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El Torreón del Vigía

El espíritu que viví

Julio de 1.997. Cuando pensábamos en el V Centenario de Melilla, ETA seguía aumentando su sanguinaria lista. Eran días de tele, de estar conectado minuto a minuto a ella, deseando la liberación de Miguel Ángel Blanco pero temiendo lo peor cuando cada segundo caía. España pintaba de blanco las palmas de sus manos mientras esos mismos cientos de miles de personas enseñaban la nuca a una panda de asesinos. Las vigilias en cualquier rincón de nuestro país servían de oración, buenas intenciones y de compañía a la familia Blanco Garrido en los peores instantes de su vida. Miguel Ángel empezó a ser parte de cada uno de nosotros Los españoles confiaban en la firmeza de su Gobierno ante el chantaje de los delincuentes de capucha, chapela y serpiente. Los colores políticos se entremezclaban, la unidad se fundía al calor de una palabra, de un gesto y de un “¡Basta Ya!” en el que solo quedaban excluidos aquellos que seguían siendo cómplices de los etarras. Habíamos recuperado nuestro orgullo de nación por el hecho que el pueblo había tomado las calles, sin miedo, en libertad, para frenar a quienes quitaban la vida a otros solo por ser españoles. España entera contuvo el aliento al ver la imagen de esa ambulancia que llevaba a Miguel Ángel a un hospital y lloró como una gran familia guardando después el más respetuoso de sus silencios cuando confirmaron que aquel joven concejal de Ermua había sido asesinado. ETA, aún con la máscara puesta de su valentía seguía ofreciendo a todos su coctel destructivo: el marxismo y un nacionalismo racista. Atónita y con rabia contenida se quedó la Capital y tras ella todos los municipios de la nación. Ejemplo dimos al resto del mundo, nació el “Espíritu de Ermua”. Tras veinte años, ¿qué queda de aquello?. Aún los libros de texto en los colegios e institutos no reflejan la matanza etarra desde 1.968 al 2.010. Tampoco nos inquietamos demasiado cuando los asesinos salen de las cárceles o debemos mostrarnos inflexibles ante una negociación con la mafia de ETA. La ikurriña ha ondeado el 7 de Julio donde no debía, el Ayuntamiento de Pamplona. Y un dato, trescientos asesinatos de ETA aún están sin resolver. Ha habido quienes han querido eclipsar ese Espíritu y la memoria del concejal asesinado del PP con excusas negándose a colocar otra pancarta como es costumbre en la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Esta que va de bondadosa abuelita pero con un penoso historial a su espalda, entre otros ese informe para el Gobierno regional vasco en 2.013 donde aporta su visión de victimas y que ha vuelto a poner borrones a su gestión con un sectarismo que no respeta esta memoria. Quedan de nuevo en evidencia y alejados del Madrid de ahora. Jamás olvidaré mis pasos, juntos a los de millones de personas, por Castellana, Colón y Recoletos en aquella tarde de Julio hace ahora veinte años para hacer llegar al nacionalismo y a ETA el rechazo de toda una sociedad a su única obra, el tiro en la nuca. Pese a quienes justifican o amparan a estos fanáticos, la unidad y firmeza de todos hará que no tengan sitio los que con evasivas tratan de poner olvido. ¡Miguel Ángel, Vive!.

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