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Columna abierta

Espíritu lacayo

La última del PP madrileño es de órdago, en concreto la inauguración de una plaza en un lugar céntrico de la capital de España con el nombre de Margaret Thatcher. Lo cierto es que entre los argumentos esgrimidos los hay de toda índole aunque me quedo con los aportados por dos dirigentes del partido en esa comunidad, Ana Botella, la alcaldesa no electa de Madrid y la presidenta del partido, la polémica y cursi Esperanza Aguirre. Esta inauguración es un nuevo ejemplo de la falta de claridad doctrinal del partido gobernante, entre otras cosas porque se declaran liberales cuando lo cierto es que son uno de los mayores enemigos de esta ideología que, en España, no tiene implantación debido a la oposición manifestada hacia ella de parte de prácticamente todo el arco político. Pero vayamos a los argumentos esgrimidos para justificar lo que considero a título particular como un atentado a la dignidad de los españoles.

Destaca Ana Botella de Thatcher “su compromiso con la libertad”. En efecto, con su libertad y la de sus compatriotas británicos porque lo cierto es que en otras partes del mundo le importó bien poco esa libertad. De hecho defendió regímenes dictatoriales ahí donde servían a los intereses de su país, al más puro estilo Kissinguer, otro afamado idiota, por cierto. Fue, afirma “una persona de talla histórica”. Sí, lo fue en su país, pero no en España, por lo que no se justifica una plaza con su nombre y menos en la capital de nuestro país. Fue “una política transformadora”; lo cierto es que todos lo son, para bien o para mal. Thatcher no inventó el liberalismo que, por otra parte, aplicó según sus preferencias e intereses. Dice Botella que “defendió los intereses británicos con ahínco”; exacto, pero no los españoles. De hecho era una afamada antiespañola y defendió la violación del derecho internacional al no cumplir con la resolución de Naciones Unidas que obliga a la restitución de Gibraltar a España. El cúmulo de gansadas de Botella termina afirmando que “participó en las grandes decisiones y acuerdos precursores de la Unión Europea de hoy”. Lo cierto es que entre la UE de hoy y la que se encontró la mandataria británica en 1979, cuando accedió al poder, media un abismo.

Thatcher es la inventora del famoso cheque británico, la que ralentizó el proceso de integración, la del ‘I want my money back’ y la que logró que España tuviera que aportar más al presupuesto comunitario para devolver a Reino Unido parte de lo que aportaba a Bruselas en compensación por la elevada carga contributiva a la PAC. Thatcher era antieuropea y antiespañola y no se merece ninguna plaza en España. Por su parte, la tal Aguirre, que dijo que dejaba la política pero ahora vuelve, también ha justificado la plaza con dos gansadas. Dice que “es de justicia este reconocimiento” y que “hizo de Gran Bretaña el gran resurgimiento”. Sin comentarios.

Por cierto, Aguirre es la dirigente política, después de los nacionalistas vascos y catalanes que más ha hecho por destruir la lengua española con su estúpida política de imponer el inglés como lengua vehicular obligatoria en la enseñanza de la comunidad de Madrid, ahí es nada. Todo esto refleja el espíritu lacayo que impregna a estas personas, el afán de sumisión al mundo anglosajón, la falta de carácter e ideas de su partido y por supuesto, el escaso patriotismo de estas dirigentes. En el lado de la izquierda ha ofendido el nombre de la plaza pero no porque Thatcher fuera inglesa o antiespañola o por no entregar Gibraltar, no, sino porque era liberal. Como ven, la casta política a lo suyo, la indecencia en grado superlativo.

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