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El rincón de Aranda

Yo también quiero que Mohamed VI pida perdón a Felipe VI (1ª)

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Así estaríamos a la par. El argumento que voy a escribir, con respecto a este tema de los hipotéticos “perdones”, entre monarcas, yo voy a comenzar diciendo que el 7/07/1909, el Caíd de Segangan, Mohamed Mizzián, reunido en el cuartel general de su Harka, en Hardún, en lo alto del Gurugú, con Chandly de Mazuza, Abdelkader de Beni Sicar, Al Cal de Beni Sidel, Mohan Missián, de Beni Bugafar, y Omar de Mtalza, con su fogosidad y odio a los españoles, anima a todos a la lucha sin piedad contra el infiel. En esta reunión se discutió mucho sobre la conveniencia de permitir los trabajos del ferrocarril. Chadly y Mizzián intentaron más tarde que otros notables se negaran a esa obra, sin que éstos se pusieran de su parte. Ellos dieron el hecho por consumado y ordenaron a sus partidarios que atacaran a los obreros indefensos. No sé si en la actualidad, una de las calles del Barrio de Del Real, “9 de Julio”, sigue inmortalizada con esa fecha, del mismo modo que muchas otras, con gestas heroicas. Como todo el mundo sabe, las consecuencias que derivaron ese 9 de Julio de 1909, para España fueron trágicas y sangrientas, y todo empezó muy cerca de nuestra ciudad. Y para las personas, según he podido leer, con un supino desconocimiento, habría que aclararle al respecto, haciendo un poquito de Historia: Eran las seis de la mañana, de ese trágico 9 de julio, cuando Gregorio Otero, capataz en la construcción de la línea férrea que uniría Melilla con el exterior, y trece braceros que le acompañaban, se dirigían a la 2ª Caseta, cuando un kabileño les advirtió que muy cerca de allí se encontraban algunos moros que querían hacer prisioneros para canjearlos por los que el General Del Real tenía cautivos del apresamiento de Quet. Los trabajadores no daban crédito a lo que oían, y el capataz Sr. Otero, se propuso avisar a su jefe, el ingeniero Sr. Becerra en cuanto estuviesen en la Caseta, cosa que hizo. Pero al distribuir las herramientas, observó que los rifeños eran reacios a empezar la faena, yéndose él con tres españoles al arroyo de Sidi Musa, donde empezaron el trabajo de cimentación de un puente. Algunos minutos después escucharon una descarga de fusilería hecha desde una distancia de diez metros, cayendo mortalmente heridos los obreros, Emilio Esteban de Xerica, casado y con dos hijos, Cristóbal Sánchez, casado y sin hijos, y el liberto, mulato de origen cubano, Tomás Almeida. Los demás, indefensos para luchar contra armas de fuego, apelaron a lo tradicional en estos casos, correr sin descanso, ya que sabían que serían hechos prisioneros, no sin antes ver como los rifeños remataban a los heridos dándoles con piedras en la cabeza. Mientras, los sicarios de Mizzián y Chadly los corrían a tiros, y así cayó otro obrero, llamado Salvador Pérez, y herido en un antebrazo otro de sus compañeros. La fortuna para ellos fue encontrarse con un pastor que entre la 2ª y 1ª Caseta, apacentaba su ganado quien, demostrando un gesto humanitario los acogió con solicitud, anunciándoles que en la vía férrea, muy cerca de allí, estaba funcionando una locomotora. Corrieron todos hacia allá, montaron en ella y se dirigieron a Melilla. Al llegar a la Posada del Cabo Moreno los recibieron algunos soldados del Rgto. África 68, al mando del Teniente Coronel D. Enrique Baños Pérez, que tenia la misión de vigilar las vías del ferrocarril. Estos obreros explican aterrorizados lo ocurrido a sus compañeros, y de lo patético del relato se deduce que los moros emboscados entre las 2ª y 3ª Casetas han hecho varias descargas contra el equipo de trabajadores y cuatro de ellos han caído. Sobre el famoso Cabo Moreno, hay que decir que su verdadero nombre era Xeij Ahmed. Este hombre murió a consecuencias de las heridas sufridas por El Chadly, cuando luchaba en favor del Sultán. Fue un gran amigo de España.

El Teniente Coronel Baños manda urgentemente a la Plaza a dos soldados con la misión de comunicarlo al General Marina y mientras él, con las dos compañías del África, embarca en cuatro vagones que habían enganchado previamente junto a la locomotora que trajeron los obreros.

En Melilla, como es natural, se produce una gran conmoción. En el Hipódromo se va concentrando una columna con el General Marina y su Estado Mayor en pleno, 2 compañías de la Disciplinaria, 4 del África 68, la batería de montaña del Grupo Mixto y dos secciones de Sables del Escuadrón de Melilla. En la ciudad, el General D. Pedro Del Real y Sánchez Paulete, 2º Jefe de la Comandancia, prepara otra columna de reserva con dos compañías del Rgto. Melilla 59, entre cuyos oficiales se encuentran veteranos de Ultramar, otra del África 68, la batería de montaña del grupo Mixto al mando del comandante D. José Royo de Diego, que más tarde sería laureado a título póstumo, y una sección de cañones de 8 cm. “Plasencia”, al mando del teniente Joaquín Romay Mancebo, de 23 años recién cumplidos. El General Del Real quedó al frente de la guarnición de la Plaza y sus Fuertes; siendo su misión la de reforzar y sostener la columna que el Gobernador Militar lleva a sus más directas ordenes.
(Continuará)

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