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Indefensión ante el poder. Subvenciones mal organizadas que llegarán, como de costumbre, tarde.

Por: J.B.

Indefensión.

El uso del poder es algo que cualquier directivo/dirigente ha de saber utilizar para hacer que sus proyectos avancen. Como regla general, es mejor valerse más de la influencia (capacidad de mover/convencer a las personas) y menos de la autoridad (derecho a tomar determinadas decisiones y a obligar a que se cumplan).

Se ha demostrado a lo largo de la historia de la humanidad que una gran mayoría de las instituciones humanas acaban cayendo en desgracia por la ineptitud de sus gobernantes/líderes.

“El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente” (Lord Acton).

Las sociedades tienen problemas por el secuestro que las denominadas élites extractivas” hacen de sus organismos. Élites formadas por los líderes que utilizan las instituciones en su propio beneficio, o en el de su clan, menospreciando el bien común. Los líderes crean, a su vez, “instituciones extractivas”, cuyo poder lo suelen ostentar personas con pocos escrúpulos y empatía. Muchos de ellos poseen una buena imagen que engaña/convence (Pinocho Sánchez es un claro ejemplo).

Las citadas “élites extractivas” se encuentran tanto en el mundo público (partidos políticos, sindicatos, judicatura, policía…) como en el privado (finanzas, empresas, medios de comunicación, ocio…), aunque el poder/daño que pueden ejercer/provocar sobre la gran mayoría de los ciudadanos las públicas es mucho mayor y con mucha mayor indefensión.

El objetivo principal de las citadas élites es la monetización de su poder a través de la corrupción. El círculo de la corrupción es simple y tiene 4 pasos: 1) Políticos, directivos o funcionarios trafican con su influencia en empresas o administraciones públicas; 2) Estos compran con sobreprecio o en condiciones favorables a contratistas; 3) Los contratistas pagan comisiones a esos políticos, funcionarios y directivos; 4) Los abogados y banqueros esconden y blanquean el dinero.

El mal uso del poder provoca una patología cuyos síntomas son: indiferencia ante lo que otros piensan; frialdad hacia los sentimientos de otros; pérdida del sentido del riesgo o del orden de prioridades con el que se dirige la institución; instrumentalización de los ciudadanos para lograr los fines; tendencia a rodearse de personajes poco independientes intelectual y económicamente; juicio simplista, estereotipado, de los individuos y de los acontecimientos; sobrevaloración de la imagen y de las capacidades personales; etc. ¿No les suena mucho a lo que se ve en el gobierno de nuestro país y en el gobierno local?

El poder mal utilizado, especialmente el de las “élites extractivas públicas” (políticos, jueces, sindicatos, fuerzas de seguridad, etc.) crea una gran indefensión y problemas de difícil/casi imposible solución.

Enumero algunos casos que tengo constancia de que existen (espero que no sean generalizados….): Inspecciones de Hacienda (AEAT) injustas y arbitrarias que suponen la culpabilidad del “obligado” mientras este no demuestre lo contrario y que tienen a este al borde del abismo durante años hasta que, con suerte, pueda demostrar su inocencia ante un tribunal independiente; Decisiones judiciales injustas e injustificables jurídicamente que siguen adelante con la mala acción o inacción de jueces y/o secretarios/as judiciales; Obras públicas innecesarias a diestro y siniestro que tienen dos objetivos: pagar un precio inflado al contratista y recibir una compensación a cambio, que puede ser dinero o colocar a amigos y familiares; Jefes de algún cuerpo de seguridad que piden a sus subordinados que dejen de revisar a personas en busca de droga porque se provoca mucha alarma (la razón es evidente y no es necesario explicarla); Empresas públicas o instituciones públicas que utilizan el dinero público (que es de todos nosotros) para dominar actitudes y opiniones: si me tratas mal o no colocas a quien te mando, no te pago o no trabajas para mí; etc.

Debemos revelarnos, como hacen algunos los personajes de la novela Poder Absoluto de David Baldacci contra el poder absoluto del presidente de EEUU, ante el poder cada vez más grande y generalizado de estas “élites e instituciones extractivas” que, cual vampiro, nos chupan la sangre y se ríen de nosotros.

Las subvenciones eternas

Pedía, dada la gran necesidad de ayuda existente en nuestra cada vez más muerta ciudad (sin vida, comparada con otras épocas, los fines de semana porque los melillenses se van a gastar fuera), en mi artículo de fecha 12 de septiembre que las subvenciones por mantenimiento y creación de empleo se cobrasen cuanto antes, pero han pasado más de dos meses y no parece que el cobro vaya a ser rápido.

Hablando el otro día con alguien que sabe de primera mano cómo está la situación de las subvenciones que han pedido más de 2.000 empresas y autónomos melillenses, pude confirmar mis pesimistas creencias de que no se van a cobrar antes de que termine el año 2022.

Parece ser que hasta que no se resuelvan todos los expedientes no se va a empezar a pagar (tampoco se sabe cuánto va a cobrar cada peticionario, aunque sí se sabe que se calculará, dada la nula claridad de las bases, con los criterios que los técnicos de Proyecto Melilla han acordado y que se aplicarán por igual a todas las peticiones).

Es un sinsentido (parece ser obra de la Consejería de Hacienda) que se tengan que resolver todos los expedientes para comenzar a pagar y, en la práctica, supone que, con suerte, no se comiencen a cobrar las subvenciones antes de febrero o marzo del año que viene.

Sería bueno que se reforzase, con parte del mucho personal ocioso de la Ciudad Autónoma, a Promesa (recordemos que es una sociedad privada con capital público) para que, al menos, el trabajo de los deben analizar y baremar se haga con la mayor celeridad posible.

“El mayor espectáculo es un hombre esforzado luchando contra la adversidad; pero hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda” (Oliver Goldsmith, (1728-1774), escritor británico).

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