La vida golpea done más duele, en los familiares y en los amigos. A mi me golpeó ayer, inesperadamente a poco de comenzar el día, no en un familiar sino en un amigo, que al fin y al cabo era como de la familia ya que estudié con él el bachiller y con su mujer trabajé tantos años en aquel añorado Hospital de la Cruz Roja. Juan Antonio Grande se nos fue sin hacer ruido, él que era jaleoso de por sí, sin querer importunar a nadie, con la sencillez que siempre le caracterizó, asumiendo la derrota que provoca cualquier enfermedad terminal, como buen deportista que fue. Hay veces y días que uno recibe esos mazazos y no se los cree, parece que son bromas que el destino nos gasta para removernos
la conciencia y hacernos recapacitar en que somos finitos . Pero cuando tomamos el pulso a la realidad de la noticia se nos cae el alma a los pies y ayer me pasó eso y me dije, que no, que no es posible que Juanito Grande se haya ido. ¡Cuántas parrafadas allí en su oficina frente al Hospital Comarcal! ¡Cuántos recuerdos, y chascarrillos y partidos de fútbol en el patio de los Hermanos…!
Ya ves la factura que al final nos pasa la vida…, pero no temas porque sigues viviendo en la mente y en el corazón de tu familia, de tus amigos y de tantos conocidos como solo un hombre de bien puede tener. En nombre de los Grajos 65, un beso.
