En contra de lo anunciado por el consistorio socialista, que aseguraron que los escudos de la Plaza de España no serían destruídos, sino cubiertos, se había procedido a la destrucción del primero de ellos, el correspondiente al escudo nacional del anterior régimen. Según los trabajadores, un representante municipal había acudido para indicarles qué hacer.
Ante la Delegación del Gobierno se celebró una concentración de taxis para protestar por la permisividad de las autoridades hacia los taxistas marroquíes intrusos que hacían competencia desleal. La concentración se despidió con una sonora pitada ante el Ayuntamiento.
