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Esta Melilla comunista, todo público, y triste

MELILLA HOY 07 12 2023

Carta del Editor. MH, 7/12/2023

Enrique Bohórquez López-Dóriga

 

Esta Melilla comunista, todo público, y triste

Creo, como creía Hayek, que toda ampliación de la actividad estatal por encima del mínimo necesario e imprescindible para el mantenimiento de las instituciones jurídicas que hacen posible el mercado y el derecho de propiedad, ha de de considerarse como contraria al mantenimiento de la civilización. Por eso el Estado de Derecho -ese que Sánchez y sus coaligados comunistas pretenden destruir hoy en día- es tan importante, porque “constituye una gran protección del ciudadano privado contra la tendencia siempre creciente del mecanismo burocrático a absorber la esfera de acción privada propia del individuo.

Melilla era y sigue siendo una ciudad socialista, o sea comunista, cuyos objetivos y programas, públicos, son inviables, “tanto en cuanto al logro de los objetivos propuestos como a la eficacia de su gestión”

”En este sentido, yo no esperaba ningún avance con el gobierno local anterior y su estrambótica composición, pero creía -o ansiaba- un profundo avance con el nuevo y homogéneo gobierno local. He de decir que, transcurridos ya más de cinco meses, la desilusión, la decepción, empieza a invadirme. Me preocupa y me duele cómo está Melilla. Me atormenta ver que no se está creando la estructura política, local y nacional, necesaria para que Melilla cambie. Es inevitable elevar, siguiendo a Pablo Neruda, “una canción desesperada” por Melilla.

Melilla era y sigue siendo una ciudad socialista, o sea comunista, cuyos objetivos y programas, públicos, son inviables, “tanto en cuanto al logro de los objetivos propuestos como a la eficacia de su gestión”(F.Hayek). Que el socialismo-comunismo es incapaz de cumplir lo que promete es -guste o no- una evidencia empírica. Que mintiendo, como hacen casi todos los políticos (no todos) no se arreglan los problemas es también una evidencia. Si en Melilla seguimos con la estructura -comunista, todo público, y no me refiero a ningún partido político concreto- que ya padecemos, esta querida ciudad desaprovechará todas sus posibilidades económicas y sociales, que son muchas, y morirá.

Dice la Constitución Española, artículo 9: Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico. Ayer cumplió 45 años la Constitución de España . Se aprovechó en Melilla la celebración -con muchos menos asistentes de lo deseable- para hacer puentes vacacionales… y ¡otra de gambas! “Todos estos que se pasan el día conspirando con gente contraria a la Constitución no son de izquierdas”, declara Alfonso Guerra. Pues más gambas para Pedro Sánchez, el líder en cambios de opinión de un partido que, en palabras de su poderoso ex presidente, ya no es el PSOE, es otra cosa.

¿Y la amnistía, de la que Sánchez prohíbe hablar? Se pueden dar todas las vueltas que se quiera, o que te manden dar, al tema de la amnistía, pero la esencia de tal barbaridad es simple: “La amnistía que va a aprobar el Congreso de los Diputados es un mero intercambio de impunidad a cambio de siete votos para que Sánchez siga en el poder. Hay que decir esto una y otra vez para que la discusión posterior no nos haga olvidar el origen abyecto de este trance nacional. Si la ambición enfermiza del líder socialista y la sumisión de su partido no hubieran borrado de la política de este país todo atisbo de vida inteligente, sobraría cualquier otra razón para oponerse a la amnistía. Pero hay otras muchas” (Antonio Caño en El Mundo, el 1 de diciembre).

Ayer fue el Día de la Constitución. Un día para celebrar, pero, desgraciadamente, enmarcándolo en el drama de que hoy “el Gobierno de España es una marioneta al servicio de los intereses espurios de Junqueras, Puigdemont, Ortuzar y Otegi»

Ayer fue el Día de la Constitución, el pilar de las normas legales y morales que hacen posible un orden más libre que cualquier otro que pudiera obtenerse a través del control centralizado. Es, debería haber sido, un día para ser celebrado, por encima de cualquier partido político, aunque, desgraciadamente, haya que enmarcarlo en el drama de que hoy “el Gobierno de España es una marioneta al servicio de los intereses espurios de Junqueras, Puigdemont, Ortuzar y Otegi. Es el triunfo de la ignominia”(Francisco Marhuenda, en el diario La Razón, el 2/12).

Posdata

No todo son malas noticias en la España de hoy. Por poner un ejemplo: va a volver a jugar el gran Rafa Nadal. Su grandeza se hace aún más grande. “Gracias. El legado de Nadal”, es un nuevo libro dedicado al genio humano y tenístico, ahora escrito por el periodista Sebastián Fest. Es un gran título. El legado de Nadal es inmenso, como el agradecimiento que los españoles le debemos. Cuando ahora se observa cómo está el patio, todas las gracias a Nadal se quedan cortas, en comparación con lo que nos ha legado.

La libertad, que tanta falta nos hace, entendida no tanto como un modo de actuar sino como una manera de pensar

También se acaban de cumplir 60 años del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, que conmovió al mundo. Kennedy se convirtió en un mito, un icono -con más o menos fundamento- de la libertad, que tanta falta nos hace, entendida, como el filósofo Epicteto, no tanto como un modo de actuar sino como una manera de pensar. Además, pensar es gratis.

 

 

 

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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