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En memoria de mi profesor Juan Cantó Rubio

Juan Cantó Rubio y Lubomira Hromkova

Bruselas, 2021

Hola, mi querido Profe:

En el mes de abril, cuando le llamaba a su móvil y siempre me salió: The number you have dialed, is not in use. ¿Qué pasa? ¿Cómo está? Aún no tengo pánico, porque hace un par de meses, cuando le llamé y su móvil estuvo también sin uso, porque Usted estuvo ingresado en el hospital. Pero, al llamar varios días, con la misma voz automática, me temía lo peor. Me puse al Google y me salieron las noticias, que Usted ha fallecido el día 21 de marzo de 2021. Lloré mucho, lloré, porque no pude despedirme, porque sé, que tenía muchos planes conmigo, como escribir un libro juntos sobre la Unión Europea –que yo añadiría mis experiencias de Bruselas, …tenía planes conmigo como educar a la gente sobre la Unión Europea, como educar a los maestros en las escuelas sobre la Unión Europea, para que puedan difundir los mensajes de Monnet a sus alumnos. Hablábamos por teléfono regularmente y siempre el día 11 de noviembre, el día de su cumple. Era fácil recordarlo, porque siempre me mencionó que nació el día que se firmó el Tratado de Versalles. Bueno, solo un par de años después.

Para mí, tal y como para muchos, Usted era inmortal. ¿Por qué? Porque le conocí en julio de 2001 en Alicante, donde inició un proyecto sobre los Encuentros de Jóvenes Diplomáticos, donde cada año reunía sobre 20 diplomáticos jóvenes de todo el mundo. Lo hizo a sus 76 años de edad, cuando la mayoría de sus compañeros de la misma edad están felizmente jubilados. A su edad movilizó los recursos del ayuntamiento de Alicante, varios patrocinadores, porque “los chicos tienen que comer y beber muy bien”. Era muy orgulloso de su región de Alicante, de la cultura de los moros y cristianos y veía la migración como una cosa muy natural. Me acuerdo, cuando aún era diplomática en Madrid, que íbamos junto a Elche, claro –me llevó en su coche a pesar de mis protestas para que conduzca yo (Usted tenía más que 80 años y en aquel momento no sabía que me llevaría en su coche al hotel unos 13 años más tarde). Me enseñó las palmeras de Elche y las mejores gambas en un autogrill. La comida española era una de las claves de sus encuentros diplomáticos. A pesar, de que Usted era ya jubilado, jamás dejó de soñar con una Europa más justa y solidaria. Como un sacerdote (aunque Usted no lo aparentaba) y académico de arte, tenía una sabiduría enorme de los libros de todo el mundo. Le tenía muchas veces al teléfono (pero ahora me parece todo tan poco), y me hablaba sobre el Vaticano, la influencia de la Biblia, la evolución de la religión, los mensajes escondidos en la obra artística, sobre la política de hoy, incluso hablamos sobre la crisis del coronavirus donde lo tenía claro, que la enfermedad no vino solo por venir, sino que era creada. Muchas veces le tenía que pedir, que me repita sus ideas, para entender mejor porque sabía mencionar muchos datos en un suspiro y yo quería encajar bien sus pensamientos…Siempre, cuando no le respondía a sus emails unos días, se preocupaba por mí, y siempre tenía tanta energía, que me temía que después de nuestras charlas, tendré muchas nuevas tareas.

Usted era incansable. Jamás he encontrado una persona tan energética, llena de vida, llena de proyectos, ágil y trabajadora –levantarse tan temprano para trabajar, leer y escribir, especialmente a su querido diario MELILLA HOY. Siempre venía a Madrid para asistir a las recepciones de los diplomáticos. A pesar de tener algunos problemas de salud, siempre se recuperó bien, y SIEMPRE me decía “Luba, estoy como un chico”. Y nos reíamos como locos. Luego, lo modificaba un poco, que quizás no puede andar como un chico, pero que su mente lo compensa.

Estoy muy agradecida por haber podido presentarle a mi hijo Timur en febrero de 2019 en Alicante. Y como se podría esperar, nos llevó a comer en un bar típico de calle en Alicante. Mi Timur era súper feliz de conocerle a Usted, a su nuevo abuelo. Queríamos venir en 2020 pero el coronavirus nos impidió viajar. Entonces hablábamos por teléfono.

Una sola vez admitió que estaba cansado. Era el día de su último cumpleaños, el pasado noviembre, cuando le llamé, y su teléfono lo cogió su hermana. Me lo pasó. Justo le daban el alta del hospital, porque se cayó y se había roto su caldera. Su voz era muy bajita, apenas le podría oír, suspiraba, y por primera vez en su vida Usted me dijo algo, que aún me llena los ojos de lágrimas: “Luba, estoy cansado “. Le animé, intentaba bromear como siempre, pero no pude parar mis lágrimas.

Sé que Usted tenía una vida de envidia. Su familia es enorme. Cuenta con docenas de chicos, que hoy en día son embajadores, funcionarios de la UE, miembros del Parlamento Europeo, …y más, son amigos entre ellos. Porque esos encuentros en Alicante, esas comidas, tenían un valor enorme – crear unas amistades.

Para mí, Usted estará siempre en mi corazón, como la persona de ejemplo. Una persona de ejemplo que nunca es tarde para comenzar proyectos nuevos, que la edad no es nada, que lo que vale son nuestros valores humanos, el arte de humanidad, el arte de evangelizar y que incluso, a mis 77 años puedo iniciar cualquier proyecto grande, que siempre uno puede hacer amigos en cualquier edad, y que por supuesto, podría conducir mi coche hasta 96 años. Y mucho más.

Para Usted siempre seré su bambina Luba, y siempre, especialmente en momentos difíciles, recordaré sus palabras: Luba, tienes futuro. Luba, vales mucho. Tu Profe del alma.

Hasta Siempre, mi Profe.

Con mucho cariño,
Luba

(Lubomira Hromkova, era diplomática de Eslovaquia en Madrid (2002-2006) y trabaja desde marzo 2007 en la Comisión Europea en distintos cargos como funcionaria.)

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