El centro de acogida de la Purísima alberga a fecha de ayer a 320 menores extranjeros no acompañados (MENAS), siguiendo así la tónica de los últimos meses que constatan el incremento paulatino del número de jóvenes y adolescentes del vecino país que acceden a Melilla. Así lo aseguró ayer a este diario el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, que indica que la mayoría de los recién llegados son adolescentes de entre 15 y 17 años que llegan a la ciudad atraídos por la posibilidad de lograr, con un periodo de estancia, la ansiada documentación que les permita un residencia legal al alcanzar la mayoría de edad. En opinión del consejero el hecho de que Purísima acoja ya a 320 menores extranjeros no acompañados, no es sino la constatación de lo que viene denunciando en los últimos meses, como es un incremento paulatino y constante en el número de jóvenes y adolescentes del vecino país que logran cruzar la frontera en dirección a Melilla. Este incremento de residentes obliga al centro al acondicionamiento de nuevos espacios para "dar la mejor respuesta a los niños que siguen entrando, que son muchos", colocando literas y taquillas en zonas que antes eran comunes.
Perfiles
Según el consejero, destaca por su número aquellos que proceden de localidades cercanas a Melilla que acuden "bajo el efecto llamada del tema documental". "Son adolescentes de entre 15 y 17 años que saben que tras tres meses de estancia logran la residencia y podrán quedarse en España, para después hacer uso de los beneficios que esta documentación les reporta en el futuro".
También son numerosos los que intentan acceder a la ciudad con el claro motivo de marcharse como polizón. Asimismo entre estos recién llegados se encuentran jóvenes adultos, de 18 a 20 años, que "por su aspecto, porque son bajitos o delgados, dan la imagen de ser menores de edad, que buscan todas las estrategias para evitar que se les hagan las radiografías y la evaluación forense que demostraría que son mayores de edad, así que están unos días en el centro y se marchan antes de ser identificados porque saben que si se confirma que son adultos se les expulsará de Melilla y que ya no podrán beneficiarse de los servicios de Purísima", detalló Daniel Ventura. Por ese motivo señaló que se intenta agilizar los trámites de identificación (prueba oseométrica y reseña policial) en un plazo de entre 24-48 horas, lo que permite determinar quien es menor o mayor de edad para actuar en consecuencia. La agilización de estos trámites permitió hacer unos meses que treinta jóvenes asiduos del Centro, que protagonizaban constantes altas y bajas en Purísima, pudiera determinarse con claridad que todos ellos eran mayores de edad y ser expulsados. Indicó el consejero que se trabaja en la elaboración de una estrategia de actuación con los organismos implicados en esta labor de identificación, para poder acortar los plazos y que las pruebas y evaluaciones puedan realizarse a la mayor brevedad posible.
Al margen del perfil y los objetivos que buscan los recién llegados, indicó el consejero se encuentra el resto del colectivo de menores extranjeros no acompañados que viven tanto en Purísima como en el Centro Asistencial y la Divina Infantita. "Estos MENAS son bastante buenos, que a pesar de las circunstancias de vivir en un centro de acogida, llevan una vida muy normal, y estos son la mayoría de los que tenemos en el sistema de protección".
Asunto de Estado
Afirmó que la Consejería busca dar a todos los acogidos, "la mejor asistencia, pero todo cuesta dinero y por eso creo que tenemos que poner un límite en el número de acogidos porque no nos podemos hacer cargo de todos los niños de Marruecos". Por ese motivo, según el responsable de los servicios sociales, la Ciudad Autónoma ha puesto en conocimiento del Ejecutivo central esta situación que comienza a ser preocupante. "Cuando se constituya el nuevo Gobierno le mandaremos los informes y le explicaremos la situación de Melilla con los MENAS, que es algo que no queremos los melillenses", aseveró. "Esto es un asunto de Estado", aseveró, de ahí que considere que es una cuestión que deben resolver España y Marruecos.
Añadió que Bienestar Social cumple al cien por cien con la obligación de atender a los MENAS con las máximas garantías y prestaciones, pero "los ministerios de Interior y Exteriores tienen que intervenir porque una ciudad de las dimensiones y presupuestos como Melilla no puede encargarse de 500 menores, con el añadido de los jóvenes y adolescentes que viven en la calle que generan una enorme sensación de inseguridad a las familias melillenses y esta situación no se puede tolerar". De hecho, según recogen los informes de los educadores de calle y los trabajadores sociales que han desarrollado un trabajo de intervención psico-educativa, estiman que en la calle viven entre 70 y 80 menores y jóvenes extranjeros, "y muchos de ellos ni siquiera han pasado por el centro Pursísima".
Al consejero le gustaría que estos dos programas, el de educadores de calle y el de trabajadores sociales, se puedan retomar: "Me gustaría poder sacarlos de nuevo, siempre que el presupuesto me deje, e incluso incrementarlo con otros profesionales como psicólogos". Estos profesionales deberían ser preferiblemente hombres porque "estos niños, por cultura, respetan más la opinión de los hombres que las de las mujeres, aunque ha ido muy bien el programa de educadores de calle realizado por dos chicas, así que si se puede, me gustaría que fueran hombres y mujeres".
Apoya la reedición de estos programas porque "creo que es la manera de poder intervenir con los niños de la calle, de convencerles de que vayan a los centros, de conocer las condiciones de vida en las que están y ayudarles ante cualquier situación como por ejemplo, los que están enfermos o tienen alguna adicción. Sin los educadores de calle habría un vacío porque estos niños estarían solos", afirmó.
