.000 votos. Sin duda vamos a tener que escribir mucho sobre este importantísimo proceso electoral y va a haber no pocos lamentos, llantos y presiones. Estamos preparados y ya tenemos mucha experiencia.

Comunismo

Escribo sobre el comunismo porque el Gobierno español es más comunista que cualquier otra cosa y porque Melilla, como he escrito muchas veces, es una ciudad donde generalmente se maltrata económicamente a los empresarios, donde el predominio de los público es pavoroso. La situación económica de Melilla, con tal estructura político-social, no podía ser de otro modo distinto al que actualmente es: un desastre monumental (como algunas listas políticas para las elecciones de mayo).

Bajo el comunismo, el Estado, como ente separado de la sociedad y como instrumento de dominación de clase, se extingue. Los medios de producción, que otorgan al hombre un control pleno sobre la naturaleza, pasan a ser propiedad del conjunto ocio de de la comunidad, la cual decide conjuntamente sobre qué se produce, cómo se produce y para quién se produce, decide soberanamente sobre la forma que han de adoptar las relaciones humanas. Cada ser humano -decía Marx- dedicaría, en el comunismo, su tiempo libre a aquello que ama, que es contribuir a conformar aquel tipo de sociedad en el que la comunidad desea vivir: el individuo se convierte en una parte del organismo comunal. El comunismo, para Marx, representa la emancipación del hombre frente a todos los grilletes naturales y sociales que lo han apresado a lo largo de la historia. De tal utopía, tales resultados.

A pesar de la formidable coherencia interna del análisis filosófico y económico de Marx -concluye Rallo- el suyo es un análisis incorrecto en prácticamente todos los puntos. Por tanto, la filosofía práctica que pergeña Marx, su socialismo científico, no interpreta ni critica acertadamente el capitalismo. Tratar de transformarlo desde tales presupuestos incorrectos sólo conduciría al desastre (conclusión de Rallo al final del tomo de su libro “Anti Marx”). Eso es lo que la experiencia nos demuestra. Karl Popper lo resumió muy bien: el futuro siempre depende de nosotros mismos, hay que actuar contra el estatalismo paternal.

Por cierto: el sector público en España tiene un 29% más de absentismo que la media. Todos los indicios apuntan a que el absentismo de los empleados públicos en Melilla es muy superior al de la media nacional. Conclusión: España es una “democracia menguante”. Hay que oír -para recordar lo que fuimos y lo que debería la aspirar a ser- a no españoles, como Rafael Cadenas, un exiliado venezolano, y último Premio Cervantes, frases tan hermosas como “estoy lleno de España”. ¿Se imaginan a algún etarra, a algún separatista, a cualquier comunista del actual Gobierno español pronunciando esa frase del poeta Rafael Cadenas? No, ¿verdad?. Es tan evidente como triste.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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