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El Torreón del Vigía

Un cambio en la CEME

La manifestación del pasado miércoles bajo el lema "Por el presente y el futuro de Melilla" y convocada por la Asociación de Comerciantes, la Asociación de Empresarios de Hostelería, la Plataforma de Empresarios y Asociación de Comerciantes y Sectores de Melilla (ACSEMEL) no solo supuso un éxito por el número de participantes sino que advierte un cambio de tendencia en el empresariado melillense. La ausencia en las calles tanto de la presidenta como del secretario general de la Confederación de Empresarios de Melilla (CEME), como se quejan las organizaciones convocantes, ha evidenciado, además del grave error para ambos que ese tándem está agotado. En los últimos años, los que habíamos conocido otra CEME, hemos asistidos perplejos y con pena, a la decadencia de una organización que logró con méritos propios un prestigio en la Ciudad pero que con su inmovilismo o el mirar para otro lado en los grandes temas han terminado por perder su credibilidad y hasta la representación, como destacan sus propios asociados. El no sondear a pie de campo con aquellos a los que dice defender o con otros agentes sociales la realidad compleja de esta tierra a lo que sumamos una lejanía física o de carácter con todos ha llevado a la situación que se padece. Melilla no puede permitirse que a una Cámara de Comercio sin actividad le siga ahora la CEME. La Asociación de Comerciantes, por cierto fundadora de la Confederación, o entre otros, personas como Enrique Alcoba, que además es vicepresidente de la CEME, constituyen no solo una garantía sino el revulsivo imprescindible para esta hora de Melilla. Que precisa de personas nuevas, con capacidad de gestión, diálogo y negociación y que tengan el peso por sus valores, trabajo, estilo, ejemplo y entrega al bienestar general por encima de personalismos, años, nulidades y prepotencias. La Plataforma de Empresarios, como ya lo hicieron en Noviembre al presentar sus diez propuestas, tiende de nuevo su mano a las autoridades para sentarse en busca de soluciones, sabiendo que cuentan con el respaldo de la inmensa mayoría. Melilla debe ser para todos lo que nos una, dando el impulso necesario y trabajando para alcanzar un futuro. Las aportaciones siempre serán bienvenidas para que también el centro de la Ciudad vuelva a recuperar la vida que siempre tuvo y que así sea un motor económico y de progreso. Tampoco debemos obviar el error que ha supuesto la ausencia de los sindicatos en la concentración del miércoles o el humo que nos quieren vender del ínfimo turismo tanto nacional como de Marruecos que compra en Melilla. En 1.912, Cándido Lobera describía a Melilla como auténtica escuela de energía y cómo dejaría de ser una carga económica para el Estado por el auge del comercio. Hoy, el empresario, trabajador, autónomo y comerciante sufren en su bolsillo la situación que padecemos, ahí no sirven estadísticas ni campañas publicitarias complacientes, hablen con ellos y preocúpense de sus problemas. Los de ellos son los nuestros.

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