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“Nuestro papel como mujeres jóvenes es el de traspasar esos movimientos sociales y de activismo a los puestos de mando”

Entrevista a Violeta Serrano, María Caso y Elsa Arnáiz

Con motivo del Día Internacional de la Mujer que se celebró el pasado 8 de marzo, MELILLA HOY entrevista a estas tres mujeres para hablar de talento, futuro, juventud retos e igualdad en un momento de gran incertidumbre para las generaciones más jóvenes.

– ¿Cuál creéis que es el papel que ostenta la mujer ante un entorno global lleno de dificultades e incertidumbres?

Violeta Serrano: A mí me parece que estamos en un momento en el que estamos avanzando bastante rápido y esto genera muchos miedos en otros entornos, generando muchas confrontaciones también.
Yo creo que, por ejemplo, en la actividad que hemos tenido por la mañana (por ayer), me ha encantado escuchar a muchas chicas. Una me parecía muy concienciada, muy madura, y ha salido de una mujer causalmente. También yo hablo en ‘Flores en la basura’ precisamente de los liderazgos, y creo que sería bueno que se empiecen a generar unos liderazgos que no tengan tanto que ver con la autoridad y ya está, si no realmente inspirar a otras personas a que si siguen a alguien es porque sienten algo parecido a lo que esa persona puede defender.
No se trata tanto de ser autoridad si no de convencer, de generar relatos que inspiren y que hagan que la gente siga a esas personas que van hacia delante.


María Caso: Actualmente los datos nos dicen que si no trabajamos en generar políticas de igualdad de género, la igualdad no se alcanzará hasta dentro de 200 años, teniendo en cuenta la totalidad de los países. Ademas, vemos que las mujeres en las distintas crisis son siempre las más afectadas. Por lo tanto, yo creo que la nueva juventud tiene muy claro esta perspectiva feminista en nuestra forma de actuar. De hecho, en la mayor parte de los movimientos sociales, las líderes son mujeres, (y por) lo que ahora estamos trabajando es por llegar a esos puestos de toma de decisión.
Nuestro papel como mujeres jóvenes es el de traspasar esos movimientos sociales y de activismo a los puestos de mando.


Elsa Arnáiz: Por recalcar la parte de los liderazgos políticos, creo que mujeres como por ejemplo (la exprimera ministra neozelandesa) Jacinda Arden ha sido de los pocos líderes sinceros en decir ‘no puedo más’. Creo que se necesitan líderes que sepan liderar y manejar el timón, pero que también sean sinceros con la ciudadanía y hace falta humanizar y tener líderes en los que nos veamos reflejados. Y creo que, en este caso, prácticamente ningún líder hombre se ha atrevido a decir esto y creo que las mujeres estamos empezando a humanizar la política.

– En este contexto de múltiples crisis en el que le ha tocado vivir a las mujeres y a los jóvenes, ¿esa situación de complejidad, en vez de empequeñecerles, les ha endurecido para afrontar los múltiples retos que se les presentan en el presente y en el futuro?

V. S.: Efectivamente, estos jóvenes que vienen son muy conscientes de la situación de crisis transversal y multiplicada que les ha tocado vivir, y que tienen que afrontarlas con valentía y saliendo hacia delante. Por supuesto que hay miedos, pero creo que también tienen que empezar a ser conscientes de que hay una comunidad alrededor de esos miedos, que no es un problema individual. Creo que muchos de los problemas que hoy tenemos tienen sus raíces en que estamos creando sociedades demasiado individualistas y que, si eso se empieza a romper, podemos tener muchísima más fuerza para empezar a cambiar cosas que haga que nos empezamos a sentir mejor y podamos crear mejores condiciones para avanzar en un mundo nuevo, que es lo que estamos viviendo y es lo que creo que genera tanta ansiedad.


M. C.: No creo que nos esté endureciendo, pero sí que es cierto que la lucha por la igualdad, que es el movimiento que ha transformado el siglo XX y XXI, nos hace que no nos callemos y no nos conformemos.
Las movilizaciones masivas, el darte cuenta de que ante una denuncia hay respaldo social, está permitiendo que afloren muchas de las cosas que, hasta ahora estaban normalizadas, y esto lo hemos visto por ejemplo esta mañana: se ha hablado de salud mental como algo de lo que no nos queremos callar, y también de otros tipos de violencias. Yo diría también que somos la sociedad más feminista en cuanto a que queremos las mayores cotas de igualdad, pero también es cierto que, en momentos de tanta polarización, somos la más antifeminista. Vemos los dos fenómenos, y yo creo que esto es algo que hoy hemos podido ver y que la sociedad queremos ver con este mundo tan polarizado y de trincheras.


