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El rincón de Aranda

Carta desde la Purísima XXXI

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La carta de hoy la escribe un malagueño, Sargento del Rgto. Infanter Melilla nº 59, junto a dos soldados de la 3ª Cía del Bon. Cazadores de Chiclana nº 17, y dice así: “Queridos melillenses: Soy Francisco Bonet Cabo, Sargento de Infantería, Melilla nº 59. Nací en la ciudad de Málaga hace, ahora 134 años. Les estoy escribiendo desde la parcela 9, fila 5, nº 10, …

…del Panteón de Héroes, de este camposanto. El 4.11.1909, a las 4,30 de la tarde, fallecí de una tuberculosis pulmonar, en el Fortín de Santiago. Yo escuchaba a los médicos decir, que mi muerte era debido a un enfriamiento, padecido durante la guerra, en el campo de batalla. A mi lado tengo a los soldados de Infantería del Bon. de Cazadores de Chiclana nº 17. Uno se llama: Francisco García Retamero, nacido en Frigiliana, un pueblecito de la Axarquía malagueña. El 30.09.1909, lo mataron los moros, cuando solo contaba 22 años, en el Zoco Jemís de Beni Buifrur. Su oficio es jornalero-agricultor. El otro es Federico Gil Martín, nacido en Málaga, y perteneciente al mismo Bon. de Chiclana 17. También tiene 22 años. Murió a las tres y cuarto de la tarde del día 9.10.1909, de tifus, en el Hospital Militar. Como es carpintero, siempre anda paseando junto a un señor mayor, también carpintero, que va apoyado en un bastón, debido a una herida, en un pie, que no se curó adecuadamente; motivo que le costó la muerte, por gangrena. Este señor está enterrado, con toda su familia, en una sepultura, junto a la estatua del “Ángel”. Paco, el de Frigiliana, comentaba que este hombre es de Vélez Málaga, y ya conocía a Federico antes de emigrar a Melilla con toda su familia; después de una de las riadas, más crueles, que ha habido en la ciudad de Málaga, allá por el año 1907. El señor Antonio, como lo llaman los dos, también lo conocía, de la trata de ganado de finales del siglo XIX. El caso es que este señor Antonio, cuyo apellido es Aranda, tuvo una carpintería, en la ribera del río Guadalmedina, de mi ciudad, que más tarde la amplió con el trabajo de herrería, hasta ese fatídico 24.09.1907, donde perdió todos sus enseres, menos unos ahorros que su esposa guardaba celosamente, para una posible compra de un local de la cercana calle de los Mármoles, en el Barrio de la Trinidad. Una vez que se estableció en Melilla, montó otra herrería, con una cuadra para los animales. Federico lo visitaba de vez en cuando, y siempre comentaba, que apenas terminara su servicio militar, se quedaría con el señor Antonio, a trabajar, y a vivir en nuestra ciudad; pero la campaña de esta guerra, frustró, todas sus ilusiones, como la de muchos soldados, que están enterrados junto a nosotros. Desde este precioso jardín, de La Purísima, junto a Paco y Federico, y divisando a lo lejos al señor Antonio, que baja renqueando, por la empinada escalera, nos despedimos de ustedes, con un fuerte abrazo, deseándoles lo mejor. Y no se olviden de cuando nos visiten, recen una pequeña oración, con una simple sonrisa”.

Fíjense en los civiles que emigraron de sus pueblos de origen, como este señor Antonio, que montó otra herrería en el Polígono, que también fueron héroes; los verdaderos pioneros que comenzaron la construcción de nuestra ciudad; y todo ello con el esfuerzo, la sapiencia, y la idiosincrasia, tan española, que trajeron de sus tierras peninsulares. Debido a ese hecho, mi padre, hijo de ese señor Antonio, mi abuelo, siempre deseó ser enterrado junto a los héroes que perdieron sus vidas por defender, con las armas, la españolidad de nuestra ciudad; ya que, a su manera, también ellos, fueron héroes anónimos. Todos los que hemos nacido en Melilla, sabemos que cuando el sol se declara en su cielo, en decadencia, es más hermoso en el ocaso, que cuando brilla en su cenit al medio día. Nuestra ciudad es así de bella.

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