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El rincón de Aranda

Carta desde La Purísima nº 78

melillahoy.cibeles.net fotos 1734 Juan Aranda web

A mi me hace este periódico un precioso regalo, que es un verdadero honor, cada vez que les entrego una “Carta” de parte de los Héroes, para que ustedes, todos los que me leen, puedan conocer sus nombres, fechas, y lugares donde cayeron en los campos de batalla. Y lo más importante es dónde se encuentran sus restos.
Por eso, es mi deseo, y no otra cosa, que este epistolario tan “sui géneris”, seque la mancha de lágrimas que cada uno tenemos en nuestros corazones, y sea la señal de que aún existimos españoles que sentimos el orgullo cada vez que, en cualquier lugar, ondea nuestra bandera, o se habla de los que ofrecieron sus vidas por todos nosotros, como son nuestros Héroes. La “Carta” de hoy la escribe un Soldado y dice así: “Queridos melillenses, me llamo Benito Pozas Gómez, y soy Soldado de Infantería del Bon. de las Navas nº 10. Estoy soltero, y tengo 22 años. El 27.07.1909, los moros me mataron en los peñascos del Barranco del Lobo, y desde entonces mis restos se encuentran en el Osario del Panteón de Margallo. Como ustedes saben, en este Camposanto estamos soldados, y paisanos, de todas las épocas. A veces podemos estar charlando en estos patios, compañeros de varios siglos anteriores a este en que caímos en 1909. Hace unos días conocí a Juan Hidalgo Negrete, que según me dijo, murió ahogado en el gran temporal el 26.04.1854, en el antiguo Muelle de la Florentina. Me dice que nunca encontraron su cadáver. Este suele venir acompañado de Cristóbal Osea, un carpintero que trabajaba en las obras de las murallas de la Plaza; también de Agustín Pajero: un desterrado, perteneciente a la Compañía del Señor Alba; y De Agustín Bayer, Soldado del Rgto. de Brabante, los tres murieron, como se decía entonces, “de bala mora”, el 6.01.1775. Tengo que decirles que por las heridas que recibí en la cabeza, la verdad es que no me acuerdo donde nací; pero Hidalgo cree que mi madre me parió en un pueblo de Castilla; lo dice por mi acento, que pronuncio muy bien las eses. A los que les noto un castellano muy raro son los que cayeron durante los días en que la Plaza estuvo sitiada por los moros; que según dicen fueron 100 días, con sus 100 noches. Cristóbal, el carpintero, como parece un hombre muy leído, comenta que sabe donde está enterrado el que fuera Gobernador en 1632, D. Luís de Sotomayor. Dice que sus restos se encuentran en la antigua Iglesia de San Miguel, en la que en su losa, medio partida, encontrada en 1996, se puede leer: “….De su Magestad, Caballero del Infante Cardenal, Alcayde Gobernador de esta Fuerza. Falleció el 14 de marzo de 1632 años.” Ahora siento mucho tener que dejarles, no sin antes rogarles que si alguna vez visitan este Camposanto, no se olviden de rezarnos una oración, o una sonrisa: ambas las agradecemos y las sentimos siempre en nuestros corazones”.

Yo sé que hay quien lee por detrás de éstas “Cartas”, buscando alguna contradicción, -cosa que me importa un bledo-, en vez de iluminar con una luz rasante en la superficie de las páginas, como se suele hacer cada vez que observamos un cuadro con relieve y tonalidades. Para mis modestas entendederas, estos Héroes se hallan empapados de mar y de rocío, caminando siempre con la bandera de la Patria, y el laurel bien ganado en los campos de batalla; todo ello bajo la atenta mirada del “Ángel” que los guarda en sus silenciosos sepulcros.

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