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La perspectiva de Nezar

El pañuelo de la mujer musulmana y su integración en el mundo laboral

El hecho de que la mujer musulmana lleve pañuelo y prefiera quedarse en casa antes que integrarse en el mundo laboral, lo descubrí precisamente la semana pasada cuando una chica de clase me dijo que el dueño de una librería necesitaba una dependienta y después de varias entrevistas de trabajo, la eligió. El dueño de la tienda le dijo que le daba empleo, pero que se tenía que quitar el pañuelo durante el horario laboral y después, si quería, podía hacer lo que quisiera.

Por otra parte, otra compañera de estudios me aseguró que su asesora laboral le recomendó que si quería ser comerciante, era necesario que se quitara el pañuelo, porque con esa vestimenta no la admitirían, salvo como limpiadora. Y ya picado con este asunto, hice un pequeño sondeo y ¡cual fue mi sorpresa!… Las mujeres que me lo habían comentado tenían razón.

Sin embargo, esto no es lo peor del caso. El hecho es que he hablado con algunos comerciantes de nuestra ciudad y todos, “todos coinciden” en que los mejores compradores son los visitantes que vienen de Melilla procedentes del Centro de Marruecos, hablamos de una burguesía adinerada. Además, el conocimiento que nuestras dependientas tienen del árabe está realmente cotizado.

Pues realmente no lo entiendo… Saber árabe y llevar pañuelo sería el mejor reclamo comercial en ese caso, debido a que el cliente siempre quiere un dependiente que le atienda y le entienda cuando habla. Si esta burguesía adinerada que viene a visitar a sus familiares del Norte de África y hacen su visita obligada a Melilla, ven a dependientas con pañuelo, lo más normal es que tiendan a acercarse a ellas.

Por otra parte, yo cuando voy a una tienda no me fijo en el pañuelo de la dependienta, sino en las ofertas y el género que el comercio me ofrece. Y además, considero que una ciudad que tiene el 50% de población musulmana, no debería de estigmatizar así a las mujeres que quieren guardar su religión discretamente y se quieren integrar en la sociedad, sin dejar de ser lo que son.

Tengo algunos amigos en Inglaterra y allí, la mayoría de los comerciantes llevan uniforme y lo que se le exige a la mujer musulmana es que el pañuelo vaya acorde con dicha vestimenta impuesta por la franquicia. Es decir, se le restringe el color del pañuelo, pero no el hiyab en sí mismo. Y considero que lo que hacen los ingleses es de sentido común.

Reconozco que una mujer que venda en Esfera, por ejemplo, no puede ir con una chilaba gris o negra y tapada hasta los ojos. Es muy discordante. La vendedora debe también entender al empresario… Debe de analizar el colorido genérico de la tienda y llevar un color y una ropa equilibrada con el género que ofrece; vamos, yo no he estudiado comercio, pero lo haría así. El hecho de que lleve prendas modernas que no rompan con los márgenes establecidos por la fe de un ciudadano de este país, no debe de ser un obstáculo para el buen funcionamiento de la democracia. Cada parte debe de ceder un poco y cada cual debe de ver la vida con los ojos del otro… Para que en pocas palabras… Todos podamos entendernos.

Integrar a la mujer musulmana en el comercio con un pañuelo discreto, daría a la ciudad una categoría inigualable, dentro del modelo intercultural que Melilla quiere exportar al resto de la Península. Espero que muchos empresarios en la rama del comercio reflexionen sobre este asunto… Yo realmente lo veo muy sencillo y fácil de entender.

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