E. A.: Yo quiero recalcar que sí que es verdad que nos está endureciendo porque no nos queda otra. No hay otra alternativa. Pero también nos tenemos que dar cuenta de que esto se puede acabar, de que no tenemos que estirar tanto de la cuerda. Que los jóvenes se están endureciendo y están resistiendo porque están viendo que el futuro es muy duro y tenemos que luchar porque, o si no, no hay. Pero creo que estamos en un momento muy débil en el que todo se puede ir un poco al garete.
En el momento en el que no les compense tanto seguir luchando porque están ya hasta las narices, vamos a ver una contrarrevolución mucho más fuerte de la que estamos viviendo ahora con la polarización.

– Teniendo en cuenta esa polarización a la que hacéis referencia ¿Existe actualmente una mayor concienciación en cuanto a los derechos de la mujer y, al mismo tiempo, un mayor incremento del machismo en la juventud?

V. S.: Yo creo que sí, y esto sucede también porque en las instituciones democráticas están entrando discursos de extrema derecha, y cuando nuestros representantes pueden legitimar estos discursos de violencia contra las mujeres esto baja hasta la sociedad y los podemos empezar a decir. Y aquí está parte del problema, que tenemos en las instituciones representantes de extrema derecha que están alentando discursos que van precisamente a la reacción a este avance que están teniendo las mujeres en la sociedad.


E. A.: Al fin y al cabo, la actitud de los jóvenes es muchas veces un poco revolucionaria, de protesta, y si tú estás viendo esa parte totalmente polarizada se van a agarrar a eso, pero también porque es un momento en el que dicen, ‘oye, mira, voy a ir en contra de lo establecido’, y si tú les ofreces esa opción tan dañina, la van a coger.


M. C.: Ese machismo existe y lo vemos constantemente en las redes sociales. El sistema sigue siendo tremendamente patriarcal y machista y, por lo tanto, los jóvenes podemos reproducir esos roles, pero también es verdad que la concienciación sigue.

– ¿Y cómo se combaten este tipo de actitudes machistas?

E. A.: El primer factor es dejar de politizar algo que ya debería de ser básico para todos. No sirve de nada que exista la educación pública si luego hay un discurso de ‘estamos adoctrinando a los niños’. Hay que partir de la base de que el feminismo no es una lucha a peor para los hombres, ni mucho menos, sino en creer en la igualdad y en un mundo más amable para la mitad de la población.
Si les damos educación y luego hay unos partidos que están intentando quitar ese mensaje y diciendo que se está adoctrinando a los chavales, no estamos haciendo nada, porque los jóvenes van a tener mensajes contradictorios.


M.C.: Yo creo que lo que se necesita al final es un compromiso de todos: de los medios, de las instituciones, de los colegios, de las familias… Hay batallas para todo y cada uno decide qué batallas juega, porque a veces tienes demasiadas en la mochila.

‘Flores en la basura’: Un libro cargado de futuro desde la generación que no pudo imaginar un mañana

Una de las jóvenes que emigró en los años más duros de la última crisis económica vuelve a España y analiza con nuevos ojos lo que había dejado atrás.


Violeta Serrano es una mujer que pertenece a esa generación nacida a finales de los ochenta, que parecía tenerlo todo: democracia consolidada, estado de bienestar asegurado y un colchón europeo que parecía eterno. Pero algo se rompió, las certezas volaron por el aire y de aquellos escombros nacieron estas frustraciones. Que son las frustraciones de miles de jóvenes de toda España.


Flores en la basura’ es, en definitiva, un viaje a las entrañas de una generación de la que muchos hablan pero pocos entienden. Un ejercicio de honestidad intelectual donde la autora se mira al espejo no para adularse, sino para meterse en el barro de su tiempo y hacerse preguntas incómodas que pocos se atreven a responder.

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Miguel Rivas

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