Es difícil desde la península tratar de comprender la presión que sufren las fronteras de Melilla y Ceuta, y por eso no seré yo quien se atreva a dar fórmulas mágicas para resolver los espinosos problemas que un día sí y otro también, se plantean en estas ciudades, europeas por su historia, su cultura y su legislación, pero situadas en una zona que ve a Europa como un Paraíso. Pero no me resisto a dar mi opinión como liberal: las fronteras se defienden con, por y para la Ley.
Defender la frontera con la Ley: si la actuación de los Cuerpos de Seguridad del Estado se ajusta a la legalidad vigente, ¿por qué se alzan voces “buenistas”, críticas partidistas y opiniones “desde la barrera” sobre la actuación de sus miembros que cumplen con su obligación?. Más aún, es un error o mejor, una deslealtad, querer hacer política tratando de utilizar los dramáticos acontecimientos que han ocurrido el 6 de febrero en Ceuta. Comprendemos el deseo de los inmigrantes que quieren llegar a Europa, pero no podemos justificar el método utilizado. La ley debe cumplirse en la frontera y no son necesarios pactos especiales ni consensos extraordinarios entre los partidos políticos para que se cumpla la ley, democráticamente aprobada y legítima en su contenido. Por las fronteras puede pasar quien esté autorizado o cumpla los requisitos objetivos de paso. No es un tema de largos tratos políticos, sino de aplicación de la ley, y de entendimiento con los países vecinos que, por cierto, también necesitan ánimo, métodos operativos y medios para evitar que les lleguen y las crucen tantos inmigrantes.
Defender la frontera por la Ley: las fronteras se establecen y se quitan a través de diversos mecanismos: conquista, compra, tratados… que terminan en una delimitación física que debe ser amparada por la Ley, y como ahora la frontera física de Europa está en las vallas de Ceuta y Melilla, la legislación europea tiene que proteger estas fronteras. Cabría decir una perogrullada: “una frontera es una frontera”; y todos sabemos, hasta los más ignorantes, lo que eso significa. Defender la frontera para la Ley: si la frontera por razones sentimentales, es un coladero, toda la Ley, no solo la de inmigración, acaba siendo un coladero. Si pueden entrar trescientos inmigrantes ilegales y no pasa nada; otros trescientos mil más se animarán a intentar entrar. Los efectos son graves porque los que han alcanzado el objetivo tendrán que subsistir fuera de la Ley y trabajar en la economía sumergida, con los trastornos que ello produce sobre la competencia por el abuso de las condiciones laborales.
Por ello hay que afirmar que la Comisaria europea de Interior, Sra Malmström, ha emitido unas desafortunadas manifestaciones y ha demostrado un desconocimiento grave del problema. Antes de criticar gratuitamente, debería informarse sobre el terreno y, paralelamente, pensar si estaría dispuesta a evitar el hacinamiento de los Centros de Acogida recibiendo en Suecia a sus ocupantes. Para mejor información, ya en el ámbito de los Tratados europeos transcribo el art. 3.2 del Tratado de la Unión Europea que se desarrollan, los arts. 67, 77 y ss. del Tratado de Funcionamiento. Dice el art. 3.2:
“2. La Unión ofrecerá a los ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores, en el que esté garantizada la libre circulación de personas conjuntamente con medidas adecuadas en materias de control de las fronteras exteriores, asilo, inmigración y de prevención y lucha contra la delincuencia” .
De las palabras y manifestaciones de la Sra. Comisaria citada se desprende, además, de la ignorancia de la situación real, un injusto reproche, en forma de mal entendido humanitarismo que “cree” que tiene ella y del que carecen quienes aplican la ley en la frontera. ¡Es muy fácil situarse “moralmente” por encima de los demás! Como si en España, los españoles y las fuerzas de seguridad, actuaramos ajenos al drama humano. Pero, con esa actitud, olvida la Sra. Comisaria que la ley democrática contiene los elementos legitimadores que justifican, en este caso, el control de las fronteras exteriores y que como dice el Tratado de la Unión, deben disponerse de medios adecuados; en resumen, si faltan medios inocuos para repeler las avalanchas supongo que se sentirá responsable, en algo, del drama vivido.
Ya deben conocer en Bruselas los hechos, y, por supuesto, conocen los Tratados, ahora sólo falta utilizar las medidas adecuadas para evitar los saltos y sobresaltos diarios, que a nadie gustan, y espero que no se coloquen “moralmente” por encima de quienes trabajan para controlar las fronteras exteriores. Las autoridades tienen la obligación, no la facultad, de hacer cumplir la Ley. Para que Europa atraiga a gente trabajadora deben arbitrarse métodos de entrada de modo que se establezcan legal y ordenadamente. Pero sin Ley y sin seguridad jurídica, no hay progreso posible… ni tampoco libertad.
CONCLUSIÓN: Las fronteras son fronteras; están para ser respetadas y la ley debe establecer mecanismos claros para su defensa y el apoyo a los que las defienden. Debemos rechazar críticas oportunistas que quieren ampararse en sus buenos sentimientos para eludir el cumplimiento de la ley, o ganar votos.
Club Liberal Español (www.clubliberal.org)
