Las cosas entre España y Marruecos, a efectos prácticos, siguen igual a pesar de los esfuerzos que se realizan desde la parte española por restablecer las relaciones.
En lo que a los melillenses se refiere, la frontera sigue cerrada -en un mes se cumplirán los dos años de su bloqueo por la crisis del coronavirus-, las conexiones por mar también están suspendidas desde entonces y los vuelos que ha habido desde la península a Nador han sido contados y a un precio muy elevado. Con este panorama, las relaciones económicas, familiares, sociales, turísticas y de todo tipo existentes entre ambos lados han sido fuertemente golpeadas.
Este viernes el ministro de Exteriores del Gobierno de España, José Manuel Albares, ha asegurado que «las negociaciones con Marruecos siguen avanzando». «Venimos de una crisis profunda», ha señalado antes de remarcar que «el Gobierno marroquí está colaborando en una materia fundamental como es el control de la inmigración irregular en la frontera».
En una breve intervención en Cádiz, realizada a la militancia socialista en Jerez de la Frontera, el ministro ha expresado su deseo de “seguir conquistando derechos como la recién aprobada reforma laboral o en la restitución de las relaciones diplomáticas con Marruecos».
Unas palabras que no dejan de ser una declaración de intenciones que a día de hoy no parecen que vayan a cambiar la situación que afecta por ejemplo a una fronteras terrestres y marítimas que podrían reabrir con los mismos controles que aéreas pero que por motivos políticos, y no sanitarios como se arguye desde los estamentos oficiales, siguen cerradas.
Desde Melilla, no obstante, ya hay quienes buscan alternativas de negocio, como va a hacer la Autoridad Portuaria con una expedición comercial a Argelia. Si la situación se prolonga por más tiempo, no quedará otra opción que buscar alternativas como las que van a tomar los empresarios melillenses junto con el organismo portuario.
