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La firma invitada

Podemos se rompe

Sin esperar a conocer el desenlace de su máximo órgano de dirección entre congresos, el llamado Consejo Ciudadano Estatal, es fácilmente detectable una corriente de complicidad con Iñigo Errejón. Al menos en lo tocante a su apuesta por la causa electoral de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en las elecciones del 26 de mayo.
Si lo hacemos en el Ayuntamiento, por qué no hacerlo también en la Comunidad. El razonamiento está cargado de lógica. Esa es la motivación de Errejón en su inicial condición de candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid. Una decisión realista e inteligente de quien, ya despojado de sus cargos, aún se reconoce militante del partido liderado de aquella manera por Pablo Manuel Iglesias desde su fundación.

Y eso mismo le ha parecido a otros dirigentes que en su reunión de este miércoles propondrán alguna fórmula de acercamiento a Errejón y al fondo de su propuesta: una candidatura única que ponga a todos los efectivos de Podemos a la sombra política de Carmena (Mas Madrid), pero con un candidato del partido, que sería el propio Errejón. La propia numero dos del mismo, Irene Montero, defendía este lunes en la radio la posibilidad de ir a hacia esa candidatura de unidad con el hasta ahora insurgente Errejón. O sea, marcha atrás respecto a la inicial reacción de los máximos dirigentes (Iglesias, Montero y Echenique), claramente aquejada por un ataque de contrariedad mal resuelto con descalificaciones personales y graves acusaciones de deslealtad dirigidas a Errejón. Ha sido fácil encontrar un relato justificativo: frenar a la derecha y acabar con el largo reinado del PP en la Comunidad, como ya se acabó en el Ayuntamiento hace cuatro años.

Tratamiento aparte merece la crisis interna desencadenada por el gesto de Errejón (acogerse al tirón electoral de Carmena). Los medios de comunicación se han llenado de las más variadas interpretaciones sobre lo que parece una verdadera implosión en Podemos. Pero tampoco hay que quebrase demasiado la cabeza para entender que desde su fundación este partido ya llevaba dentro todos esos elementos implosivos que dejan a Iglesias a los pies de los caballos. A saber: personalismo en el liderazgo, leninismo en la organización y trasnochado peronismo en la ideología. Lo demás lo puso la aversión al PSOE, al régimen del 78 y a la Monarquía Parlamentaria.
¿Qué se podía esperar de un guiso cocinado con semejantes ingredientes? Pues lo que está ocurriendo: caos organizativo, dispersión territorial, desconcierto entre sus votantes y desbarajuste político. Nada ocurre por casualidad. Lo dicho: arde Podemos y uno de sus fundadores ha querido huir de la quema. Si el partido tiene algún futuro, nunca será con su actual armazón.

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