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Antonio Guevara: “Jesús sigue vivo en cada hombre y mujer que viven entre sufrimientos y dolor”

Antonio Guevara proclamó ayer, en el templo arciprestal del Sagrado Corazón, el pregón oficial de Semana Santa, una sentida expresión de fe y devoción en la que homenajeó a las cofradías melillenses y también dejó patente que “Jesús sigue vivo en cada hombre y mujer que viven entre sufrimientos y dolor», por lo que instó a todos a seguir practicando durante el año actos de caridad y solidaridad con aquellos que sufren. En su intervención relacionó las salidas procesionales melillenses con lo recogido en las Sagradas Escrituras, siguiendo así la tradición de la catequesis plástica que protagonizan las organizaciones cofrade. Aseguró también que la Semana Santa melillense sigue engrandeciéndose y arraigándose cada año, y que además tiene “aires de juventud”. Antonio Guevara, que dedicó el pregón a su mujer y sus hijos, se declaró abrumado por la «responsabilidad profunda que la generosidad de la Agrupación de Cofradías» depositó en él al designarle como pregonero. «Pregonar la Semana Santa es una gran responsabilidad y, a su vez un gran honor y satisfacción», porque se le ha dado la oportunidad de al recordar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en esta Semana Santa, «poder proclamar que Dios nos ama, que Jesucristo vive, y que en Él tenemos nuestra salvación». Conocedor de la responsabilidad que asume, hizo una mención llena de «admiración, consideración y respeto», a todos sus antecesores.

Vivencias
Afirmó que la Semana Santa, es un referente en su vida, gracias a la hermosa experiencia heredada por sus padres, que le inculcaron «el amor a Dios y a la familia». Aseguró que en el seno de las familias «es donde se educan a nuestros hijos y si se forman en el sentir cristiano, continuarán con ese sentimiento, porque cuando se descubre, ya no se puede abandonar, porque da sentido a la vida y nos acerca a la felicidad».

Este amor a la Semana Santa se acrecentó cuando tuvo la oportunidad de participar en el resurgir de las salidas procesionales melillenses en los años ochenta y cuando en 1990 Rafael Núñez le animó a colaborar con la Cofradía de la Flagelación. Recordó con cariño el apoyo de aquellas primeras procesiones por Cabrerizas y Batería Jota con un vecindario que, como ocurre ahora, se vuelca con su cofradía. De hecho indicó que una cuestión que le sigue conmoviendo, «es el compromiso y la implicación de las familias, en las cofradías». Aseguró que en estos últimos años, las cofradías han incrementado el número de hermano. «Este proceso de crecimiento y renovación, a base del sacrificio de todos, ha llevado la Semana Santa de Melilla a unos niveles de engrandecimiento y arraigamiento y a respirar aires de juventud». Pregonó además con convencimiento que «hay devoción en nuestra Semana Santa, Dios sigue tocando cada uno de los corazones, de personas anónimas, que se manifiesta en la entrega desinteresada» de cuantos se suman a las cofradías.
«La Semana Santa es la exaltación del sentimiento religioso, conjunto de celebraciones litúrgicas, y de expresiones populares, de devoción a través de las procesiones de nuestras Cofradías, que confinan una riqueza humana, social y religiosa. Es recreación plástica, espiritual y vivencial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, que sale a las calles», dijo.

Semana Santa
El pregonero homenajeó a todas y cada una de las cofradías melillenses y al esfuerzo que realizan para sacar a las calles unos tronos que vienen a contar de forma plástica lo que recogen las sagradas escrituras. Así, el Domingo de Ramos, con La Pollinica de la Cofradía de la Flagelación, la comunidad cristiana revive la bienvenida a ese Jesús triunfante a su entrada a Jerusalén aclamado por la muchedumbre, encaminándose hacia un destino marcado por el Creador. «Jesús entra en Melilla de forma humilde, montado en una borriquita». Detrás le sigue su Madre, María Sta. de Esperanza, de palio verde, color de su gloria, con el alegre repique de sus bambalinas.

