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Columna abierta

TRILOGÍA RELIGIOSA PARA LA CONVIVENCIA MELILLA, 1998 (Año en que coincidieron festividades de las tres religiones: cristiana, judía y musulmana.)

Ahora que te han puesto de serena elegancia
cuando el recogimiento de este fervor cristiano
transita por las venas y los pulsos piadosos
Le buscan por iglesia, sinagoga y mezquita.

Ahora que es vigilia en Viernes de Cuaresma,
cuando Le recordamos haciéndose el camino
para el que vino adscrito, por entre peñascales
dególgotas hirientes que el hombre Le marcara.

Ahora que en los rezos igualamos las razas
que pasean por las calles contándonos su historia
y las plegarias suben como un rumor al Cielo.

Ahora es mi ciudad, Melilla, tan amada,
la que remoza un hálito de liturgia y promesa,
la que va enriqueciéndose, poco a poco sin prisas,
de todas nuestras cosas.

Pan ácimo, torrijas y roscos se han horneado
intensos al filo del Islam, Shabat o Catacumba.

Las mezquitas altivas con sabor a cuscús,
sukía o harera ofrecen en el canto
amaneceres frescos de atentos muecines.

Pascua Grande anunciada por Gabriel a Abrahán.

Escrita está la fe en este calendario de Luna encendida
que agrupa a las familias y desean “mabrukgidkum”
con limpios corazones mirando hacia La Meca.

Muy cerca de “Cabrelles”, en lugar muy sencillo,
otra revelación de Yavé invocado.

La sinagoga acoge con un fervor de siglos,
la Torá desgranada en sus rezos
para un pueblo que evoca un Pesaj milenario.

La esclavitud de Egipto cambiada en libertad
en tiempos de Moisés y así,
otros cuarenta años de caminar unidos
incansables desiertos se hacen hoy presentes.

Un respeto a la Historia, se dirá en cada hacienda
que se alimenta hoy de un escaso maná
con sabores dulcísimos y en exclusivo rito.

Canaán está lejana, pero vieja y querida
presidirá los días que iluminen por fin
“La noche de las mesas”. Y todos reunidos
junto a blancos manteles creciéndose en plegarias.

El judío es semilla certera como río y
hermanado se queda en torno a esta Melilla
que hoy se vive múltiple en las tres religiones.

La ciudad se perfuma de incienso y de arrebatos,
de cofrades henchidos por tanta letanía
y cantos marianos inundarán los aires.

Todo está preparado. Es un cirio encendido
en medio de la noche marinera y espléndida.

Semana Santa a todos nos habita,
también por coincidencia, Sacrificio y Pesaj
en otras muchas almas echarán sus raíces.

Las calles se inquietan esperando a sus Santos,
y tambores y niños, estandartes y palios
recorrerán las calles
y se oirán saetas con una pena nueva.

El parque en su alegría será testigo ufano
de grácil Pollinica que portará inocente
al Rey de los cristianos en toda su grandeza.

Las palmas trabajadas, los olivos resecos,
inauguran un tiempo de Domingo de Ramos
y en desafío constante,
han mirado a palmeras ancladas en parterres
desde que niños fuimos,
y ahí quedan vigías de todo cuanto ocurre.

Después vendrá El Encuentro
tan lleno de alegría, emoción y recato.

El Hijo y la Madre, a quien dirán:
¡Guapa, guapa y guapa! con un amor profundo,
se encontrarán al fin en la plaza más grande
de esta hermosa Melilla sembrada de palomas
para dar cumplimiento a tradición y fiesta.

Y mañana seremos, como siempre hemos sido,
melillenses constantes en fijarnos a esta tierra
de ocres y mareas que a costa de levantes
nos va haciendo viejos.

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