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Cuento

Cuento de Navidad

Corría el mes de diciembre de 2020, se iba acercando el Día de Navidad. El mes había comenzado entre temporales de viento y días de lluvia grises de cielo ceniciento. El fin de semana anterior tuvimos una tregua, y las pocas personas que se acercaron a la playa pudieron contemplar la playa como un lago muy calmo, desde San Lorenzo a la Hípica, en una mañana que amaneció gris pero que fue abriendo a cielos despejados.
Las olas lamían la orilla, que se dejaba acariciar en un murmullo manso, tan tenue, que acabé sacando el móvil y grabando algo que yo jamás había visto. Las olas rebosaban en la orilla sin romper. El primer milagro, anticipo de la Navidad. Siguieron días apacibles, pero sin gorriones (¿dónde están los gorriones? ¿Alguien más lo ha notado?).

Miguel y Maria Juana se disponían a celebrar la Navidad sin grandes sobresaltos. Su hijo menor volvía, pues estaba estudiando fuera.

En la prensa, lo de siempre. Desde el confinamiento de marzo, el Covid-19 copaba la actualidad, con las restricciones de movilidad, horarios de hostelería, el uso obligatorio de la mascarilla, las vacunas a punto de probar su eficacia, que nos devolvería a la "antigua normalidad" de vivir despreocupados, de besar y abrazar, reír y compartir, jugar y soñar. Esas Navidades fueron muy duras, mucha gente había perdido el empleo, los socialcomunistas del gobierno subiendo impuestos a unos autónomos que habían perdido el resuello…

Por salud pública, solo se nos permitió reunirnos en grupos pequeños. Muchos cristianos se sintieron ofendidos por el pastiche de religiones que organizó el Ayuntamiento frente a la Iglesia del Sagrado Corazón. También estaban en quitar los muros del Parque. Al final primó el sentido común y ante el clamor popular, y la realidad práctica de que un parque con árboles debe estar delimitado para poder cerrarlo cuando el tiempo meteorológico lo exige, desistieron de ello.

Vino un cantante de moda de aquel tiempo, Antonio Orozco, a estrenar "una coplilla" con pinta de bombazo navideño, y Juan lo acompañó al piano, saltando de clase a los escenarios de las redes, demostrando una madurez y unas tablas poco comunes a su edad, que lo llevarían a ser al cabo del tiempo lo que él soñó. Un gran artista.

El mismo día de Navidad, Miguel y Maria Juana se hallaban preparando la cena, cuando su hijo mayor, Carlos, que había nacido con parálisis cerebral, y vivía feliz, aunque sin articular palabra, salió a la calle en compañía de su hermano menor, a pasear al perro.

Al doblar una esquina, oyeron un llanto que provenía de un contenedor. Se asomaron a mirar, y allí estaba el bebé, envuelto en una manta sanguinolenta y con el cordón umbilical colgando.

Asustados, lo sacaron rápidamente del contenedor y lo llevaron a casa.

Al entrar, Carlos llevaba el bebé en sus brazos, y dirigiéndose a su padre dijo "Jesús". Jesús, el hijo de Dios, que nace cada Navidad como la esperanza, aunque sea rescatada del cubo de la basura. Esas Navidades 2020 trajeron muchos milagros. Uno en cada hogar, para el que supo verlos. Eso es la Navidad. El nacimiento de Dios. El nacimiento de la conciencia cristiana.

P.D: Los regalos son cosas vanas y superfluas. Regala el milagro que todos esperan de ti esta Navidad. Regala un sueño, que, de sentido a tu vida, y una sonrisa, para el camino.

Feliz Navidad…

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