Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El rincón de Aranda

A modo de colofón sobre las 100 “cartas desde la Purísima”

Este epílogo del epistolario “Cartas desde la Purísima”, es la consecuencia de una inquietud que siempre tuve por la verdadera historia de la ciudad donde tuve el privilegio de nacer, Melilla.

En el año 2009, cuando comencé a desarrollar la idea, sólo pretendía plasmar en cuartillas lo que escuchaba en mi niñez, como fueron sus nombres, ciudades y pueblos de nacimiento, unidades militares a las que pertenecieron, y lugares donde cayeron heroicamente. Todo ello, junto a los datos históricos que leía en los pocos libros que llegaban a mis manos; porque la verdad es que eran muy escasos. A mí me parecían, no solo un entretenimiento que me enriquecía, sino que con el correr de los años me permitiría recordar y, a mi modo, deleitarme con todos los hechos recogidos a lo largo de esos años. Créanme que jamás pude imaginar que llegaría hasta la publicación de este epistolario de un centenar de “cartas”. Aunque también debo decir que todos los datos son el fruto de recuerdos de conversaciones habidas con personas que vivieron, y sufrieron los avatares del primer tercio del pasado siglo XX; entre los que se encontraba mi añorado padre.

Releerlos es como encontrar ese imán invisible que toda persona teme extraviar en los recovecos de su mente, y que le acerca, a su niñez, como me ocurre a mí.

Pérez Galdós en su “Crónica de Madrid”, decía de los militares:

“Felices alumnos de Marte, con cuanta candidez se contonean pisoteando airosamente los adoquines. Pueden Morir por una gran causa nacional o vencer por un fútil arbitro particular. Su obra es grande, sublime, inmortal o pequeña, rastrera o infructuosa, según se pongan al servicio de los pueblos o a las ordenes de un hombre, según apoyen la libertad o patrocinen una ambición. Comen el sustento que una mano les alarga, vístense los trajes que les dan, empuñan el arma que se les entrega y corren en pos de la gloria, de la derrota o de la muerte”. Y el ex-Presidente de los EEUU, Obama, en 2010, en el discurso de aniversario de su país, decía: “…Cuando la Patria está en peligro, se recurre a Dios y al Soldado. Cuando el peligro pasa, Dios es olvidado y el Soldado… ¡juzgado!. Es el Soldado, no el periodista quien nos ha dado la libertad de prensa. Es el Soldado, no el poeta, quien nos ha dado la libertad de expresión. Es el Soldado, no los políticos, el que garantiza nuestro derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Es el Soldado quien saluda a la bandera, y cuyo ataúd está envuelto en la bandera…”.

Melilla desde su Conquista, como todos saben, siempre ha sido militar, la que en muchas de sus calles son testigos al leer en sus rótulos los nombres de grandes militares, que perdieron sus vidas defendiendo este pedacito de España de tan solo 12 kms. “abanicados”. Algunos, como decía Galdós, cuando contoneaban sus cuerpos por los adoquines del Pueblo pasaban, a la vez, toda clase de calamidades. Otros, al servicio de un hombre, o apoyando la libertad del pueblo, iban a por la gloria o la derrota, y muchos se encontraron con la muerte; pero todos lo hacían por España. Esa Cañada de Horcas Coloradas, Ataque Seco, Castelar, -antigua Rambla del Agua-, con el Cementerio de la Purísima, -antiguo Ntra. Sra. del Carmen-, en su epicentro, es el gran testigo, con sus Galerías y Panteones de Héroes. La diosa Niké, como “Matrona de España”, nuestro Ángel de Bronce, con la Palma del Martirio en su mano izquierda, y en la derecha, la Corona de Laurel, ofreciéndolas a nuestros hermanos, Héroes y Mártires por la Patria, debe hacernos reflexionar sobre los miles que hay allí enterrados. En cada una de las “Cartas”, he intentado tremolar el Pendón de la Patria, para que ustedes, queridos lectores recuerden, y jamás se les olvide, que en La Purísima se hallan nuestros Héroes, que también fueron Mártires Cristianos, que dieron sus vidas para que nuestra ciudad siga siendo España.

Y si a alguien esto le suena a una parafernalia propia de una arenga patriotera, les digo que me importa un carajo. Yo solo sé que cuando escribo sobre ellos, humildemente voy nutriendo mi conciencia de patria, como español, y por ende de melillismo. Estas cien “Cartas”, han sido una breve cronología, en síntesis, de hechos que ocurrieron en Melilla, y sus alrededores, desde que Pedro de Estopiñán puso sus pies en las derruidas murallas del Pueblo, hace ahora 520 años. Todas, una a una, han ido emergiendo, como estrellas de luz, alumbrándome con toda la fuerza de sus almas inmortales. Se ha dicho que cuando alguien emprende la lectura de La Iliada, de Homero, como relato histórico, encuentra enseguida la ficción, y que aquél que por el contrario, la lee como una leyenda, halla siempre la historia. Créanme que estas “Cartas” no han sido leyenda ni ficción, ni tampoco fruto de mi imaginación; les puedo asegurar que han sido la Historia viva de nuestros Héroes y Mártires que dieron lo más preciado que tenían: su sangre.

Gabriela Mistral decía que la imagen materna de la tierra, es una actitud de una madre con su hijo en brazos, sus criaturas seres y frutos, en sus anchos brazos. Ésta es mi tierra, Melilla, ciudad española por excelencia, africana por su situación geográfica, pero con la cultura europea, y la idiosincrasia del crisol español, en todas sus dimensiones.

Y si me lo permiten yo, que siempre he tenido el imperativo de escribir sobre Melilla y sus Héroes, en el año 1985, con dolor y rabia contenida, escribía este humilde poema al Cementerio de la Purísima:

“En el Cementerio de Melilla,/ generaciones de héroes/ en sus entrañas tiene./ Ellos sabían que morían/ lejos de su Tierra Peninsular./ Esa sangre seca y española/ es la bandera que alzo,/ para que todos la vean/ siempre ondear, y recuerden/ que esos españoles muertos, viven en la memoria, y no tirados en el olvido/ de algunos compatriotas/ que dicen ser, hermanos nuestros.”

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€