A veces, cuando me “meto” en la página “Fotos Antiguas de Melilla”, me llena de nostalgia al observar las imágenes tan vivas en los recuerdos que parecen que han ocurrido ayer, cuando en realidad es que han pasado más de sesenta años. Me refiero a una foto de la calle Castelar (antigua Rambla del Agua), que una señora ha publicado en esa página.
Todos los comentarios están llenos de cariñosos recuerdos de los que hemos nacido y correteado por las calles de ese barrio. Pero vale recordar el nombre del callejón de la Soledad, perpendicular a Padre Lerchundy y Castelar. Me viene a la memoria de cuando vestía pantalón por las rodillas, que a ese callejón siempre lo conocí con el nombre de Málaga, y los comentarios que siempre hacían mis padres sobre el nombre de la hermana mayor de nuestra ciudad. También debemos saber que la actual Abdelkader, antes se denominaba Arturo Reyes, y antes que éste: Málaga. La historia es la siguiente: En 1904 cuando se autorizó la construcción de la zona centro, o triángulo de oro, conocido como “El Llano”, la denominaron “Barrio de Sión”, y a partir de 1906 “Barrio de la Reina Victoria”. Cuando la República la denominaron con el nombre de la heroína granadina, “Mariana Pineda”, y después “Virgen de la Victoria”. Y ya en tiempos de la dictadura, “Barrio Héroes de España”. Así que imagínense ustedes los distintos nombres que ha recibido ese barrio. Pero centrándonos en esa calle, deben saber que en 1906, a la actual Abdelkader, la bautizaron con el nombre de Málaga; y pocos meses después de la muerte del gran poeta malagueño, Arturo Reyes Aguilar, ocurrida el 17.06.1913, en su honor le pusieron su nombre, siendo trasladado el de Málaga al actual Callejón de la Soledad. Pero desde 18.12.1950, nueve días después de la muerte de Abdelkader Hach Tieb, fue bautizada con el nombre de ese gran amigo de España, que dio prueba de lealtad a nuestro país, cuando en la noche del 23 al 24 de junio de 1921, dirigiéndose a las autoridades españolas dijo: “Si los refuerzos no llegan inmediatamente, no me será posible contener por más tiempo a mi kábila, presionada por la harka enemiga, y para que no penséis que os hice traición tendré que suicidarme…”.
Fíjense la serie de nombres que han denominado a ese barrio, a esa céntrica calle y al humilde y escalonado callejón. Aunque hay que decir que todos han tenido el merecimiento, y el honor, de estar, en poco o mucho tiempo, en las lápidas de sus esquinas. Sí, ya sé lo que están pensando, porque a mí también se me pasó por la cabeza, haciéndome la siguiente reflexión: ¿por qué Napoleón, que nos viene “enseñando” el dedo corazón a todos los melillenses, debe seguir observando Melilla, desde la ladera del Fuerte Camellos, como
diciendo: “¡Eeeh!, que sigo aquí,”?. La verdad es que ni ustedes, queridos lectores ni yo, nos merecemos esta desidia por parte de los políticos, que cobran una buena pasta gansa, que todos pagamos, al hacer caso omiso a las peticiones que desde estas páginas les solicitamos, páginas que muy bien pueden servir de actas notariales, y suplir a las peticiones por oficio, como me obligan a hacer cuando solicito la petición del cambio de ese general francés por el nombre de mi profesor de música, D. Julio Moreno Rodríguez. Yo solo espero que algún día alguien que pertenezca al grupo de gobierno de la ciudad, caiga en la cuenta de que la Historia de Melilla es cosa común para todos los melillenses, y no sea capricho de unos pocos.
Así que por favor, señores políticos: nombren una comisión de personas preparadas, muy puestas en nuestra Historia, revisen el callejero, y comprueben los fallos, que haberlos háylos, con los nombres, antiguos y modernos, que figuran en las esquinas de muchas de nuestras calles. Por ejemplo el de Pedro Segura, junto a la Comandancia. ¿Qué trabajo les cuesta? Con mis mejores deseos, señora Fadela Mohatar, Consejera de la “Cosa Culta”, reciba un cordial saludo.
