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Faro de Melilla, un vigía con 105 años de historia

Faro 1

Ubicado en el punto más oriental de Melilla La Vieja, en el Torreón del Bonete, esta colosal ‘antorcha’ pétrea ilumina desde 1918 el sendero de todas las embarcaciones que llegan a la ciudad con su solemne resplandor

 

De los primeros elementos que suele visualizar un pasajero cada vez que viene a Melilla es el tesoro arquitectónico de Melilla La Vieja y su faro centenario. Una inconsumible antorcha pétrea que vigila las costas norteafricanas y da la bienvenida a los barcos que llegan desde la península desde hace ya 105 años con un solemne resplandor visible en todo el Mediterráneo.

Situado en la parte más oriental del Pueblo, este edificio centenario es, sin duda alguna, el más fotografiado por quienes se acercan hasta el recinto amurallado. Una historia singular que nos lleva hasta el siglo XVI y a las primeras obras de fortificación de la plaza.

El Torreón del Bonete: la primera ‘luz’ de Melilla

Los antecedentes históricos del que es considerado un “símbolo de la ciudad” de Melilla nos remontan al siglo XVI, cuando, en el Torreón del Bonete, se erigió en 1515 la primera señal luminosa marítima en la ciudad.

Al igual que el del Bonete Chico, se hizo siguiendo las pautas marcadas por un Plan General de Obras, formando parte de los torreones y murallas del Primer Recinto Fortificado. De forma circular, tenía su cortina con pretiles (muros protectores de poca altura que se construyen para preservar de caídas en puentes, balcones, etc.) y almenas (bloques habitualmente en forma de prismas que suelen rematar la parte superior de una muralla o parapeto defensivo).

En 1527 era conocido como ‘de las Cruces’. Fue reparado por Fray Gabriel Tadino de Martinengo (ingeniero de origen veneciano) y seis años después, Sancho de Escalante, maestro de obras, hacía lo mismo con todo el frente de mar. Existe constancia de que a principios del siglo XVII (1604) ya comenzó a denominarse como del Bonete; en tanto que finalizando la misma (1699) era conocido como el ‘Palo del Suplicio’ ya que en dicho lugar se llevaban a cabo ejecuciones.

Finalizando el siglo XVIII vuelve a su nombre primitivo, Torreón del Bonete, por tener una forma parecida a la del gorro usado por eclesiásticos y seminaristas.

Torre del Vigía de Mar: origen del actual faro

Conforme iba pasando el tiempo, la necesidad de que Melilla precisaba de un faro era cada vez más imperiosa.

Es por eso por lo que en 1854 construyen un pequeño faro que en 1903 se llamaba Torre del Vigía de Mar, un torreón que disponía de una “caldereta para fogata y señal de noche para las embarcaciones” que estuvo bajo la custodia y mantenimiento de los ingenieros militares hasta que el 15 de noviembre de 1898 se hizo cargo el Ministerio de Fomento.

Cinco años más tarde de la construcción de dicha torre, en 1859, el Ministerio de Guerra comunicó a la Dirección General de Obras Públicas la necesidad de construir en Melilla un faro de tercer orden que debía erigirse sobre la Torre de Vigía que se había utilizado hasta entonces. De este modo, entre los años 1859-1895, fueron sucediéndose las propuestas y proyectos para la edificación de lo que sería el futuro faro de Melilla, así como el de las islas Chafarinas y los peñones de Vélez de La Gomera y Alhucemas.

Finalmente, el 8 de enero de 1895 se aprobó el Plan de Faros y el día 22 de ese mismo mes el diario ‘La Gaceta de Madrid’ publica el Real Decreto que autoriza la subasta de las obras de los faros de la isla de Isabel II (Chafarinas), Melilla y los peñones de Vélez de La Gomera y Alhucemas con un presupuesto total de 98.193 pesetas y 33 céntimos. En el caso concreto de Melilla, se estableció para el faro “una luz blanca con ocultaciones en grupos de dos”, según el Plan de alumbrado marítimo de la península, islas adyacentes y posesiones del norte de África, aprobado por la Real Orden (RO) de 1902.

El 1 de agosto de 1911 se inauguraba el nuevo faro, sustituyéndose definitivamente el antiguo aparato militar de luz roja con lentes escalonadas construido en París en 1890 por la Casa Barbier, por otro de luz blanca con características diferentes.

Faro actual

Entrados ya en pleno siglo XX, se empezó a trabajar en la construcción de un faro nuevo de mayores dimensiones y más consistencia que pudiera soportar los fuertes temporales de levante.

El proyecto se encargó al ingeniero Manuel Delgado Delgado, que incluyó una casa para el farero.

Las obras comenzaron el 28 de junio de 1917 y duraron varios meses, puesto que había que adecuar el terreno para la nueva edificación.

Finalmente, la noche del 22 de julio de 1918, y tras haber superado varias pruebas, se iluminaba por primera vez el nuevo Faro de Melilla. La custodia de dicho edificio está asignada a la Autoridad Portuaria de Melilla.

Desde ese momento, su lente escalonada de sistema Fresnel no ha dejado de alumbrar en ningún momento a todos aquellos barcos procedentes de diversas partes del mundo que han atracado en la ciudad atraídos por el sublime fulgor de esta fabulosa ‘perla’ española enclavada en el norte de África.

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Miguel Rivas

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