Esa noche, Jesús se reúne con sus discípulos en una cena, la última. Conoce su destino, «va a morir por nosotros, para la salvación de nuestras almas. Se somete a la voluntad del Padre» pero deja el mensaje de que aunque se vaya, seguirá presente y tomando el pan y el vino «lo repartió entre sus discípulos, consagrándose en Cuerpo y Sangre». Terminada la cena, se retiraron al huerto de Getsemaní para orar. Allí es apresado y conducido al sanedrín para ser juzgado y después conducido al gobernador romano que ordena sea crucificado.

Sentencia y Humillado
El Lunes Santo es cuando realiza su salida el paso de ‘La Sentencia’, el de Nuestro Padre Jesús ante Pilatos, de la cofradía del Nazareno. Representa el juicio a Jesús. «Maniatado, en el momento en que se publica su sentencia, en presencia de Pilatos, sentado en su trono, dubitativo y cobarde, y un esclavo que le ofrece la palangana en la que se lava las manos, cuando condena a Jesús a muerte y muerte de cruz.¡Qué injusta condena!»
Los insultos y los desprecios continúan en la Pasión de Cristo. Lo despojaron de sus vestiduras y los soldados le cubrieron con un manto escarlata, trenzaron una corona de espino, se la pusieron en la cabeza, y en la mano derecha una caña por báculo. Jesucristo, «sólo, abandonado, maltratado, humillado y hasta negado por su discípulo, hasta tres veces. Se burlaron de él, le pegaron, le escupieron en la cara, entre risas lo coronaron con espinos». Al anochecer del Martes Santo, la Cofradía Castrense, al redoble de tambores, Ntro. Padre Jesús Humillado «abandona su capilla del templo, para escuchar el desagravio de los que se sienten solos, para poder aliviar sus penas».

Cautivo y Flagelado
Llega el día grande de la Semana Santa, el Jueves Santo. «Cuando la tarde empieza a caer, en el barrio de la Victoria, veremos en la parroquia de Santa Mª Micaela, al abrir sus puertas, mostrar al Cautivo en su paso, atado y con la mirada baja, en actitud sumisa, enfrentándose a su destino, sereno y más solo que nunca». «Se acerca al Hospital Comarcal para dar consuelo y aliento a los que están enfermos y sufriendo, a cargar con el padecimiento de los necesitados». Le sigue su Madre, María Stma del Rocío.
«El Cautivo está en los corazones de todo aquel que le reza, de todo aquel que le mira y de esas personas con velas, que le siguen cada año para cumplir sus promesas. En la Avenida, se produce el contrasentido, Jesús, Cautivo, va a dar libertad a un preso, como signo de amor fraterno. Esta actitud, nos manifiesta que Él está con los que sufren, con los que tienen tristeza, con los que están agobiados, con los que se arrepienten, y con los que les acompañan», detalló.

Jueves Santo también del Flagelado, el de la Cofradía de Cabrerizas, que recuerda el extremadamente inhumano maltrato sufrido por Cristo antes de ser crucificado. «En silencio, vemos pasar al Flagelado. Es mi Cofradía, la del Flagelado, este año celebra su 75 aniversario de su fundación», recuerda el pregonero. «Flagelado, te necesita el mundo, te reza Melilla y te quiere Cabrerizas». Detrás camina su madre, Ntra. Sra. del Mayor Dolor, no deja sólo a su Hijo. «Costaleros de la Virgen, Madre del Mayor Dolor, subid el trono a los Cielos, para que pueda ver a Jesús, que le sirva de consuelo», pidió.

Nazareno
«A ese Cristo maltratado y doliente le hacen cargar con una pesada cruz, hacia el monte Calvario donde va a ser crucificado. Le faltan las fuerzas, sudoroso, ensangrentado, a duras penas puede con el madero», relata Guevara. «Soportaba una cruz muy pesada, en ella carga con nuestros pecados. Él sigue su camino, cae y vuelve a levantarse. ¿Hacemos nosotros lo mismo? Jesús quiere que nos levantemos, Él ha venido para traernos la Esperanza en un mundo nuevo, que ahí está Él, para perdonarnos por muchas que sean nuestras caídas», asegura.

