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In Memoriam

El Apellido del Jazz

melillahoy.cibeles.net fotos 1150 Angel Castro

“Bueno, Ángel, nos vemos en Ezcaray”, me dijiste en el último abrazo el sábado 21 de febrero, antes de embarcar para Madrid. Habían terminado las XIX Jornadas sobre Jazz de la Uned Melilla y ya habíamos proyectado varias cosas para la vigésima edición, porque había que celebrar así, modestamente, que se cumplieran las dos décadas de esta criatura a la que ayudaste tanto a nacer y sobre todo a mantener todos estos años…

…eso me dijiste antes del “cuídate” de siempre… y ahora, Kiriko no hace más que llamarme desde Málaga porque dice que no se lo cree y no hace más que dar vueltas sin dar pie con bola. A Buny no le llega la voz al teléfono, no sabe qué decir, y eso ya es noticia. Higinio sólo toca la guitarra, y toca, sin parar, que –dice- es lo que mejor hace.

No voy a preguntarle a la vida porque ella sólo responde con hechos, a veces, muchísimas veces, con hechos injustos, con manotazos descarnados. Y es que, como hemos hablado muchas ocasiones –acuérdate que Lou Benet murió en plenas primeras jornadas de jazz, en plena cena y te llamaron desde París- como hemos hablado, la vida va en serio. Muy en serio.

Joaquín me ha escrito “otra luz que nos falta” y es verdad, Cifu, te has ido, como dice tu hija Laura, a la jam sesión que todos los que te han precedido en tu marcha tienen montada allá donde quiera que vaya la gente de buena voluntad, de principios sólidos y de tesón inagotable y los buenos músicos… y es que allí sólo faltaba tu voz, tu sentido del humor fino, tu inagotable sabiduría, porque andaban muy desmemoriados sin saber quién formaba qué quinteto en tal o cual festival y además les gusta a todos, a todos los que tú has contribuido a difundir y a hacer más inmortales con tu voz y con tu trabajo, les gusta mucho tu eterna despedida: “besos, abrazos, pellizcos, carantoñas y achuchones varios”.

No hay palabras suficientes para agradecerte tantas cosas de todos estos años. Tanto derroche de sabiduría y tanta generosidad, tanto detalle y tantos favores como nos has hecho. El cariño con el que nos trataste siempre, siempre, dentro y fuera, los brazos abiertos, la sonrisa socarrona, la comprensión generosa, la explicación pertinente, el capotazo de ayuda, la oportunidad exacta, la opinión certera. No hay gracias en todas nuestras vidas de personas normales para dártelas, no las hay y siempre estaremos en deuda contigo.

Cifu. ¿A quién voy a preguntar yo tantas cosas que no sé? Recuerdo lo que tardaste en decirme cual era la canción número uno en USA en el año 1924, que me hacía falta para un escrito mío. Tres segundos tardaste en decirme ”Mmmm. Lady be good, de los hermanos Gershwin. Compruébalo en internet, que yo estoy de vacaciones y no tengo ordenador aquí.” Y efectivamente, esa era.

Cifu. Nos veremos en Ezcaray, y en Getxo, y en Donostia y en Melilla, claro que sí, Cifu, porque allá donde suene un solo de un músico de jazz, los que amamos esta música sabremos que andas por allí, porque cuando una actuación comience, sea donde sea, estarás tú presentándola. Porque tu voz sigue por el salón de actos de este centro pequeño y humilde, pero también en todos los hogares, los coches, las oficinas, los lugares donde cada madrugada la gente aprendía contigo a ser mejor, a apreciar más la belleza. El jazz tiene tu apellido Cifu, estés donde quieras estar. “CiaoCifu”, como te gustaba decir, “el año que viene paso lista”. Un abrazo eterno, amigo.

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