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El rincón de Aranda

A Mohamed Abdela Ziz Mohamed

melillahoy.cibeles.net fotos 879 Juan Aranda web

La verdad, señor Mohamed, que su extensa réplica, llena de suaves retrancas, cuando me dice que no tiene claro si me “produce sorpresa o indignación”, el llamarse Mohamed; créame si le digo que me es indiferente, como si se llamase Hermógenes; o si me pide perdón por ser bilingüe: …“porque también hablo tamazight, chelja o como usted prefiera llamarlo”; por mí como si habla usted el tupí del amazonas, o el kiswahili de Uganda. “En un colegio público los maestros se esforzaron en enseñarme castellano, algo aprendí; y en mi familia también se esforzaron en enseñarme chelja, y algo aprendí”. Pues mi enhorabuena. Claro que la disyuntiva la tiene cuando en documentos anglosajones le piden cuál es su lengua materna, y escribe “castellano y tamazight”, porque puede razonar en los dos idiomas, porque eso enriquece a cualquiera que sea bilingüe. Y a continuación me hace un aventurado juicio de valor: “Pero claro que no creo que usted llegue a entender de lo que le hablo, pues no sabe ni sabrá jamás que es esa sensación”. Bueno quizás cuando estoy en los brazos de Morfeo, puede que mis cinco sentidos los tenga en estado de letargo, pero ahora que estoy tecleando mi contrarréplica, créame que los tengo en perfecto estado de revista. No sabe si yo soy hijo de inmigrantes, él dice que no lo es, y muy amablemente me recomienda: “Pero oiga no se preocupe si usted es hijo o nieto de inmigrantes, no se preocupe en absoluto, porque todos de una forma o de otra lo somos y es usted bienvenido”. ¡Hombre!, no sabe usted lo que le agradezco esa “bienvenida” que me hace a la ciudad que por primera vez vieron estos zacais, que se los ha de tapiñar la tierra, que es la misma que mis ancestros le hicieron a los suyos cuando llegaron a mi ciudad, deseándoles una venturosa estancia. La emoción que me embarga, hace que una lágrima asome por mis mejillas, y le digo: Gracias, muchísimas gracias, querido conciudadano. Y sigue afirmando que de lo que yo ni el “historiador más versado del ala derecha de este país”, -qué querrá decir con el ala derecha-, le va a convencer, es que en Melilla no se hablaba tamazight, o alguna de sus formas primitivas, no antes de la llegada de los castellanos, sino incluso antes de que llegaran los romanos. También cree que Melilla debiera proteger ese idioma, afirmando que el tamazight es un idioma de Melilla, y el que lo considere extranjero también considera extranjero a la ciudad como tal. Item más: “Extranjero es el inglés en Melilla, el francés, el catalán (sic) o el gallego (sic). Esos son idiomas extranjeros en Melilla. Pero el tamazight no, porque fue el idioma el que invadió la ciudad, que fue fundada donde ya se hablaba ese idioma”. Así, sin más, y sin beber ni un buchito de agua. Yo rogaría a los lectores que cuando hayan leído esa afirmación no lo tomen a choteo, ni a cachondeo, y mucho menos con regodeo, a ser posible emitan una sonrisa benevolente; porque si este señor cree que el catalán y el gallego son extranjeros en Melilla, sus razones tendrá. A su pregunta si me gusta pensar que el chelja es marroquí, créame como bien me dice, que lo disfruto con salud y además con felicidad, porque aparte de que lo pienso, lo reafirmo con total rotundidad: El chelja es del Rif, marroquí, del lugar de donde vinieron sus ancestros, que sí que fueron inmigrantes, porque llegaron del extranjero a España, y no los míos que llegaron de una ciudad española a otra de la misma nacionalidad. Y sobre lo del catalán y el gallego que dice que son idiomas extranjeros en Melilla, y por ende en España, pienso que como dice el refrán: “Ha metido usted la patita hasta el corvejón”, o si lo prefiere más fino: Se ha columpiado suavemente junto a su supina ignorancia. Yo creo que los lectores tienen la última palabra, y ellos sabrán dilucidar si dos lenguas peninsulares españolas son, o no son, extranjeras en mi ciudad, Melilla, por ende España, que no de España, -ojo con el matiz de la preposición “de”-, que no es lo mismo mi anillo, que es mío, porque me costó un huevo, y lo puedo vender, cambiar o regalar, que mi dedo, que es parte integrante de mi cuerpo sandunguero; o sea, yo. Y sobre lo que refiere a que Cándido Lobera manifestó, el “Desacierto de echar por tierra la Mezquita de Santiago”, debo decirle que en el “Acta de Demarcación de los nuevos Límites de la Plaza de Melilla y su Campo Neutral”, firmada, la primera en Tánger, el 21/06/1862, y la segunda en el Campamento de Draá-Es-Seyet -frente de Melilla-, el 14/11/1863, en su art. 3º dice: “A fin de evitar las cuestiones a que necesariamente daría lugar la entrada de los moros del campo para visitar la mezquita que hay dentro de los límites en el lugar llamado Santiago, dicha mezquita será destruida y arrasadas las higueras y chumberas que la rodean. La destrucción de la mezquita y limpia del terreno circunvecino se hará por las tropas marroquíes o por los habitantes de las tribus”. Así que si Cándido Lobera se pronunció de esa forma sus razones, debido a las connotaciones de la época, le obligarían a ello. Otra florecita que me lanza, y que le agradezco de todo corazón, ya que le parece mentira que gente como yo, que les deleito con mi vasta (sic) cultura, con citas en latín, de las que traduzco, hable del asedio al que un emperador marroquí sometió a la ciudad en el XVIII. Bueno con respecto a aquél Asedio (1774-1775), ese Emperador, hay que reconocer, fue un poco tramposo, ya que solo quería la guerra por tierra, pero nuestro Carlos III, con gallardía, le dijo que se fuera a hacer gárgaras, y fíjese lo que ocurrió; pero bueno, eso es otra historia. Y ahora vienen sus consejos, cuando me dice: “¡Pero hombre de Dios, ya está bien!; ¿No tiene usted otra cosa sobre la que leer?, que hay literatura bélica a montones, y que ha habido guerras hasta debajo del mar”, -creo que se refiere a la de los submarinos-. Me recomienda “de corazón”, que lea “Seda” de Alessandro Baricco, un libro muy amable que me vendría “muy bien para endulzar un poco ese carácter” -el mío-. Hace varios años leí ese libro, y me pareció que contenía muchos adjetivos relamidos y cursis, y con una sutileza sobre los gusanos de seda, que el protagonista, Hervé Joncour, traía del Japón en el siglo XIX. Y si veo que no puedo aceptarlo, o no quiero, “por estar en su salsa, que siga escribiendo sobre sus Héroes de la Purísima, que vinieron a luchar contra esas hordas salvajes que no hacían más que darse al saqueo y a la destrucción, y que hablaban alguno de los idiomas salvajes como el tamazight”. Menos mal que esos escritos, le molestan menos que mis “ideas sobre un idioma que no conozco, ni conoceré jamás”, y que no hago ningún favor a la convivencia de nadie en esta ciudad, y ni al enaltecimiento que tanto promulgo. Y con un cordial saludo se despide como un conciudadano. Bueno, la verdad es que por lo menos no me ha invitado a que me tome un vasito de leche y me acostase, como me dijo una señora de su misma cuerda.