La Cofradía del Nazareno procesiona a Ntro. Padre Jesús Nazareno llevando su Cruz hacia el Calvario. «¿Qué tiene esta Imagen del Nazareno que mueve tanto al amor de sus fieles, al amor de toda Melilla, que la ha hecho su Señor? A su salida en la plaza Velázquez, lleva una mano extendida, bendiciendo al pueblo de Melilla. Pidamos a nuestro Padre Jesús Nazareno que cuando nos sintamos afligidos por el dolor y la pena, sepamos llevar nuestra cruz con la resignación, que Él llevó la suya».

Le acompaña su Madre, María en sus Dolores y en sus penas, la Virgen de las Lágrimas. La llevan en paso de palio, bajo las trabajaderas, «cuarenta corazones que laten al unísono, al tiempo que rezan el Padre Nuestro». «María, Señora de los Dolores y Lágrimas, llora en la noche, bajo la gloria de su palio. Se llevan a su Hijo amado. El viento mueve su palio cimbreante y los jóvenes costaleros la mecen entre gladiolos, recordando a los que sufren, que nunca estarán solos».

Cristo de La Paz
Jueves Santo, Jesús muere en paz, sereno y tranquilo en la cruz. «Se deja morir en las palmas amorosas del Padre que le ampara». La imagen del crucificado muestra toda la crudeza de la imagen del sufrimiento. «No está sólo, cuando cae la noche, en la plaza de la Iglesia del Sagrado Corazón vemos salir la imagen impresionante de Cristo muerto en la cruz, Santísimo Cristo de la Paz, el Cristo del Jueves Santo, en trono dorado, llevada a hombros por los cofrades de la Soledad, dando ejemplo del amor y devoción profunda, por Cristo crucificado». Al Cristo de la Paz, «símbolo de la fe de todos nosotros, lo acompaña Melilla en esta Noche Santa. Melilla llora a Jesús. Día de muerte, de luto, de tristeza, de silencio y oscuridad, pero también, es de Amor y Caridad».

La Piedad y Santo Entierro
Jesús ha entregado su espíritu al Padre. «Es noche de viernes Santo, dolor negro y enlutado. Cristo muerto, yace apoyado en su madre, María Stma. de la Piedad, antes de enterrarlo, a los pies de la Cruz desnuda, con un blanco sudario. Madre que llora, llena de dolor, entre sus brazos sostiene por última vez, el cuerpo de su querido Hijo».

La Cofradía del Nazareno realiza su estación de penitencia con la presencia del Cristo del Socorro, «el milagroso Señor de las Buganvillas, llevado por mujeres, majestuoso, respetuoso, silencioso… ¡Cuántas veces Melilla le ha solicitado su ayuda, en momentos de penuria!», recuerda. Le sigue el Santo Entierro con Jesús muerto, Cristo Yacente, en sepulcro de cristal y maderas nobles, llevado de forma ceremoniosa por mujeres y hombres de Melilla. «El silencio a su paso, es impresionante, sepulcral y espeso, es la angustia personificada, sólo se oyen los acordes de la banda de cornetas y tambores de la cofradía», reconoce.

Soledad
«En el templo del Sagrado Corazón, por el dintel de la puerta vemos aparecer y avanzar, la desconsolada madre, Soledad de Ntra. Señora, la Soledad, llevada por portadores de trono de la Cofradía. Ya no tiene a su Hijo, ha sido sepultado”.
«Melilla acompaña a su Virgen, a la Soledad, la Señora de Melilla, para ampararla en su abandono, llena de dolor y sin consuelo. No está sola, son muchos los corazones con una idea común, acompañar en su soledad a María en las últimas horas que preceden a la Gloriosa Resurrección». «Pero tanto dolor y muerte serán transformados en vida. No puede el vientre de la tierra ocultar al Sol que la ilumina. Y entonces, María será también la Señora triunfal de los ángeles en la mañana de Resurrección».

Resurrección
«En una noche especial, de gloria, se celebra la misa de la vigilia pascual. En ella, se vela para expresar que seguimos en la espera, en la vigilancia y en la esperanza de la venida del Señor, del cumplimiento del nuevo y definitivo paso con él. Y finalmente, es noche de la alegría, es la noche del triunfo de Jesús sobre la muerte, llega la luz, porque Jesucristo ha resucitado para quedarse entre nosotros», proclamó. Las campanas, se han erigido en pregoneras, para anunciar con su repicar la buena nueva, Cristo ha Resucitado.

