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El rincón de Aranda

Cementerio Nacional de Héroes Nº 18

melillahoy.cibeles.net fotos 1090 Juan Aranda web

La esencia de Melilla, nuestra idiosincrasia, nuestra cultura occidental y europea, la llevo en mi alma como una fuerte condena de dichas y pesares. La Historia de nuestra ciudad, como decía Mir Berlanga, es la de un pasado heroico de aventuras y riesgos, que merece ser conocida.

Yo, modestamente desearía, que la lectura de esta “cronología”, que llevo a cabo sobre el Cementerio, sirviera para que muchos compatriotas, sepan una parte de lo ocurrido durante los 518 años que “ES” España, no “DE” España. Si Joaquín Costa pedía que se encerrara la espada del Cid en su sepulcro con doble llave, mi intención es sacar, más bien, flores de paz y concordia, y repito: Esperando que esta lectura sirva de modesto aprendizaje para los reacios a reconocer la españolidad de Melilla, a través de los Héroes y Mártires que la han defendido desde hace más de cinco siglos.

El Cementerio de la Purísima Concepción, lleva el nombre de la Iglesia más antigua de Melilla; y fue bendecido el 1.01.1892. Situado en el barrio del Carmen, nombre éste de un antiguo fortín de 1778, que vigilaba la “Rambla del Agua”, conocida por los melillenses como la “Cañada”, actual Castelar. La Purísima nació para sustituir al de San Carlos, cuando éste se encontraba dentro de la ciudad. La primera piedra fue puesta en enero de 1911, por Alfonso XIII, en su segunda visita a Melilla. Los fondos con los que se levantó el Panteón procedían de la suscripción nacional, por iniciativa de la Reina Victoria Eugenia. Parte de esos fondos se entregaron a la Comandancia General de Melilla, con el fin preciso de levantar un Mausoleo donde descansaran los restos de los fallecidos en la guerra de 1909. El proyecto, iniciado el 12.05.1910, fue obra del Capitán de Ingenieros José de la Gándara Cividanes, quien dirigió las obras hasta diciembre de 1914, en que fue destinado a la Península, y pasó a dirigirlas, el también Capitán de Ingenieros Tomás Moreno Lázaro. El Panteón de los Héroes fue bendecido el 8.06.1915 por el Vicario Eclesiástico, Miguel Acosta, presidiendo la ceremonia el General Villalba.

O sea que este año que acaba de comenzar, hace un siglo que nuestros Héroes y Mártires se hallan descansando en esos gloriosos patios. Y por lo que he leído hoy 11.01.2015, en estas páginas, donde dice que la Comandancia General programa el Centenario del Panteón de Héroes, yo creo que ahora es el momento idóneo para que ese venerado recinto, cargado de Historia Patria, sea de una vez por todas denominado: “Cementerio Nacional de Héroes”. Porque: ¿Cuánto van a esperar?, ¿otro siglo?. Aunque por otra parte, yo entiendo que las autoridades militares, por su condición, y obediencia a los mandos, no se manifiesten, pero también sé que estarían de acuerdo con esta, mi humilde petición, que llevo haciendo en la espadaña de mi corazón y moviendo con insistencia el badajo de la “Campana de la Gloria”, intentando despertar los corazones de las autoridades civiles, o de cualquier español, para que palpiten con su anhelante ritmo patrio, y se decidan denominar a ese sagrado recinto: “Cementerio Nacional de Héroes”; y a ser posible incluyendo: “Mártires”, como la leyenda que existe en el monumento del “Soldado de las Campañas”, de la Plaza de España. También aconsejo a las personas que se están dedicando al tema del Panteón, si desean reponer las vidrieras con las veneras de las cuatro órdenes militares: Calatrava, Alcántara, Montesa, y Santiago, que fueron retiradas viejas y en mal estado, que las ofrezca la Ciudad de Melilla, como madre amantísima, valerosa, humanitaria y muy caritativa; y en último extremo, si no es así, abriríamos una suscripción popular, como ya se hizo en su día. Yo sé que somos muchos melillenses los que aportaríamos nuestro correspondiente óbolo para tal fin.

Decía Pérez Galdós que los militares son: “Felices alumnos de Marte, que con candidez se contonean pisoteando airosamente los adoquines. Pudiendo morir por una gran causa nacional o vencer por un fútil arbitro particular. Su obra es grande, sublime, inmortal o pequeña, rastrera o infructuosa, según se pongan al servicio de los pueblos o a las ordenes de un hombre, según apoyen la libertad o patrocinen una ambición. Comen el sustento que una mano les alarga, vístense los trajes que les dan, empuñan el arma que se les entrega y corren en pos de la gloria, de la derrota o de la muerte”. Por eso yo, como el buen militar, creo que hay que ser siempre esclavo de la Patria, y estoy seguro que con esa denominación, algunos ignorados nombres de nuestros soldados, pasarán gloriosamente a la inmortalidad; porque todo el mundo sabrá quienes fueron, donde, cuando, y como murieron; ya que muchos, después de su rendición, desarmados, sedientos y depauperados, tuvieron que luchar con la muerte, en la espantosa agonía que sufrieron masacrados, por los asesinos de las hordas del rebelde rifeño.

Yo le digo al Comandante General de Melilla: ¡Ánimo!, mi General, que los que están enterrados en ese Santuario se lo merecen desde que cayeron, ofreciendo sus vidas por nuestra Patria. Se lo dice un humilde Cartero jubilado, “simple españolito de a pinrel”, que no pide nada para sí mismo, solo para que todo el mundo sepa que en nuestro Cementerio se encuentran más Caballeros Laureados, más Héroes y más Mártires que en otro camposanto de nuestro país. Y reciba un cordial saludo.

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