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El vicario invita a que la cruz del Cristo de la Paz “sea la cruz salvadora de toda la humanidad”

El majestuoso trono del Cristo de la Paz, portado sobre un Gólgota de flores moradas, cumplió ayer con su estación de penitencia en la siempre sobrecogedora noche del Jueves Santo. En la jornada del amor fraterno, el vicario episcopal, Roberto Rojo, mostró su deseo porque esa cruz del sacrificio y el amor fraterno, «sea la cruz salvadora de toda la humanidad». En esta jornada, el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, pidió que en estos días se recuerde a tantos cristianos perseguidos y asesinados en el mundo, pero también a los musulmanes convertidos en víctimas a manos de fanáticos. La salida del trono del Cristo de la Paz desde el lateral de la parroquia del Sagrado Corazón no estuvo exenta de dificultad, después de que un cable del tendido telefónico se enganchara sobre la parte superior de la cruz y obligara a uno de los responsables de la cofradía a recurrir a una escalera, pero no para desclavar a Jesús como recuerda la canción de Serrat, sino para soltar el cable y que el trono pudiera iniciar su estación de penitencia.

A pesar de este contratiempo, a las ocho y media de la tarde se llevaba a cabo la salida procesional. Los responsables de la Cofradía se reunieron en la Plaza Menéndez Pelayo, junto al trono, para homenajear a quien durante 25 años fue el capataz de este hermoso trono en la nueva etapa de las salidas procesionales: José Guerrero, al que se le hizo entrega de una imagen del Cristo. El homenajeado, fue el encargado de dar los toques de salida en la campana del trono, iniciando así su salida procesional.

José Guerrero, apuntó en Tele Melilla que este había sido un momento de gran emotividad, en especial porque tuvo la suerte de ser uno de los artífices en lograr a comienzos de los años 80 que unos postes de la luz que comenzaban a retirarse y sustituirse por farolas, se reconvirtieran en la cruz sobre la que descansa el Cristo de la Paz.

Procesión
La Melilla creyente estuvo con él, con el Cristo de la Paz en su trono dorado y sostenido en un monte Gólgota de claveles de color sangre de toro, apostando por el movimiento cofrade melillense y su Semana Santa. La devoción de los cofrades quedó de manifiesto por el hecho de que aunque con capacidad para 90 portadores, finalmente salió a la calle con casi 100 costaleros. El Cristo de la Paz, de la Cofradía de la Soledad, contó ayer con el respaldo y cariño de la Melilla cristiana y católica, que le arropó en su estación de penitencia. Las saetas también sembraron su camino, como la Banda de Música Ciudad de Melilla con las marchas preparadas para tan singular jornada. El olor a azahar e incienso animaron a los presentes a la oración y el recogimiento.

Una vez el trono entró en carrera oficial y se llegó a la tribuna de autoridades, el vicario episcopal, Roberto Rojo, le dedicó una pequeña oración. «Jueves Santo. Amor fraterno. En esta grandeza de esta cruz, se engrandece el alma porque ¿cuánto más amor se puede pedir a quien sabe dar la vida e incluso por los que no lo aman?», manifestó el vicario en relación al sacrificio de Jesús. Recordó que en este día de la institución de la Eucaristía «no solo nos dejaste esos signos del pan y el vino que son tu cuerpo y tu sangre, sino que nos dejaste ese sentido del servicio a los demás en el lavatorio de los píes, y en ese cúmplase tu voluntad» dirigido al Padre.
«Muchas veces no comprendemos sus designios, ni ese sacrificio tan grande de dar la vida por el rescate de todos nosotros. Nosotros, pecadores, seguimos siendo esas personas que realmente caemos y volvemos a caer en nuestras mismas miserias que condicionan nuestra persona humana. Pero tú nos amas, tú nos redimes, tú nos das vida eterna. Que esa cruz redentora sea la cruz salvadora de toda la humanidad. Haz que en este pueblo de Melilla sepamos dar ese amor que tu nos has dado», indicó, antes de finalizar con un Padrenuestro.

A paso lento, el majestuoso trono del Cristo sobre un Gólgota de flores moradas, inicia su camino de regreso a la casa hermandad, custodiado por el silencio de sus hombres de trono, y las volutas del incienso que acompaña al Rey de los Cielos. Detrás, la Banda de Música Ciudad de Melilla que pone la nota musical relatando, con las piezas elegidas, que el Cristo de la Paz es una voz de esperanza y que todo está por venir. El trono parece perderse en la lejanía, más allá de la Avenida, para recogerse en la casa hermandad, en el mismo corazón de la parroquia arciprestal del Sagrado Corazón.

Cristianos perseguidos
El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, acudió al set de Tele Melilla para apoyar la Semana Santa melillense y en su intervención, tuvo palabras en recuerdo a los cristianos que están siendo perseguidos y masacrados en el mundo, víctimas propicias de terroristas y fanáticos.

Tildó a los asesinos de «canallas que matan a gente de paz». Indicó que en el mundo viven más de mil millones de musulmanes y que es sólo una pequeña minoría los que dicen «matar por Alá, cuando la religión musulmana es una fe de paz». Recordó además que el 90% de las víctimas de «estos locos fanáticos son los propios musulmanes».
«Son unos locos que hacen daño porque es fácil matar, por eso en estos días debemos acordarnos de esos cristianos y musulmanes que sufren. Dios nos ayudará y acabaremos con este fenómeno que ha entrado con fuerza en el siglo XXI pero que irá disminuyendo como ha ocurrido con tantas otras locuras que hemos vivido a lo largo de la historia con ideologías de muere y opresión», indicó.

Centenario Cristo de la Paz
Las manos de un imaginero anónimo fueron las que hace más de ciento cincuenta años dieran forma, con respeto y fe, al rostro del crucificado que habla del dolor del Hombre-Dios que soporta sobre sus hombros los pecados de la Humanidad y que, ahora vencido por la muerte, pronto será el mensajero de la esperanza de la vida eterna y el amor de Dios con su resurrección. La imagen fue restaurado por David Antonio Gutiérrez Vila en 1992, y procesiona desde 1982, en el trono que perteneciera al Resucitado de Málaga, y que fue adquirido a la Agrupación de Cofradías de la capital malacitana. El trono es de madera tallada, y restaurado y cubierto de pan de oro por el mismo que restauró el Cristo, lleva en sus laterales uso medallones pintados por artistas melillenses.

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Jesús Andújar

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