El Domingo de Resurrección Melilla se echa de nuevo a las calles, «la alegría se palpa en el aire. Se va transmitiendo la buena noticia ¡alegraros, que el Señor ha Resucitado!»
Ese domingo de júbilo, en la Medalla Milagrosa comienza la procesión de Cristo Resucitado. Mª Santísima en su advocación del Rocío, la Blanca Paloma, vestida de primavera, sale de su Parroquia de Sta. María Micaela, y la llevan al encuentro.
«En la plaza de España, corazón de Melilla, repleta de familias, se produce el encuentro, que gran satisfacción. Se viven los momentos más emotivos e indescriptibles, de la Semana Mayor, la Madre desconsolada se alegra al ver a su hijo Resucitado. Cuando los tronos se acercan y se unen, uno junto al otro, las dos bandas que la acompañan, se fusionan, y tocan el mismo himno: ¡Gloria! ¡Gloria! ¡Aleluya! Momento en el que toda Melilla vibra de emoción y júbilo», anunció Antonio Guevara.

Reflexiones de un pregonero
El pregonero finalizó su estación de penitencia manifestando que el Resucitado en su altar, «nos indica que sigue viviendo en cada uno de nosotros y es testigo de nuestras acciones. Tenemos que saber oír como Cristo nos habla, aunque a veces, nuestras imperfecciones, no lleguen a entender su verdadero mensaje».

Alzó su voz por los cofrades de Melilla, a los que animó a vivir «con pasión y emoción la Semana Santa, con profundo sentimiento cristiano y que este perdure, durante todo el año, en nuestros corazones. Debemos orar los unos por los otros, para que las obras de misericordias se conviertan siempre en el estilo de nuestras vidas». «Cuando veáis a Cristo Cautivo, Humillado, Flagelado, del Socorro, en su Cruz Crucificado o Yacente, o a su Madre en su Dolor, Lágrimas y Soledad, mirad con el corazón y pedir en oración que cesen las injusticias del mundo. Lo más importante que afirma la fe cristiana es la salvación en Jesucristo», concluyó.

Cristo, en el rostro de cada persona que sufre
Antonio Guevara rindió un sentido homenaje a los hermanos cofrades, a esos hombres, mujeres y niños que se vuelcan «para que los pasos procesionales de cada año, superen al del anterior». Y dijo que “alcanzan su verdadero sentido cuando generan sed de Dios, hambre de solidaridad, capacidad de sacrificio por el otro, paciencia ante las cruces graves de la vida y firme esperanza». En este sentido recordó que por nuestras calles «pasan procesiones anónimas, de personas que cargan su cruz y arrastran su dolor, sin encontrar una ayuda que les echen una mano, para aliviarle el peso de la indiferencia y la marginación. Jesús, sigue vivo en cada hombre o mujer, que viven entre sufrimiento y dolor». Afirmó que la Semana Santa no sólo son procesiones y actos de culto, sino que «la prolongamos todo el año con actos de caridad y de solidaridad, pretendiendo ir haciendo cada día, mejor la vida a los demás, siguiendo a Jesús».
«Anunciar a Jesucristo, es hablar de su vida, de su mensaje, y en especial que murió, venciendo la muerte, resucitó y vive, y vive en cada uno de nosotros. Salimos a las calles de Melilla, para dar un testimonio de Fe y el testimonio, necesita testigos», exhortó. «A los cofrades comprometidos, nuestra responsabilidad reside, en que esta catequesis que estamos a punto de vivir no se quede en simple manifestación externa, sino que seamos capaces de conectar cada vez, a más personas, con el Misterio de la Fe».

Debemos orar los unos por los otros para que las obras de misericordias se conviertan siempre en el estilo de nuestras vidas
«En la plaza de España, repleta de familias, se produce el encuentro, ¡que gran satisfacción! Se viven los momentos más emotivos e indescriptibles, de la Semana Mayor

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Jesús Andújar

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