Poco antes de que se iniciara el partido de baloncesto entre las selecciones de Lituania y España, una joven periodista de Tele5, entrevistó a S.M. el Rey Felipe VI, dirigiéndose a él alcachofa en mano con un tuteo vergonzante, como si se tratara de un conocido amiguete,… … una persona que tratas como si fuera un familiar, un colega de la Universidad, del trabajo y, de esa forma, tratándole de tú le formuló por lo menos cinco preguntas has que, supongo que de realización y a través del pinganillo, la llamaron al orden y la chica pasó al respeto que merecía la persona que tenía delante, que no era otro que el Rey, el Jefe del Estado.
Pues como esa niñata, vengo observando desde hace algún tiempo la plebe de jóvenes periodistas de mierda que, por el mero hecho de tener ya el carnet en el bolsillo de lo denominado Cuarto Poder, le da derecho a faltar al respeto a personas bastante mayor que ellos, altas autoridades, distinguidas personalidades de las Letras, la Ciencia, la Medicina, etc., etc., etc., lo que no deben permitirle los responsables de los medios en que ejercen su cometido esa nueva ola de informadores que hoy vemos en la Redacción de una periódico, en un canal de televisión, en una emisora de radio. El respeto al semejante, sea quien sea –a mí me lo enseñó un director que tuve en “El Telegrama de Melilla”, D. Tomás Galbán- debe ser siempre la base del trato al personaje con que vas a dialogar, por mucha amistad que pudieras tener con él.
