De vueltas al siglo XXI, a la salida del Teatro Kursaal y una vez repuesto de un torbellino de sentimientos diversos (alegría, sorpresa, tristeza, incertidumbre, emoción, reconocimiento y … ORGULLO) que ha inundado de forma irrefrenable nuestros corazones, no me imagino las mil formas de agradecerte, de agradeceros, los momentos que acabamos de vivir durante la representación de “Cabo Noval, musical para un héroe”.
Alegría, por esas escenas donde el humor y la vis cómica de los actores, que no representan sino la gracia natural del españolito de a pie,y que nos han hecho reír cuando, por ejemplo, la “Juanola”, con esos ademanes algo alocados nos recordaba que en nuestro Ejército “somos héroes incógnitos todos y nadie aspira a saber quién soy yo …” como reza una de los himnos de una unidad tan legendaria como LaLegión; o, como ese genio de nuestra literatura (y también soldado) como era Calderón de la Barca, que nos describía en su famoso verso “porque aquí a la sangre excedeel lugar que uno se hace y sin mirar cómo nace se mira cómo procede”, dejándonos claro que, en nuestras Fuerzas Armadas uno es lo que hace, independientemente de su origen y procedencia.
Sorpresa, al ver la perfecta caracterización de una coral polifónica convertidos en variopintoshabitantes de una España, quizás profunda, pero a buen seguro, llena de respeto por lo normal; de honradez callada; un reflejo de esa España que a veces añoramos, por lo sencillo, lo previsible y por lo ordenado de sus vidas, sencillas, sosegadas, pero plenas.
Tristeza, al ver una joven que siente como un hermano, que es la luz que alumbra su hogar con su esplendor natural, está en peligro; peligro real, elevado, buscado y exigido como dicta uno de los espíritus del “Decálogo del Cadete”, que acompaña a los Oficiales del Ejército de por vida, cuando en su artículo VII insta a los componentes de ese magnífico centro de formación como es la Academia General Militar a “ser voluntario para todo sacrificio, solicitando y deseando siempre el ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga”..
Incertidumbrecuando un Soldado “nacido en tierra española orgulloso de servirla con bravura y sin igual”, como desde hace ya más de cien años materializan con su comportamiento diario los Fieles Regulares no puede sino dar un paso al frente, un paso que le hace cruzar un mar a una tierra que con sus combates está sangrando el corazón patrio. Da un paso tan grande al frente pues su “deber y su honor le lleva al sacrificio” y “acepta con orgullo ese servicio”, como nuestra Caballería resume en su himno que nos recuerda gestas como las ya eternas cargas del “Alcántara”.
Emoción al ver a una cantinera de la época, que siguiendo al pie de la letra el himno de nuestra heroica artillería y “como la madre que al niño le canta la canción de cuna que le dormirá”, le canta a sus “niños, hijos, maridos, novios” que son aquellos soldados a quienes acompaña, tratando de ser, o reflejar para ellos, a todos aquellos seres queridos que añoran a diario, entre las penurias de la vida que han elegido. Cantinera que, en una especia de sublimación, representa a nuestra España que, como nos recuerda el himno de la reina de las batallas, la Infantería …” Y la Patria, al que su vidale entregó, en la frente dolorida le devuelve agradecidael beso que recibió”, mientras éstos, como el caboNoval, ven flotar victoriosa a su bandera, a nuestra bandera, a la Bandera de nuestra sentida España.
Reconocimiento a este héroe y otros tantos cuando somos capaces de retrotraernos a esa imposición de una recompensa material de enorme trascendencia, como es la Cruz Laureada de San Fernando; un San Fernando, Patrón del Arma de Ingenieros, que hemos celebrado hace unos días y cuyo himno nos recuerda que “nos guía y nos protege, castillo con trofeos de roble y de laurel, nos da su fuerza y gloria, triunfaremos con él”, como triunfa finalmente Luis, nuestro sencillo héroe, que con ese gesto generoso, se sentirá por siempre dichoso pues él “un día ante su patria llegó a demostrar que supo ser soldado español”, en la línea que marca el himno de nuestra Intendencia, ORGULLO por un sencillo compatriota, asturiano, español, que supo “Servir hasta Morir”, como reza el lema de nuestra Academia General Básica de Suboficiales y el de unidades como el Batallón de Cuartel General de esta Comandancia General de Melilla, que en el servicio encuentran su satisfacción.
Nos queda el consuelo de que el Dios de los ejércitos, que no tiene un nombre concreto, en base a la diversidad de los que servimos en sus filas, “ya le ha devuelto a la vida,ya le ha llevado a la luz”. Como podemos comprobar, este sencillo héroe nos sirve de inmortal espejo donde mirarnos a diario para marcar nuestra conducta, en el heroísmo quizás más difícil, el de tratar a diario de dar lo máximo en aras de un mejor Servicio a España. Gracias, amigo Paco, por enfrentarte, como siempre, ante el enorme reto de componer una perfecta sinfonía de valores y sentimientos, con el apoyo y la participación de un nutrido grupo de profesionales de las artes, unos, o de la milicia, otros, pero que de todos has sabido sacar lo mejor de sus corazones para ofrecérnoslo envuelto en la mística del heroísmo.
Y, sobre todo, gracias, Noval; gracias, mi Cabo,por ofrecernos a todos y, muy especialmente, a los que encontramos en la Milicia nuestro camino vital, una magnífica ocasión de saber de dónde venimos, quiénes somos y, lo que es más importante, quiénes queremos seguir siendo, especialmente en días en que no está “de moda” el respeto y orgullo por nuestros símbolos.
De Asturias con valor por equipaje
destino seguro morir eligió
el sacrificio sublime floreció
sin tener en cuenta ningún linaje
España no olvida al gran personaje
que su vida sin dudar le ofreció
en pos de luchar éste decidió
que aquel era el punto final del viaje
Laureles veremos siempre en su pecho
flanquear su noble y eterno corazón
un justo premio por cuanto ha hecho
final recompensa a su dedicación
tendrá ya siempre en su mortal lecho
eterno sudario, nuestra oración
