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El Aid el Fitr busca el hermanamiento entre los pueblos en el día de la solidaridad

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(Autor: Guerrero)

El campo de fútbol junto al Tercio acogió ayer el multitudinario rezo organizado por la Comisión Islámica de Melilla (CIM) con ocasión del Aid el Fitr, la Pascua Chica o Fiesta del Desayuno con la que los creyentes daban punto y final al mes de Ramadán, una jornada que podría traducirse como la del amor fraterno, la de la solidaridad y el hermanamiento entre los pueblos, en la que los creyentes dan testimonio de la grandeza inconmensurable del Todopoderoso al que se consagran. Tras la oración, en la que se recaudaron fondos para los huérfanos, los asistentes regresaron a sus hogares para compartir con familiares y amigos la alegría de esta celebración que sin llegar a ser un día festivo en Melilla, sí la convirtió en una ciudad a medio gas. Hombres y mujeres, como marca la tradición, ocuparon zonas diferenciadas en el campo de fútbol situado junto al Tercio, convertido en una gran explanada alfombrada para acoger el rezo del fin del mes del ayuno. Allí se congregaron una diez mil almas, según la CIM, arropadas por los rayos de un plomizo sol de julio. Junto a los adultos, algunos adolescentes satisfechos de haber participado por primera vez en un acto de la relevancia del ayuno tal como marca el precepto coránico.

Oración
El presidente de la Comisión Islámica, Dris Mohamed, afirmó que "hoy es un día especial para la comunidad musulmana porque termina un mes de sacrificio, ayuno, devoción, etc. y se corona con esta fiesta de agradecimiento al Todopoderoso". Explicó que ayer los creyentes madrugaron para poder asearse y, al contrario que en la Pascua Grande, la del Sacrificio, poder desayunar antes de participar en el rezo de la mañana. Después de la oración en la Legión, "se emprende el regreso a casa por otro camino por el que se ha venido para saludar a cuantas más personas mejor, porque hoy todo se recompensa doblemente".

En un mar de túnicas multicolores, hombres y mujeres se convirtieron en una sola voz mostrando su respeto a Alá. Se inició el encuentro con los cánticos que resaltan la grandeza absoluta de Dios, "grande y único", al que se dirigen todas las alabanzas. Por ese motivo el imán, en la oración de la mañana, aclara que este día el objetivo no es "vestirse bien, sino demostrar solidaridad, llevarse bien con la esposa o el esposo, es el día de la solidaridad y de ayudar al prójimo".

Por ese motivo ayer se instalaron tres huchas en las que se recogieron donaciones de los asistentes que se destinarán a los huérfanos. El orador también recordó recordando los beneficios del mes de Ramadán y la importancia de esta jornada tan especial, la "del día del premio, en la que el creyente emula el día del juicio final esperando ser aceptado por el Altísimo en su reino", indicó Dris Mohamed, presidente de la Comisión Islámica de Melilla (CIM). Una jornada en la que se pidió porque reine la paz en el mundo, "porque haya concordia entre todos los humanos y sean abolidas las guerras y los enfrentamientos entre los pueblos".

Familia
En esta ocasión no hubo servicio especial de autobuses como ha ocurrido en años anteriores, por lo que se formaron largas colas de vehículos tanto a la subida como a la bajada de Cabrerizas. Una vez cumplido el rezo, los participantes seguidamente volvieron a sus hogares donde compartir el desayuno del fin del Ramadán, el primer acto de 'Aid el Fitr', la Pascua Chica. Explicó Dris Mohamed que este día se dedica a las familias, a visitarlos incluso antes de volver al propio hogar para poder felicitar las fiestas. "Una vez que ha terminado el rezo es cuando corresponde felicitar la fiesta".

Calles casi desiertas, decenas de establecimientos comerciales y de hostelería cerrados, mercados a medio abrir o prácticamente cerrados ante la ausencia de vendedores de fruta y verdura, son instantáneas que resumen la imagen de Melilla en el despertar de la primera jornada tras el Ramadán.

La fiesta de la Pascua Chica o 'Aid el fitr' se vivía en el interior de los hogares de los melillenses de religión musulmana reunidos alrededor de la mesa para tomar juntos el primer desayuno. Después, al salir a la calle, los más pequeños estrenaron ropa y los adolescentes vistieron chilabas blancas y gorros del mismo color. Las adolescentes, como las madres y hermanas, estrenaron caftanes de vistosos colores y ricas telas.

La jornada se dedicó a las familias, a compartir con los seres queridos y con los amigos, la alegría de esta celebración por el deber cumplido.

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Jesús Andújar

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