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El accidente más trágico de la aviación en Melilla con 38 víctimas mortales cumple 25 años

Accidente Pauknair 2

Este lunes se cumple un cuarto de siglo desde el accidente de avión más trágico ocurrido en la historia de Melilla, sucedido el 25 de septiembre de 1998, cuando el avión BAE-145 de la compañía Pauknair se estrellaba pasadas las nueve de la mañana contra la cima del Cabo Tres Forcas. Se cobró la vida de sus 38 ocupantes (34 pasajeros y 4 tripulantes) sin que se conocieran las causas. 

Casi tres años después, el 29 de agosto de 2001, se registraba el segundo siniestro más grave, un avión turbohélice CN-235 de la compañía Binter Mediterráneo, procedente de Melilla, que hizo un aterrizaje de emergencia en la carretera N-340, en las proximidades del aeropuerto de Málaga, que se cobró la vida de cuatro personas.

El 17 de enero de 2003 se producía el tercer accidente de avión en poco más de cuatro años cuando se estrellaba contra la valla perimetral de la terminal melillense durante el aterrizaje, aunque por fortuna no hubo muertos: nueve de los 14 pasajeros sufrieron lesiones.

El avión de la Pauknair, un tetrareactor BAE-145, que efectuaba el vuelo número 4101, se estrellaba contra la cima de una montaña sita a tres millas del Cabo Tres Forcas, sobre las nueve de la mañana del 25 de septiembre de 1998, tras despegar del aeropuerto malagueño a las 8,15. La noticia de la muerte de los 38 ocupantes (34 pasajeros y 4 tripulantes), conmocionaba a la ciudad de Melilla, que asistía atónita a un siniestro dantesco. De los fallecidos, 17 eran melillenses o residían en Melilla y el resto procedía de Málaga.

El avión se había volatilizado prácticamente en el momento de colisionar con la montaña, desperdigándose en decenas de pedazos por un terreno pedregoso de difícil acceso. Unidades de salvamento del Ejército Español, equipos de Cruz Roja, ambulancias y equipos médicos españoles y dotaciones del ejército marroquí colaboraron codo con codo en la recuperación de los cuerpos que, merced a las negociaciones entre ambos países, pudieron ser trasladados a Melilla. Equipos de forenses de ambos países se encargaron de la difícil operación de identificación de los cuerpos, que después eran conducidos al tanatorio improvisado que se habilitó en el Pabellón Ciudad de Melilla. Los familiares, destrozados por el dolor, tuvieron que esperar largas y amargas horas hasta que finalizara el proceso de identificación de las víctimas, para poder darles sepultura tanto en Melilla como en la Península. La identificación de algunos cuerpos, en especial de los de origen marroquí, tuvo que esperar hasta cuatro días.

Tremendas escenas de dolor se vivieron en una ciudad conmocionada y de luto que lloraba por igual la muerte de propios y extraños. Melilla se volcó en los entierros y acudió de forma masiva al acto ecuménico de las cuatro comunidades que se celebró en el pabellón para dar su pésame a las familias. En representación del Gobierno central acudieron varios ministros y de la Casa Real, la Infanta Elena.

Según la comisión de investigación hispano-marroquí constituida al efecto, se inscribe en los casos de pérdida de control de la aeronave sin que se desatara el pánico a bordo, lo que se corresponde con el 20 por ciento de los accidentes de avión en los que se descartan fallos técnicos.

Entre tanto la compañía Pauknair, ponía fin a sus operaciones aéreas por falta de medios.

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Mustafa Hamed

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