El diario El Mundo publicó ayer una entrevista a Friedrich Sell, un profesor de la universidad de Munich que ganó popularidad en el país tras un artículo en el que clasificaba a España como un Estado fallido, y en el que pedía que los fondos europeos no fuesen directamente al gobierno, sino que fuese el FMI quien interviniese y decidiese donde destinar dichos fondos.
Sell describe a España como un estado fallido porque, en un estado fallido, ninguno de los tres poderes sigue cumpliendo con lo que establece la Constitución y con lo que el pueblo espera de ellos. Según el profesor germano, tenemos una crisis constituciones de Gobierno y de partidos. Y no se equivoca para nada. Tenemos un Gobierno influenciado y sostenido por comunistas y secesionistas, que ataca a la justicia y al rey. Además, hay continuos conflictos entre algunos Gobiernos regionales y el central. Los enfrentamientos entre Gobierno y oposición son también constantes, y se ve imposible que en algún momento puedan sentarse a negociar o a implementar alguna medida conjunta que beneficie al conjunto de la sociedad. Siempre estarán buscando el bien partidista. Las elecciones son lo único que les importa, y tiene sentido, puesto que la única manera de poder implementar sus proyectos políticos es ganar las elecciones.
Es por esto, además de porque solo ve “ideas políticas de subir el gasto con fines electorales” por parte del Gobierno Español, que el profesor Sell considera irresponsable entregar el dinero europeo al actual Gobierno de la nación. Y vuelve a estar en lo cierto. Es tremendamente irresponsable entregar fondos de los contribuyentes europeos a un Gobierno como este, obcecado con subir el gasto político y dilapidar los fondos europeos con fines electorales.
El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o cualquier otro organismo (realmente independiente) deberían intervenir y encargarse de la distribución de los fondos europeos. Nos jugamos no solo la recuperación económica, sino también la credibilidad en Europa. Una credibilidad que es indispensable para el correcto funcionamiento de cualquier economía. No podemos seguir así.
