“Te lo juro y no te miento, que una cosa es la Yunta y otra el Ayuntamiento”. Había una Dictadura, sí. Una falta de libertad, también… Pero seria para otra cosa y no para la “puerta del Ayuntamiento”. Esa puerta era libre. No tenía ese control que hoy tiene. Dicen que para SEGURIDAD.
¿Tan importantes son los tesoros humanos que allí dentro se guardan? Pues antes, en la Dictadura, había también un alcalde, concejales, funcionarios, empleados, en fin , personas, seres humanos, que consideraban” hermanos”, a los que en realidad daban vida a la ciudad, y que gracias a ellos, el Ayuntamiento tenía una razón de ser.
Pero hoy, en lugar de hermanos, parecemos”primos”. Y no lo digo en plan ofensivo, sino en plan familiar, ya que los consejeros y consejeras, que hace cuatro días, los conocerían en sus casas a la hora de comer, entran y salen como Pedro por su ídem. Incluso algunos tienen llave propia. Sin embargo, el melillense contribuyente, que en realidad es el que da identidad, valor y razón de ser, .repito, a ese Ayuntamiento, tiene en la puerta, dos guardias, tres vigilantes, barandillas separadoras y una maquina chivata de esas que pitan… y no sé que mas, componentes todos ellos, veladores y defensores, según dicen, de la seguridad. ¿De la seguridad? ¿De la seguridad de que?…Pues todavía no me he enterado yo, que algún visitante de fuera, haya sido llamado por el Juzgado, con motivo de alguna picardia. Sin embargo los de dentro,…. pues que quieres que te cuente que tu no sepas. ” Por muchas rejas y candados, Antonio Vargas se ha fugado” como cantaba Imperio Argentina, en “Carmen la de Triana”.
En fin, que una cosa es la Yunta y otra el Ayuntamiento, como dice la sevillana que este año se iba a bailar en la Feria. Pero con tanto yantar, la yunta ha pasado desapercibida.
Claro que todo tiene una explicacion. Hoy el Ayuntamiento tiene que tener control de seguridad para los de dentro, como bien lo demuestra, todo el entramado que hay montado a su puerta. . Pues tal vez, la Dictadura, esa seguridad la tuviera montada para los de fuera. No en las oficinas y despachos de dentro, sino en las calles…… ¿Qué me calle? Pues me callo.
