Carta del Editor MH, 7/2/2024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
Que la comunista Yolanda Díaz sea ministra de Trabajo es como nombrar jefe de los bomberos a un pirófilo (del griego pyros, alguien a quien le gusta el fuego). No es extraño que con ella la economía española -la melillense incluida- se esté quemando.
Que la comunista Yolanda Díaz sea ministra de Trabajo es como nombrar jefe de los bomberos a un pirófilo
Me ha gustado mucho el último libro de Fernando Savater, “Carne gobernada. De política, amor y deseo”. Fuera de la izquierda sociocomunista -dice Savater- todo es Trump, según el actual diario El País (del que Savater fue uno de los fundadores y al que ahora le acaban de echar como columnista, por criticar a Pedro Sánchez). Y añade: “En las generales del 23 de julio -aunque numéricamente ganadas por la oposición a Sánchez- comprendimos que todavía padecemos a demasiados conciudadanos dispuestos a votar al diablo más colorado del infierno con tal de no apoyar ni por descuido a la derecha y no digamos a la extrema derecha (que es más o menos la misma derecha, pero vista desde la propaganda denigratoria de los medios de izquierda)… Sin embargo –concluye Savater- un pesimista dijo que un país democrático dirigido por imbéciles y desaprensivos puede asegurarse que el pueblo está bien representado”. Duro, pero…
Una de las consecuencias: la agricultura -el sector primario- se hunde en la Unión Europea. Las medidas ambientales que impone la UE están obligando a cerrar muchas explotaciones agrícolas. Los franceses son los que más protestan, pero todos -España y Alemania a la cabeza- padecemos la competencia exterior, fuera de la UE, que produce con menores costes verdes y con salarios más bajos.
Así nos empobrece el Estado, escribe Guy Sorman en ABC, el 5/1: Así nos empobrecen “las elites bien pensantes y las burocracias”. O, dicho de otra manera, la solidaridad colectiva (Europa) frente al éxito individual (Estados Unidos). Eso explica la diferencia de renta, tan favorable a Estados Unidos. Podemos (los ciudadanos) -quizás más bien ”debemos”- preguntarnos si la redistribución de lo que nos obligan a pagar para lo de “la solidaridad colectiva” está bien gestionada y es eficaz -no lo son los incentivos para que la gente no trabaje o el aumento desproporcionado de las burocracias encargadas de la gestión de esa solidaridad social- o es ineficaz, en función de sus resultados -el aumento de la renta per cápita, por ejemplo- no de las promesas políticas.“Danos Tu paraíso, Señor, pero para que lo guardemos y trabajemos, no para dormir en él: dánoslo para que empleemos la eternidad en conquistar palmo a palmo y eternamente los insondables abismos de Tu infinito seno”, extraigo de “Don Quijote y Sancho” de Miguel de Unamuno. Apliquemos la hermenéutica, la interpretación del sentido de los dichos.
Como es habitual en nuestros políticos, no creo que hayan leído con atención lo que publicamos el sábado en nuestro Semanario Económico QUEZ, algo vital para tener algún futuro que no sea la desaparición de la Melilla española
Vamos a la economía melillense. Hemos de considerar la inversión -casi nula hoy en Melilla- como el resultado de hacer las cosas bien, según resumía extraordinariamente bien FB en nuestro semanario Económica QUEZ, el 3 de febrero. “En el caso concreto de Melilla, resulta complicado encontrar información de calidad sobre su economía y los distintos sectores que la componen…¿Cuál es el objetivo del gobierno local en materia económica? ¿es algo que se puede medir? ¿estamos hablando de simplemente gastar más? (comentando los Presupuestos Generales, tan tardíos, de nuestra Ciudad), ¿se tarda demasiado tiempo en hacer las cosas bien?. Empecemos, ya, sin más dilaciones, por marcarnos objetivos de atracción de capital humano, reducir la dependencia de la Administración central y local, reducir el peso del sector público, aumentar la transparencia y fomentar los beneficios de Melilla mediante informes serios y fácilmente accesibles. La inversión llegará, pero solo cuando se establezcan unas bases sólidas en la economía melillense”.
Empecemos, ya, sin más dilaciones, por marcarnos objetivos de atracción de capital humano, reducir la dependencia de la Administración central y local, aumentar la transparencia y fomentar los beneficios de Melilla mediante informes serios y fácilmente accesibles. La inversión llegará, pero solo cuando se establezcan unas bases sólidas en la economía melillense
Como es habitual en nuestros (en casi todos) los políticos, no creo que, en el caso concreto melillense, hayan leído con atención lo que acabo de resumir, lo que publicamos el sábado en nuestro Semanario Económico QUEZ, que me parece algo vital para tener algún futuro que no sea la desaparición de la Melilla española. Llevo luchando, como editor, casi cuarenta años contra la indiferencia hacia los ciudadanos y la información de los medios de comunicación por parte de la inmensa mayoría de los políticos. Para ellos leer, excepto que sean alabanzas a lo que hacen y a lo que no hacen, les resulta una tarea imposible, un esfuerzo agotador, así que no leen, ni sobre cómo salir de la parálisis económica local, ni sobre nada. No me he rendido en estos cuarenta años y seguiré insistiendo en que hay que salvar la economía melillense. Así que más leer, más atender a los que saben, menos burocracia, más aprender y más acción, más inversión privada y menos gasto público. Empezando desde ya. Apartando a los pirófilos del poder.
