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El Torreón del Vigía

Ser mejores

Los buenos deseos se dan por Navidad, es como un paréntesis entre tanto estrés, entre tanto ritmo frenético donde se olvida lo más cotidiano. Horas y horas en despachos o en la calle forman parte del diario para cualquier persona. Tanto que el olvido de uno mismo para ser un número que aporta números es de lo poco que contamos. A muchos se les recomienda frenar, disfrutar de las pequeñas cosas, un café a medias, un paseo compartido e intercambiar ideas. Es la vida que pasa con nosotros dentro de un Ave a la velocidad del tren bala, como ese río de la vida, pero sin que tantas veces sepamos mirar a un paisaje o escuchar al vecino o a la risa de un niño o a la sonora soledad del anciano. Siempre se dice no hay tiempo, sólo hay que ganar dinero y tengo que ser más. ¿Dónde quedan los valores? Pero ahora a la humanidad le han hecho caerse de la torre de cualquier City. Pisa asfalto y se ve pequeña ante un monstruo invisible y dañino, que es capaz de matar, y para el que no hay aun vacunas. Este virus real ha rasgado la cómoda vida de la humanidad, quienes negaron con sus obras la necesidad de otros, ahora parece que el confinamiento les ha hecho reflexionar y aportar buenos deseos. Con corona virus o sin él todos somos parte de este puzle de la Tierra, y sin usted o yo es imposible encajar, faltarían piezas, pero más se perdería al ser humano que al lado existe. Da igual el origen, lugar, creencias religiosas o no, ideas políticas, si aún es una vida dentro de una mujer, como si es alguien que huye de las mil maneras de represiones, hay que darle la oportunidad de ser, como a nosotros nos la dieron y no otro semejante sino Dios. Hay que creer, en la persona, perdonar y no odiar, vencer rencores, mirar de frente y no juzgar. Hay que trasladar a tu vida lo que dices que crees, y si no es así, primero perdona a tu hermano y luego haz tu ofrenda. De nada valen las caretas, sé tú mismo en todo lugar y ocasión. No uses, no te valgas de la necesidad de otros para obtener lo que no es lícito. El confinamiento que soportamos, uno más para los españoles que tanto saben de asedios, sitios y guerras civiles, nos debe hacer salir fuertes y más vividores. Hasta en estos días se recomienda y se recuperan los teléfonos fijos, que ya parecían en vías de extinción. Sea como sea vamos a comunicarnos más y no solo ahora. Hagamos planes para cuando la libertad de movimientos se recupere y llenemos de voces y de encuentros, la Avenida y parques, el paseo marítimo, las tiendas y bares, cafeterías y restaurantes. Aparquemos los móviles y digamos a los ojos todo lo que sentimos mientras una mano busca a otra y saquemos tantos abrazos, hoy guardados, para ese alguien que es todo en tu vida.

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