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Melilla en mi recuerdo

Entrar “de gorra” al fútbol

melillahoy.cibeles.net fotos 836 Antonio Salido

Como continuación a mi colaboración anterior ¡MELILLA SOL DE ESPAÑA EN ÁFRICA!, y como nos la ingeniábamos los chavales y jóvenes en aquellos años 50/60 para acceder a ver al Melilla C.F. Existió otra etapa como U.D. Pero, en mis años vividos allí era Club de Fútbol. Entrar con pantalón corto de la mano de un “buen samaritano balompédico” o saltando la valla (del Estadio Álvarez Claro, “no confundir”) por la parte frontal al Barrio la Victoria ya se quedó atrás, tal como cité anteriormente.

Mi calle, siempre la seguiré llamando así, aunque posiblemente en aquella calle tan entrañable y querida en aquellos tiempos y de una vecindad muy familiar, por lo menos para mí, ya no quedará nada familiar, todas las viviendas, incluso la que fue de mis padres estarán ocupadas por nuevos vecinos, actualmente según me cuentan por una gran mayoría musulmana, en mis tiempos solo habitaba la familia de Hamed o “Jamete”, eran unos vecinos estupendos y muy queridos por todos, a su sobrino le apodábamos “Ramallets”, le gustaba el puesto de portero y lo hacía bien, era la casa que daba a la escalera en su parte superior, lindando con la C/A, o la calle de Emilio, que era una tienda muy conocida y adquirió ese nombre del dueño del ultramarinos, nombre de esas tiendas que tampoco se su procedencia o sentido (Río Ebro ahora). ¿A dónde vas?, a la calle Emilio. La mía era la C/F (ahora calle Río Segura), mi casa era el nº 6. Esa calle antes era cerrada sin acceso a coches, solo motos y bicis podían circular mínimamente por su parte inferior que existía un paso estrecho pegado al muro que daba a un barranco (ahora lo he visto tapado en unas fotos que muy amablemente me mandó mi amigo Paco Veira-padre y pueden entrar vehículos tanto por arriba como por abajo).

Por dicho motivo, era una calle muy familiar y donde nos sentábamos todos los vecinos, padres, tíos y los críos o muchachos en nuestras horas de ocio, allí se hablaba y se comentaba de todo y especialmente por las noches, amenizaba las tertulias el bueno de Victoriano con su buen cante, qué garganta tenía este hombre, Angelillo, Pinto, Marchena, Antonio Molina, el Caracol, ahí a capela tocaba o más bien cantaba “todos los palos flamencos”. Existían tres casas muy juntas dos delante y otra en la parte de atrás que eran todos familia entre si. Victoriano y Dolores con su hijo Ricardo “el Inglés” que era muy rubio y de ojos azules (fue G.C.) ahora vive en Almería con su familia. Detrás creo que era C/C vivía su hermana Angelita casada con Manolo y sus hijos eran Manuel Ángel, Ricardo y Angelita y al lado de la casa de Dolores, vivían Antonia (sobrina de la anterior) y Antonio Font, sus hijos Mari Loli (esposa de Francisco Veira) y su hermano Antonio Francisco. Qué gran familia cuánto nos queríamos mutuamente y nos queremos. De los mayores solo vive Antonia y por muchos años con salud, a los demás que descansan el la Purísima mi más querido recuerdo en su memoria.

He dejado para el final a Antonio Font, gran barcelonista y del Melilla como yo, un día comentando en aquella acera cada cuál con su silla de madera rizadita artesanal o butaca sentados allí en al acera frente a mi casa, que era el lugar más habitual de reunión, comenté yo lo de entrar al campo de fútbol con pantalón corto gratis y el rechazo en principio del portero, con la consiguiente vergüenza que sentí. Antonio, que trabaja de repartidor con una camioneta de la empresa WEIL de cervezas, gaseosas y otras bebidas refrescante sobre todo de la marca creo que desaparecida KIT (de naranja y limón). Esa fábrica o empresa estaba antes de comenzar la carretera que subía al Barrio la Victoria y la de Farhana creo que también, era una especie de explanada, un poco más arriba estaban los “peligrosos” depósitos de fuel, “una bomba” en pleno casco urbano.

Antonio me comentó que le hacía falta un chico, para vender por las gradas con un cubo las bebidas desde el ambigú que él montaba, unas veces le tocaba en sol y otras en sombra, y así “podrás ver los partidos gratis” me comentó, “además de ganarte unas pesetillas de comisión”. De verdad, me daba cierta vergüenza ir entre el público “vociferando” como hacían otros y muy bien, “hay cervezas, cola, Kit de naranja, Kit de limón”. Yo de verdad, de comisión me sacaba poco, no me “destrozaba vendiendo” aunque el bueno de Antonio siempre me daba algo más.

Un domingo se jugaba el partido Melilla-Villarrobledo, me acordaré siempre, además en ese equipo manchego jugaba de lateral izquierdo, el que luego fichó precisamente por el Melilla y lo hizo muy bien varias temporadas, me refiero a Herrero. Mientras estaba el partido en juego yo me quedaba parado en la parte superior de las gradas, ese día me encontraba en sombra y hacía algo de fresco, yo con el cubo de cinc, las bebidas y el hielo allí parado, cuando de pronto se gira y me grita un señor que estaba sentado justo delante de mi y del cubo, ¡coño, niño, pero que haces me estás mojando todo el pantalón y el culo! Efectivamente, no me había dado cuenta y el hielo como es normal se iba derritiendo, el cubo, yo sin saberlo tenía un pequeño poro y “el chorrito de agua helada” nos jugó esa mala pasada, a ese buen señor sobre todo. ¡Qué bochorno, qué mal lo pasé!
Me retiré de allí, se lo conté a Antonio y ya no me moví del ambigú, él me animaba dándome ánimos, ¡Tranquilo Antoñín! Me decía, que eso se arregla en un momento en manos de un “hojalatero” de esos que van por el barrio. Efectivamente, al día siguiente, uno que creo era hebreo me lo arregló, en aquellos tiempos era muy usual echar mano de esos trabajadores artesanales a domicilio, los cacharro de cocina como olla, cacerolas, cacillos, y también cubos no se tiraban como ahora así como así, todo se arreglaba. Qué maestría y maña tenía aquel hombre. Iban con una especio de infernillo de carbón, su restañador manual que allí lo calentaban, la lima, el estaño y unas barras que no recuerdo su nombre que frotaban donde estaba el agujero ya lijado y limpio, antes de estañar. Una pesetilla y andando, a buscar otra clienta o cliente, en esas horas de trabajo, mayormente estaban en casa nuestras madres.

Hoy en día todo es mucho más fácil, menos artesanal y poco complicado, “se tira el cacharro viejo y se compra otro nuevo. Pero, ¡Cuidado!, que tal como va la economía familiar de muchos españoles actualmente, ya veremos. Ojala que aquellos tiempos de tanta miseria no los volvamos a vivir, aunque desgraciadamente ya está ocurriendo según estadísticas en unos dos millones de hogares españoles y quien lo tenga (el hogar me refiero.Trabajo y hogar son artículos/elementos de “lujo”).

Todo lo demás, como recuerdo de todas las personas queridas, familiares, vecinos y amigos y todas las vivencias acontecidas y muy añoradas, sí que eran muy bonitas, nosotros los niños nos divertíamos a nuestra manera y nuestros mayores, eran otros tiempos, estaban vivos.

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