"Despedida a los libros y a tantos artículos que siempre me han emocionado", por Adelaida Díaz Gálvez: No hace mucho leí un proverbio del Islam que decía: “Que las lagrimas derramadas son amargas pero son más las que no se derraman”. Mis queridos amigos, han sido tantos años de compañía la que me habéis dado, que interiormente he sentido una pena que podría compartir con otras contrariedades con lo que la vida a veces nos sorprende.
Estimada apenada autora:
Desde mi pequeño rinconcito, con gran nostalgia y la respiración entrecortada he leído la triste despedida con la que nos participa la renuncia a una de las cosas más hermosa de la vida, las letras, esos signos que con sus diferentes grafías y sonidos nos envuelven desde que nacemos acompañándonos continuamente en el transitar por esta vida, como un disciplinado y fiel soldado que nos da su protección en los diferentes avatares de la vida, como un escudo impenetrable ante cualquier tipo de agresión, pues se podría decir que es multiuso, lo mismo nos sirve para aclamar la belleza que no rodea, que para defendernos de las injusticias que en esta se promueven, defendernos de los rufianes, que honrar a nuestros semejantes, y así podría indefinidamente hacer comparaciones para ejemplarizar la grandeza de la misma. Personalmente creo que se adhiere y nos recubre a nosotros como una segunda piel que nos envuelve y que nos acompañará en todo el recorrido por esta vida, sin que podamos, ni siquiera renunciar a ello, pues de principio forma parte intrínseca de nosotros mismos, y aunque en algún momento de amargura o rabia renunciemos, esta no tendrá dicho efecto, por lo que através de estas líneas, espero y deseo poder infundir la esperanza necesaria para que siga haciendo alarde de este menester, pues una vez investido, no se puede renunciar, hay que morir con las botas puestas, hasta el último suspiro. Con todo mi respeto quedo de usted atentamente.
