Desde estas páginas, con estas humildes líneas digo que una palabra no es palabra mientras no se pronuncia, o se escribe. La palabra, en este caso, la escrita, es como una sombra, que está ahí, en el papel; pero cuando se pronuncia, o es leída en silencio para sí mismo, es una sombra que se levanta y se nos pone delante: “Aquí estoy”.
Un anciano, hombre sabio, hace muchos años, me decía que la Purísima es la residencia de todos los ángeles buenos. La “Carta” de hoy la escribe uno de esos ángeles, diciéndonos que está aquí, como una amable sombra para relatarles, por medio de éstas líneas, sus sentimientos, y el de algunos compañeros caídos en distintas épocas, en la defensa de nuestra ciudad, y dice así:
“Queridos melillenses: Me llamo Agustín González Suárez, y soy Soldado del Bon. de Cazadores de las Navas nº 10. Nací en el extrarradio de Garrovillas de Alconétar, en la provincia de Cáceres. Mi madre me decía que me parió cerca de la Torre de Floripes. Tengo 21 años, y soy labrador, como todos los varones de mi familia. El día 27.07.1909, a consecuencia de las heridas sufridas por arma de fuego, caí muerto en el Barranco del Lobo. Les estoy escribiendo desde el Osario del Panteón de Margallo, junto a un paisano, y compañero de batallón, Julián Mirón Iglesias. Julián es soltero, y labrador, como yo; y tiene 23 años. Nació en Torrejoncillo, a pocos kilómetros de mi pueblo. A él también lo hirieron gravemente el mismo día que a mí, pero a consecuencia de esas heridas, murió de una grave infección, el 30.09.1909, en el Hospital Militar. Como ya se pueden imaginar ustedes, los dos siempre andamos juntos y charlando del terruño, y de las fiestas que organizan en nuestros pueblos; y más en el mío que tiene una de las plazas más grandes de España; como decían entonces. Tengo que decir que nos hemos hecho acompañantes perennes de nuestro Teniente Coronel, D. Tomás Palacios Rodríguez; del Comandante, D. Eduardo López-Nuño Moreno y del Capitán de nuestra Compañía D. Joaquín Tourne y Pérez-Seoane. A veces les acompañan el Capitán del Llerena nº 11, D. Rafael Moreno de Guerra Alonso, que mandaba la 2ª Compañía de ese Batallón, y su hermano Ramón, Capitán que murió gloriosamente el 21.07.1909. Como éste Capitán no se encuentra en el Panteón de Margallo, siempre andan ambos hermanos, de aquí para allá. Aunque no las luzcan en sus pechos, por habérselas concedido a título póstumo, tengo que decir que todos ellos poseen la honrosa Cruz Laureada de San Fernando. Nuestro Teniente Coronel siempre nos dice que esas condecoraciones son tan nuestras como suyas, porque la verdad es que todos los que nos encontramos en estos Panteones, caímos en esos trágicos barrancos. Y ahora siento decirles que debo dejarles porque se hace de noche, y aunque aquí no existe ningún toque de retreta, ni obviamente el de silencio, sí que debemos estar todos y cada uno en los puestos que nos asignaron a nuestra llegada. Reciban un fuerte abrazo de este Soldado de las Navas; y por favor, recen por nosotros.”
Hace unos días estuve en el pueblecito de Alameda, cerca de Antequera, aquí en la provincia de Málaga; y charlando con un antiguo compañero, nacido allí, le comenté que el Ayuntamiento de su pueblo, al finalizar la Guerra del Barranco del Lobo (1909), acordó suspender toda clase de festejos durante su feria, aplicando el dinero que se iba a emplear en ellos, en sostener a las familias de los reservistas, y en curar a los hijos de la localidad que resultasen heridos en la campaña. Ante su sorpresa, le dije que ese detalle es historia viva de su pueblo. Para terminar, desde hace siete años, no me cansaré de recordar a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”. Igualmente que el nombre de mi profesor de música, D. Julio Moreno figure en una calle de la ciudad.
