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Europa, problema… y solución progresista

España, dentro de Europa, puede tener solución pero, al mismo tiempo, Europa y el populismo rampante, la falta de libertad y la pobreza democrática, la estatización -el advenimiento europeo de las masas al poder social y las dictaduras disfrazadas de ‘progresismos’- son, también, el problema
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En la política nacional el 17 de agosto pasó y ocurrió lo que se esperaba: Pedro Rollán, del PP, fue elegido, con mayoría absoluta, presidente del Senado; Francina Armengol -una socialista pro catalanista, desalojada de la presidencia balear en las últimas elecciones autonómicas, sanchista y sacada de la chistera por el ‘amado líder’, Mao Sánchez, para carnaza de los separatistas- fue elegida presidenta del Congreso y tercera autoridad del Estado, lo cual da una idea de cómo está el Estado, todavía español.

La chusca forma de ‘prometer’ cumplir no se sabe qué por parte de muchos de los congresistas, requisito indispensable para conseguir el acta de diputado, fue una demostración más del esperpento chusco al que nos están conduciendo buena pare de nuestros políticos, autodenominados ‘progresistas’.

Es asombroso el repugnante mal uso de la palabra progresismo, palabra que el diccionario de la RAE define como: “Ideología y doctrina que defiende y busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos y especialmente en el político-social”.

¿Qué partido es ‘progresista’? Desde luego no lo es el que dice buscar el desarrollo y el progreso de la sociedad -eso lo dicen todos- sino el que lo consigue. Son los hechos, no la auto propaganda partidista, los que determinan si una determinada ideología es progresista o no lo es.

¿Es progresista el comunismo? Los hechos nos demuestran claramente que no lo es, ni en el presente ni en el pasado, ni es racionalmente previsible que lo sea en el futuro.

El antónimo de ‘progresar’ no es ‘conservar’, sino ‘retroceder’. ¿Con qué ideología se retrocede? Con el comunismo. ¿Con cual se progresa? Con el capitalismo y la libertad individual. ¿A qué nos aboca el sanchismo? A más comunismo, mezclado con los enemigos de España, un verdadero cóctel molotov.

Volvamos a Ortega y Gasset y su tiempo, que tiende a repetirse: “La palabra regeneración no vino sola a la conciencia española: apenas se comienza a hablar de regeneración se empieza a hablar de europeización (…). Regeneración es inseparable de europeización; por eso apenas se sintió la emoción reconstructiva, la angustia, la vergüenza y el anhelo, se pensó la idea europeizadora. Regeneración es el deseoeuropeización es el medio de satisfacerlo. Verdaderamente se vio claro desde un principio que España era el problema y Europa la solución».

Menos mal que España sigue estando en Europa y que formamos parte de la Unión Europea, que, por cierto, nos ha prestado -no regalado- mucho dinero. Ahora, por desgracia, es mucho más cierto que entonces ese dicho orteguiano -que hizo fortuna- de que España es el problema y Europa la solución.

Pero, volvamos otra vez a Ortega: “Hay un hecho que para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas cabe padecer. Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas… (comentarios a España invertebrada, 1922)”.

Conclusión: España, dentro de Europa, puede tener solución pero, al mismo tiempo, Europa y el populismo rampante, la falta de libertad y la pobreza democrática, la estatización -el advenimiento europeo de las masas al poder social y las dictaduras disfrazadas de ‘progresismos’- son, también, el problema. La esperanza es que podamos superar esta etapa de nuestra civilización.

 

Melilla, y el desarrollo de esta ciudad laboratorio

Tuve este pasado viernes una sumamente interesante reunión con un empresario melillense y universal. Coincidimos en muchas cosas, entre ellas en que -como vengo diciendo y escribiendo desde hace muchos años- Melilla, nuestra ciudad, es una ‘ciudad laboratorio’, con todo el peligro y, sobre todo, el atractivo que ello implica.

Coincidimos, también, en que si Melilla no se desarrolla económicamente, si no se convierte en esa especie de Gibraltar que puede, y debe, llegar a ser, no será nada, dejará de existir.

Asimismo coincidimos en que hay dos caminos por los cuales nunca se alcanzará el imprescindible desarrollo económico melillense: el primero, vía Marruecos, que tiene decidido acabar con la Melilla española; el segundo, mediante la iniciativa y la tarea desarrollista de la administración pública, de la burocracia exagerada y exasperante (burrocracia, le llamo yo), de ese todo es público que especialmente asfixia a nuestra ciudad.

Solo a través de iniciativas privadas, imaginativas y libres, alentadas y apoyadas por la administración pública -caso del alcalde de Málaga, el admirable Francisco de la Torre, por citar un único ejemplo cercano y archiconocido- en vez de ser obstaculizadas -como es el caso de Melilla- se puede lograr ese cambio económico y ese desarrollo que nuestra ciudad laboratorio necesita para sobrevivir.

 

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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