El viceconsejero del Menor, Abderrahim Mohamed, apuntaba hace unos días que firma a diario “dos o tres repatriaciones” al país de origen, pero dichos expedientes “se pierden en la Embajada del Reino de Marruecos en Madrid porque no se interviene”. Y para aclarar quién no interviene, continuó diciendo que Marruecos no puede alegar que los procedimientos administrativos no son los adecuados por parte de España para que se ejecuten esas repatriaciones porque tanto la Ciudad Autónoma como la Delegación del Gobierno “cumplen” su parte.
El viceconsejero remató con una conclusión. “Por lo tanto, el problema lo tienen en la Embajada. Marruecos lo tiene fácil: consultar a su embajador y ahí sabrán que hay expedientes de menores cuya filiación, datos personales y familias son conocidas”.
Esto de los expedientes de repatriación ‘perdidos’ no es nada nuevo. Lleva años sucediendo. Lo que pasa es que ahora es otro partido y responsable político quien sufre ese vacío de Marruecos, aunque la víctima sea la misma, la Ciudad Autónoma. Ya en la época de María Antonia Garbín como consejera de Bienestar Social, hace alrededor de 20 años, sucedía esto mismo. Ella misma relataba cómo se solicitaban esas repatriaciones y Marruecos, al ver que el menor había pasado por Melilla, metía el expediente en un cajón debido a su reivindicación soberanista sobre Melilla, al igual que sobre Ceuta, ciudades que considera ocupadas.
Por un tema político, Marruecos no ha atendido durante todos estos años esas solicitudes de repatriación, aun teniendo un acuerdo firmado con España que se ha quedado en papel mojado.
La novedad en este tema es que ahora hay más comunidades que son víctimas de esta actitud irresponsable de Marruecos por no atender a sus menores, ya que la inmigración infantil que protagonizan ahora llega a otros puntos de España cuando antaño era sólo un problema de Ceuta y Melilla.
También hay otra cuestión que es nueva, y es que el Rey de Marruecos ha dado instrucciones para que los ministerios del Interior y de Exteriores del reino solucionen el problema de los menores no acompañados marroquíes que se encuentran en España y en otros países de la UE, tal y como informó hace unos días Rabat en un comunicado. El propio viceconsejero melillense se mostraba sorprendido al respecto: “Sería la primera vez, que yo sepa, que el rey de Marruecos interviene y habla de repatriación de menores. Pero lo tiene fácil: encima del despacho de su embajador tiene las solicitudes del Ministerio de Asuntos Exteriores”.
Lo más seguro es que esas solicitudes sigan estando sobre la mesa, porque después de la crisis desatada entre los dos países, parece poco probable que Marruecos vaya a dar el paso contrario del que usó hace escasos días para iniciar dicha tensión. Si lo hace, todo apunta a que podría responder más a una operación de lavado de imagen ante Europa tras quedar como un país irrespetuoso con sus fronteras. Y, si eso ocurriera, es de suponer que los expedientes donde aparezca algún rastro de Melilla seguirán durmiendo el sueño de los justos.