Terminada la exposición y alguna que otra respuesta, le diré que aunque la sátira consiste en rebajar al hombre hasta donde se merece, y un poco más yo, la verdad, lo he encontrado bizcochoso y merengoso, hasta los juicios de valor que me hace; aunque yo siempre procuro escribir con letras del tamaño de mi corazón, chispita más o menos, y con pocos preámbulos. También deseo pedirle, rogarle, y si lo prefiere se lo suplico, que cuando se refiera a los Héroes, en plan peyorativo, “estando en mi salsa”, le pido por favor que se ponga en pié, con las palmas de las manos entre la cadera y los muslos, e incline la testa con el gesto de humilde y sublime respeto, que les debemos a todos los que están enterrados en sus tumbas y panteones, en La Purísima, porque gracias a ellos usted, y la gran mayoría que alcanzaron la nacionalidad española, en el siglo pasado y principalmente en los ochenta, están disfrutando de una democracia en un país libre.

PD Yo también le recomiendo la lectura de un libro muy esclarecedor, que trata de la tierra de sus ancestros, de su cultura, usos y costumbres: “Abd El Krím y la Guerra del Rif”, de David S. Woolman No es tan meloso, ni tan sedoso, como el del italiano, pero como ya le digo, debiera ser el libro de cabecera de muchas personas, como usted, y de las que padecen el síndrome de Estokolmo, o sin él, que haberlas háylas en mi ciudad, Melilla. Y ahora viene el latinajo: “Vincit omnia veritas”, que traducido a mi idioma: “La verdad lo conquista todo”. Y como el ser agradecido es de bien nacido, reciba un saludo.

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